Silvia Carranza es la presidenta de CILSA. Es la que recuerda una estrofa de una canción para formalizar una idea de esfuerzo y solidaridad. Entonó "sé que en algún lugar alguien me espera hoy", una inspiración de su pasado en el Cottolengo Don Orione. Alguien es CILSA, el Centro de Inclusión Libre y Solidario de Argentina, fundado hace 50 años por un grupo entusiasta de personas con discapacidad motriz en colaboración con un sector de especialistas en rehabilitación.
Su misión es promover la inclusión plena de personas provenientes de sectores marginados de la sociedad y personas con discapacidad. En sus comienzos era un club, abocado a desarrollar actividades deportivas y socioculturales. Con el tiempo, y gracias a las distintas experiencias que se incorporaron al proyecto, pasaron a considerarse otras áreas que tenían estrecha relación con la problemática de las personas con discapacidad, y prestaron especial atención a las necesidades que los propios beneficiarios manifestaron.
Sus necesidades eran de fondo, prioritarias, por delante de las prácticas recreativas y deportivas. El desamparo y la marginalidad los desafectaban de ámbitos laborales y educativos, les negaban el campo afectivo y los desprestigiaban en el plano social. Para transformar la realidad, CILSA – una organización no gubernamental de bien público fundada el 14 de mayo de 1966 en la ciudad de Santa Fe– desarrolló varios programas con el fin de beneficiar a personas con discapacidades motrices: Programa Nacional de Entrega de Elementos Ortopédicos, Programa Nacional de Concientización, Programa de Recreación y Deportes, Programa Becas y Oportunidades y Programa Un niño, un futuro.
El Programa Nacional de Entrega de Elementos Ortopédicos nació en 1995 y ya entregó más de 39.000 sillas de ruedas a personas con discapacidad en situación de vulnerabilidad social. Ataca directamente la ausencia de recursos para adquirirlos, mejora la calidad de vida y favorece a la sociedad como conjunto. Silvia dice que dar un silla es devolverle también parte de dignidad a su vida: "Muchas veces pasa que cuando alguien no tiene una silla de ruedas, tiene que estar esperando que alguien lo tenga que buscar, que el transporte lo puede llevar. La silla, en cambio, brinda dignidad, igualdad y libertad. La libertad de poder ser uno mismo dentro de lo que uno necesita. Es como tener un coche nuevo. Es vivir, vivir libremente".
Además de sillas de ruedas, el programa distribuye otras ayudas técnicas -muletas, andadores, bastones canadienses, bastones blancos y verdes, trípodes- de forma gratuita a personas con discapacidad provenientes de sectores vulnerables, preferentemente niños. Las nueve oficinas en Argentina entregan por mes más de 150 sillas de ruedas y otros elementos ortopédicos luego de canalizar las solicitudes mediante un trámite sencillo y ágil iniciado por los mismos beneficiarios, familiares, amigos, organismos oficiales, religiosos, hospitalarios o de acción social. Estos actores se vuelven automáticamente "representantes" de CILSA por colaborar en la detección de necesitados de provisión gratuita de estos componentes.
"Cada vez que entrego una silla de ruedas recibo una caricia al alma. Todo aquello que puede llegar a impedir o ser un obstáculo en el camino se diluye cuando participo de un acto de entregas de silla de rueda. Y me emocionó como el primer día. Y vivo cada historia", se emocionó Silvia Carranza, tras celebrar la entrega de 70 sillas de ruedas y un elemento ortopédico en el marco del festejo por los 50 años de CILSA, celebrado en Salta capital. De norte a sur se extendió el plan federal de cubrir las necesidades de movilidad de niños, jóvenes y adultos con discapacidad, hacia donde la pobreza y la marginación se manifiestan con crueldad. La Campaña Nacional "Más lejos para llegar a más", en el marco del Programa Nacional de Entrega de Elementos Ortopédicos, se creó en 2009.
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