
La religión y el sexo suelen aparecer como dos polos opuestos. En teoría no existe relación entre las consecuencias que generan una y otra, aunque un nuevo estudio echa por tierra tal presunción: después de analizar en detenimiento a un grupo de mormones y sus reacciones, concluyó que el placer que les proporcionan distintos actos de fe es equiparable a la satisfacción provocada por el sexo, la comida o la música.
Investigadores de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, se propusieron indagar cuáles son las áreas del cerebro que se activan una vez que se siente una fuerte experiencia religiosa. Para ello, apuntaron a uno de los grupos más devotos, los mormones, que a su vez es una comunidad que constituye el 60% de aquel estado.
El equipo seleccionó a 19 jóvenes mormones menores de 20 años y se les pidió que realizaran actividades relacionadas con la religión, como la lectura de fragmentos de El Libro de Mormón -su obra cumbre-, videos y oraciones que promovían una experiencia vívida. Mientras realizaban tales tareas, los científicos evaluaban a través de resonancias magnéticas las respuestas que emergían a nivel cerebral.

"Apenas estamos comenzando a entender cómo funciona el cerebro durante experiencias que los creyentes interpretan como espirituales, divinas o trascendentes", explicó el neurorradiólogo y coautor de la investigación, Jeffrey Anderson. "La experiencia religiosa influye poderosamente en cómo muchas personas toman decisiones que nos afectan a todos. Entender qué pasa en el cerebro cuando se toman esas decisiones es realmente importante", enfatizó.
Los resultados, publicados en la revista Social Neuroscience, revelaron que los sentimientos religiosos más intensos activaban una zona del cerebro conocida como el núcleo accumbens; el mismo grupo de neuronas que reaccionan una vez que se experimenta placer obtenido de, por ejemplo, el sexo, la comida o la música.
"Los participantes tenían un botón en el pecho que debían presionar cuando experimentaban un sentimiento religioso", comentó Michael Ferguson, otro de los responsables de la investigación, que se enmarca en un estudio macro llamado "Religious Brain Project" ("Proyecto del cerebro religioso") que realiza la Universidad de Utah desde 2014.

El principal temor de los investigadores era que los participantes no pudieran experimentar adentro de una máquina las mismas sensaciones religiosas intensas que viven en un ámbito natural. "Nos emocionamos mucho cuando vimos que sí podían", exclamó Ferguson.
Aunque el estudio demostró resultados inesperados vinculados al placer que puede conllevar un sentimiento religioso, solo se estudió en los mormones, una de las comunidades que resalta por su fe. "Lo ideal sería repetir un estudio similar en, por ejemplo, una población católica y en una musulmana, y ver si el mismo sistema se activa en los distintos grupos", cerró el investigador.
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