El origen de esta historia parece remontarse a 1860. En Irlanda, un tacaño y pendenciero habitante llamado Jack regaló la leyenda más particular respecto a un festejo que encuentra su origen en una antiquísima y tradicional fiesta celta conocida como "Samhain", en la cual se evocaba a los fallecidos y se celebraba el final de las cosechas.
Al parecer, Jack tenía serios problemas con el alcohol. Sus días y noches transcurrían en diferentes tabernas, en las cuales tenía el acceso prohibido por sus inconvenientes para pagar la cuenta. En una de sus tantas noches, se encontró con el demonio y, ante la imposibilidad de abonar lo consumido, entregó su alma a cambio de una última bebida.
Para ello, el diablo se transformó en una moneda con la que pagar al tabernero el alcohol. Sin embargo, Jack decidió tomar la moneda velozmente y colocarla rápidamente en su monedero.
Dado que Jack tenía un crucifijo en su interior, el diablo no pudo volver a su forma original, de manera que decidió llegar a otro acuerdo con él: no lo dejaría salir hasta que le prometiera que no le pediría nuevamente su alma en un plazo de 10 años. A modo de chantaje, el diablo no tuvo más remedio que aceptar su propuesta.
Diez años después, Jack se volvió a reunir con el diablo en el campo, en donde el objetivo de este último era llevarse su alma. Para iluminar el camino durante la noche, Jack -al igual que todo el pueblo celta- realizaban unos rudimentarios faroles utilizando nabos que se vaciaban y se encendía su interior, como si de linternas se tratase y las cuales debían permanecer encendidas toda la noche, con el fin de procurar no hacer enfadar a los espíritus.
El pueblo celta era muy supersticioso y basó durante muchos años sus historias y creencias en leyendas, dioses y difuntos, algo que se heredó en todas aquellas regiones que recibieron su influencia.
Años más tarde, los irlandeses se dieron cuenta de que no disponían de nabos y, ante la imposibilidad de celebrar los primeros Halloween sin éstos, utilizaron un producto de temporada, cosechado ampliamente en diferentes sitios del mundo: la calabaza.
Cómo decorar una calabaza
– Cortar la calabaza en la parte superior del tallo en forma de tapa y raspar todo su interior, hasta que quede hueca.
– A la gruesa cáscara, hacerle agujeros en forma de ojos y boca formando una imagen cómica o monstruosa.
– El efecto linterna se produce introduciendo una fuente de luz, como una vela encendida, dentro del cascarón de la calabaza.
– Finalmente, retirar las partes sobrantes y asegurarse de que, al usarla, quede recta para que no se caiga.
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