Comer en la casa del chef, una tendencia que crece en Buenos Aires

Un grupo de comensales desconocidos entre sí deciden compartir una cena en la propia casa del cocinero. Un ambiente íntimo y sin horarios que permite un encuentro con la alta gastronomía. La historia de Julio Lunghi, un cocinero argentino que hizo de su casa un restaurante

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En su casa, cada chef
En su casa, cada chef idea sus platos y regala un ambiente único (iStock)

El concepto no es nuevo. Pero la idea continúa siendo encantadora. Un delantal, los mejores ingredientes y las ganas de cocinar no bastan para darle rienda suelta a un proyecto de tal magnitud. Para muchos chefs, viajados y viajeros, la mejor forma de conocer gente -y conocerse- es mediante una dinámica que persigue y encuentra lo más íntimo de la gastronomía: los aromas y sabores enmarcados en una mesa con personas que se ven la cara por primera vez.

Se trata de la fusión. Pero no solo de la conjunción certera de un grupo de alimentos e ingredientes, sino de forjar una relación cercana entre el plato y el ser humano. Entre un living con un trago y la extraña sensación de estar rodeado por personas por descubrir.

Muchos cocineros lo idearon y materializaron fuera de sus casas. En otros países, con otras culturas. Han descubierto que una mesa bien servida es la mejor forma de conocer una ciudad. Y también la de su gente, aquella que la habita.

La mesa está servida: ahora
La mesa está servida: ahora solo resta disfrutar (Nicolás Stulberg)

El surgimiento de este fenómeno se dio a principios de este siglo en Estados Unidos, extendiéndose luego por todo el mundo. Se conoce como mealsufing, que en términos generales es recibir invitados –normalmente turistas- en la propia casa y servirles comida local; e ir a comer a hogares de otros mealsurfers cuando se viaja.

Julio Lunghi, fundador y cocinero de A Fuego Fuerte, es uno de los pioneros de la tendencia, y desde hace cuatro años recibe en su departamento del barrio porteño de Recoleta hasta a ocho invitados por noche. "La idea de recibir gente en mi casa me entusiasma. Hace tres años empezó a interesarme y finalmente le di formalidad. Me encanta que vengan a mi casa, agasajarlos, que sea un recorrido gastronómico y se transforme en una experiencia con ricos sabores y momentos agradables", explicó el chef.

El timbre suena y la hija de Lunghi recibe a los comensales. No serán más de ocho, pero disfrutarán en el mismo living una serie de tragos con ingredientes "secretos". También unas degustaciones de entrada y la invitación a la mesa. El ambiente está tenuemente iluminado, generándose una atmósfera relajada y agradable. Dependiendo la ocasión, y generalmente a pedido de los propios invitados, el chef se sienta y comparte el café con alguna delicia, pero sin dejar de atender a los comensales.

Julio Lunghi, en la intimidad
Julio Lunghi, en la intimidad de su casa, esperando a ocho nuevos comensales (Nicolás Stulberg)

"Me provoca mucha alegría que gente que no se conoce se encuentre y disfrute de la interacción en mi casa. Me halaga que elijan mi mesa, me da satisfacción. Mi empeño está puesto en que no solo coman rico sino que se lleven una experiencia de valor y vivan ese momento interactuando entre sí, viviendo un momento que puede transformarse en algo mágico. Es muy grato. Maravilloso", explicó el cocinero.

Esta tendencia permite -mediante reserva- la posibilidad de asegurarse por un solo precio una serie de platos y bebidas de calidad que podrán consumir las veces que quieran. También la posibilidad de disfrutar con amigos un espacio en donde se puede apreciar la cocina y conocer en detalle al chef que preparará los platos.

Comer en lo del cocinero no solo es un éxito en las grandes capitales del mundo. Aquí, en Argentina, Rosario, Mar del Plata y Cipoletti, entre otros sitios, son algunas de las ciudades que poseen emprendimientos gastronómicos de gran magnitud, en donde reconocidos chefs -con diferentes estilos- abren las puertas de su casa y vivencian un éxito que puede dejar en lista de espera a muchas personas durante largos meses.

"Creo que ser interactivo con la gente que me visita es un factor importante. Es el eje de que esto salga bien. Cocinar bien es lo mejor que puedo hacer, pero me interesa conocer a la gente, cómo es su experiencia. Sobre el final les pregunto qué es lo que mejor se llevan, qué es lo que recomendarían o cambiarían. Son aspectos interesantes que demuestran que no solo es comer rico, sino darle a la gente la posibilidad de que se sientan como en sus casas", concluyó Lunghi.

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