Hasta principios de 1950, la posibilidad de viajar al espacio se limitaba a las revistas, películas y libros de ciencia ficción. Hasta que un día -el 4 de octubre de 1957- la Unión Soviética sorprendió al mundo con el lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik. Iniciada la era espacial, los logros se dieron a pasos agigantados. Para llegar esta época prolífera de metas obtenidas, fueron fundamentales quienes que trabajaron en las sombras. Personajes sin los que no hubiese sido posible arribar a este momento promisorio y de grandes expectativas de cara al futuro.
El papel de las mujeres dentro de las agencias espaciales siempre existió, aunque no siempre de manera visible. Administrativas, científicas e ingenieras llevan años formando parte del proceso que culmina con el espectacular despegue de un cohete. A pesar de ser minoría y trabajar "ocultas", sus contribuciones fueron esenciales en la exploración del universo.
Actualmente, la igualdad de género se está expandiendo al espacio, gracias a precursoras de la investigación, que con la labor desde antiguas épocas abrieron el camino a las que vinieron después, ayudando a normalizar el hecho de que una mujer pueda ascender a rangos de mayor relevancia, pueda ganarse el mérito social de los logros o pueda enfundarse el traje de astronauta sin que eso extrañase a nadie. Entre las tantas destacadas, hubo dos grupos que marcaron un antes y un después.
Las Calculadoras
Katherine Johnson, Dorothy Vaughn y Mary Jackson fueron tres de las pioneras afroamericanas que colaboraron a oscuras en los primeros viajes espaciales. A mediados del siglo XX, el color de piel y el sexo eran impedimentos abismales para acceder a los mismos puestos que el resto de trabajadores de la agencia espacial. Debido a ello, su presencia fue sutilmente borrada de la historia épica de Norteamérica. Ahora, Hollywood parece reivindicar su legado: la película Figuras ocultas (se estrena el próximo 19 de enero) retrata sus vidas.
Con mentes brillantes, eran las encargadas de las operaciones matemáticas mucho antes de la llegada de los ordenadores. El caso de Katherine Johnson fue uno de los emblemáticos en la historia: fue la responsable de calcular la trayectoria de la nave que en 1961 llevó al espacio a Alan Shepard, el primer norteamericano en lograrlo. Además, en 1962, su colaboración fue vital para que John Glenn entrase en la órbita de la Tierra. Por si fuese poco, al final de la década ayudó a que el Apolo 11 se posase en la Luna.
El harén de Pickering
A finales del siglo XIX hubo un grupo de 13 mujeres sin formación, cuyos estudios en el Observatorio Astronómico de Harvard sentaron las bases de la astrofísica moderna tras catalogar y clasificar más de 10000 estrellas. Aunque transitaron su vida bajo el nombre despectivo de "El harén de Pickering", hoy se las recuerda como "Las Calculadoras de Harvard".
Edward C. Pickering fue un astrónomo de la Universidad que al despedir su ayudante se atrevió a decir que incluso su asistenta haría mejor sus cálculos. La mencionada en cuestión era Williamina Fleming, quien no sólo llevó a cabo el trabajo mejor que el antiguo ladero de Pickering, sino que terminó liderando a Annie Jump Cannon, Antonia Maury o Margaret Harwood, que con el tiempo anotaron sus nombres en los libros.
A pesar de cada logro obtenido, fueron menospreciadas por sus colegas. Cecilia Payne, por ejemplo, fue objeto de burla cuando aseguró en una tesis que las estrellas estaban compuestas de hidrógeno. Conforme pasaron los años, su trabajo fue considerado por expertos como "la más brillante tesis doctoral escrita nunca en astronomía". Otro por entonces desvalorado fue el análisis sobre las Cefeidas de Henrietta Leavitt que dio lugar a avances como el cálculo de distancia entre galaxias. La misma autora Edwin Hubble medir la distancia hasta Andrómeda.
Con vistas a futuro
Actualmente, de los seis tripulantes que habitan la Estación Espacial Internacional (ISS), solo una es fémina. La estadounidense Peggy Whitson, de 56 años, es de las más destacadas en la historia: es la primera en su género en comandar la ISS, batió el récord de la mujer con mayor edad en el espacio y, al cabo de la última misión, será la persona de ambos sexos con más días habitados fuera de la órbita planetaria.
De los casi 600 astronautas que viajaron al espacio, apenas un 11 por ciento fueron mujeres. En un intento por cambiar esta inequidad, por primera vez en la historia, la última generación de astronautas de la NASA estará integrada en un 50 por ciento de mujeres. La agencia especial estadounidense seleccionó ocho candidatos de un grupo de más de 6.000 solicitantes en 2013 quienes podrían finalmente ser elegidos para viajar a Marte en 15 años.
El punto de inflexión se dio quizá el 7 de abril de 2010, cuando por primera vez en la historia cuatro mujeres coincidían en el espacio al mismo tiempo. Aquel suceso no fue sólo una curiosidad, sino también una señal del avance de la participación femenina en materia astronómica. El papel del protagonista, resistido durante décadas, parece quedar en el pasado.
Las cuatro posibles nuevas tripulantes son Anne McClain, Jessica Meir, Christina Koch Hammock y Nicole Aunapu Mann, quienes tuvieron que afrontar intensas pruebas psicológicas y médicas para lograr ser seleccionadas. El objetivo es enviar humanos a un asteroide en 2025 y luego al planeta rojo en la década de 2030. Esta vez, parece, el papel histórico preponderante de las mujeres, además de vital, será más visible.
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