Las personas con poderes sobrenaturales son parte de la construcción cultural humana desde los orígenes de la civilización. Existen suficientes evidencias de este tipo de personaje en religiones, cultos y hasta de extraños seres antropomorfos en pinturas rupestres. En la actualidad, ese espacio lo poseen los superhéroes, siendo Superman el padre de todo ellos con su primera publicación en 1938.
La importancia de los superhéroes trasciende las épocas y las fronteras, no solo salvaron a la industria cinematográfica contemporánea, y sus fanáticos tienen sus propias ceremonias, como la Comic-con, que se realizará en Buenos Aires hasta el domingo 11 de diciembre.
Sin embargo, hay algo de realidad en todos esos héroes -y villanos- salidos de las viñetas y eso queda en evidencia con personas, con una vida normal, con talentos fuera de la lógica. Talentos que la ciencia pudo llegar a comprender -en algunos casos- o que todavía mira con asombro -en otros-.
El hombre elástico
Gary Turner no tuvo una infancia normal. Descubrió su talento cuando tenía cuatro años y a partir de allí comenzó a estirarse la piel para sorprender a sus amigos, lo que por un lado le dio cierta popularidad y, por el otro, lo convirtió en un sujeto rechazado.
Turner padece del síndrome de Ehlers-Danlos (SED), un grupo de alteraciones genéticas raras que provocan un defecto en la síntesis de colágeno y puede manifestarse de seis formas diferentes, desde la piel a las articulaciones y, en todos los casos, posee efecto dañinos para la salud a largo plazo. Su poder podría asimilarse a Plastic Man, de DC, o al de Mr. Fantastic, el líder de Los 4 fantásticos, de Marvel.
El hombre que no siente dolor
Por años, los fakires maravillaron en ferias y espectáculos circenses. Mucho se elucubró sobre el poder del control mental que les permite no sentir dolor. Sin embargo, el británico Tim Cridland -conocido como "Zamora, el rey de la tortura"- es la evidencia viva de que quizá no era tanto la capacidad de dominar los sentidos, sino una condición genética, que aún los científicos no pudieron identificar.
Cridland no siente dolor, literalmente. Luego de pasar por los "microscopios" de estudiosos se llegó a la conclusión que su sistema nervioso funciona perfectamente, por lo que esa no sería la razón de su extraña capacidad. Los especialistas, entonces, especulan que su condición se debe a una mutación que produce que los neuroreceptores del cerebro no reproduzcan las respuestas adecuadas ante los estímulos punzantes.
Magneto
El villano de X-Men, Magneto, tiene la capacidad de dominar los metales a su gusto, moverlos, doblarlos, construir nuevos objetos solo con su mente. Thow Lin Liew es un malasio que también posee una relación especial con los objetos ferrosos, que se le adhieren al cuerpo como si fuese un imán.
Científicos de la Universidad de Malasia le realizaron pruebas y determinaron que no existe ningún fenómeno magnético en su ser, sino una inusual piel que produce alto niveles de fricción en los objetos. Además, debido a que tres de sus nietos poseen la misma capacidad, se pudo determinar que es un cuestión genética.
Existen otros casos en el mundo, como el del niño Erman Delic, en la zona de los balcanes, pero se determinó que aquí la cuestión pasa por una grasitud especial en la piel y ciertas posturas que producen que los objetos no se despeguen con tanta facilidad. Sin embargo, nadie puede sostener tanto peso como el malasio.
El espadachín invencible
Isao Machii es toda una celebridad en su país, Japón. Básicamente porque en él se encarnan tradiciones, deseos y sueños. A fin de cuentas, el joven es una suerte de samurai moderno que aparece en los programas de talentos y espectáculos para mostrar su destreza con la katana, clásica espada nipona, que lo hacen poseedor de varios récords Guinness.
Los sentidos y la velocidad de reacción de Machii dejan atónitos a todos, ya que es capaz de cortar al medio desde una pelota de béisbol lanzada a más de 128 km/h hasta a rechazar un balín con el dorso de su espada.
Electro
Una tarde su madre le pidió si no podía arreglar la estufa de su casa. Deepak Jangra obedeció. Para su desgracia -o más bien suerte- unió los cables de manera indebida y recibió una fuerte descarga eléctrica de la que salió ileso. Era solo el principio.
Este joven de 17 años de la India no se detuvo allí y fue subiendo la apuesta. De los 110 voltios, a los 240, a los 440 y así, hasta que quiso un verdadero desafío y tocó los cables que alimentan a su pueblo. Fueron 1000 voltios de imprevisto, que apenas afectaron su equilibrio por unos instantes.
"Tengo un regalo de Dios, me siento privilegiado. Tengo el poder de hacer cosas que nadie más puede y no pienso desperdiciarlo. Solía temer a la electricidad, pero ya no. Me probé una y otra vez y nunca me lastimo. Incluso puedo tocar un cable pelado con la lengua", comentó el joven en una entrevista, quien en la actualidad se dedica a arreglar los problemas de luz de su pueblo.
La mujer que ve la música
Sobre el ventanal la nieve caía rauda y muda. Elisabeth Sulser tenía 16 años y practicaba algunos acordes en su clarinete cuando algo cambió, su mundo perceptivo se vio alterado como si otro ser tomara posesión de ella o su mente estuviese bajo los efectos de alguna sustancia. Un fulgor nubló su visión, como si un objeto hubiese explotado en el exterior de
Chur, la capital del cantón suizo de Grison. La luz desapareció rápido y siguió jugando con su instrumento musical, pero para cada nota aparecían colores y por cada color que observaba en la habitación, surgían sonidos y sabores nuevos y desconocidos.
Elisabeth no sabía qué le pasaba y se sometió a diferentes estudios, incluso del Departamento de Neuropsicología de la Universidad de Zurich, que determinaron que tiene el don de la sinestesia, puede percibir colores al escuchar música y saborearlos. Esta fenómeno, que afecta a menos del 1% de la población, se produce por la conexión en el cerebro de dos regiones que en el resto de los mortales están separados.
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