Por qué tener una inteligencia elevada puede ser una maldición

Un estudio que analizó a más de 15.000 jóvenes adultos reveló que poseer un coeficiente intelectual elevado puede repercutir de manera negativa en la vida social y la búsqueda de la felicidad

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La inteligencia lleva a las personas a desarrollarse alejados del resto (iStock)
La inteligencia lleva a las personas a desarrollarse alejados del resto (iStock)

Con el paso del tiempo la ciencia realizó cientos de investigaciones para descifrar cómo medir la inteligencia y en especial como obtenerla. Sin embargo, aunque gozar de inteligencia en exceso ofrece mayores oportunidades para desarrollarse de una mejor manera en la vida, ser más listo no significa necesariamente ser más feliz, más productivo o más tranquilo. Un reciente estudio demostró que puede no ser tan bueno como todos creen.

Tras analizar el comportamiento, un grupo de psicólogos concluyeron que las personas con un coeficiente superior a la media no necesitan establecer relaciones muy estrechas para recibir ayuda o apoyo, ya sea para cuestiones laborales o de estudio. Se adaptan más fácilmente a su entorno que el resto, por lo que se mantienen al margen y socializan poco.

La investigación fue llevada a cabo por profesionales de la Universidad de Singapore Management y la London School of Economics and Politial Science. Los especialistas recopilaron datos realizando diversas encuestas a más de 15.000 jóvenes adultos, de entre 18 y 28 años.

Conciliar el sueño y adicción al trabajo aparecen como dos posibles problemas (iStock)
Conciliar el sueño y adicción al trabajo aparecen como dos posibles problemas (iStock)

Contrariamente a la mayoría de seres humanos que logran sus momentos de gran felicidad cuando están compartiendo con otras personas, en especial con quienes aman, los 'inteligentes' afirmaron no necesitar de la compañía de otros. En la soledad encontraron el sentimiento de felicidad.

Otra de las deducciones que surgieron es que las personas 'más dotadas' suelen ser ambiciosas y le dedican más tiempo a sus metas y objetivos que a socializar. Sustituyen las horas de relación con familiares y amigos para darle espacio a las tareas laborales. Esto los hace más infelices e implica que algunos se conviertan en adictos al trabajo.

Por último, la investigación comprobó que la gente muy inteligente reduce la frecuencia de la actividad sexual, a punto que de ser una prioridad. Además, duermen mucho menos, ya que se resisten a irse a la cama para aprovechar al máximo su día. El momento previo al descanso es considerado ideal para adelantar trabajo para el día siguiente, pero puede influir en la salud y el rendimiento.

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