"Hay que abrazarlos, hay que besarlos, hay que brindarle cariño primero y después darle las donaciones. Una vez había un toba muy grandote y no había ropa para él. Mi esposo le dijo que no teníamos ropa tan grande. Y él nos dijo: 'No se preocupe, el abrazo me vistió'".
Laura Diez podría resumir la esencia de la ONG que fundó con la historia del toba que no pudieron vestir. O sí pudieron. Es una de esas conquistas intangibles, espirituales, más profundas que sin embargo revisten la categoría de anécdota. Es que es apenas un retazo del impacto que produjo la fundación "Panal en el desierto", una iniciativa que pretende aportar a las comunidades originarias en las provincias del Chaco, Formosa y Salta programas que mejoren su calidad de vida, a través de la multiplicidad de efectos que nacen desde la más genuina voluntad de ayudar.
Es una organización no gubernamental que nació de un sueño, del poder de transformación que adoptó Laura, una "blanca" -como dice ella- que desde los ocho años convive con comunidades de los pueblos originarios. En el año 2000 ese incipiente deseo se transformó en un espacio comprometido de solidaridad, a través de viajes que además de voluntarios y donaciones varias transportaba energía y sentido de inclusión.
El nombre "Panal en el desierto" tiene una razón. Luis Viviant, otro de los fundadores, explicó de dónde nació su denominación: "Los aborígenes nos contaron que la miel es uno de los productos comestibles de mayor propiedad, porque previene la gripe, el resfrío, porque forma anticuerpos y da vitamina C. Pensamos si les estamos llevando donaciones, palabras de aliento, un abrazo, nuestra presencia, sería como llevarle dulzura al medio del desierto: 'Panal en el desierto' y quedó. Así de simple".
Pintan escuelas y convocan pintores, regalan útiles, lápices, tizas, gomas, cuadernos, libros, ropa, comida, 800 kits de higiene personal (jabón, shampoo, dentífrico y cepillo de dientes) y llevan médicas, odontólogos y este año también invitaron a un mecánico dental por sus problemas de desnutrición y malnutrición que impacta en las muelas. Son padrinos de nueve escuelas, brindan salud materno infantil, asesoramiento jurídico sobre derechos de tierra y casamientos, medicina preventiva, capacitaciones en primeros auxilios y talleres para obtener una salida laboral. En el marco de un singular contexto social, la ONG es protagonista de un proceso de transformación que cada día crece al calor de la solidaridad, el esfuerzo mancomunado y el voluntariado.
#Aguaseguraentodaslasescuelasdelimpenetrableescuelademisiontacaagleformosa pic.twitter.com/kDnbyPJ9TS
— Panal en el Desierto (@panalendesierto) 25 de agosto de 2016
Aportan conocimientos, apoyo escolar, aportes a puertas comunitarios y desde hace varios años encarnan proyectos que aspiran alterar de base la calidad de vida y recuperar la dignidad a los pueblos originarios de Argentina. La instalación de bombas para agua potable y la construcción de baños en las escuelas combaten contra las sequías chaqueñas. Ya implantaron catorce bombas de nueva generación con diez años de garantía, gracias a los recursos desinteresados de instituciones y personas solidarias.
Son cruzadas que intentan de modo humilde y a pulmón devolverles la dignidad, alimentarles la autoestima, resignificar su vocación, optimizar sus recursos y curar su calidad de vida. Voluntades solidarias que tapan faltas y olvido con preocupación y presencia. Las caricias, las donaciones, los proyectos motorizan una causa olvidada, la de los aborígenes, aquellos que pueden vestirse agradecidos también con abrazos.
LEA MÁS:
De Milwaukee a El Palomar, la historia del entrenador de béisbol 'villero'