Parece lógico que, para mantener el puesto laboral, además de ser competente y eficaz sea necesario saber gestionar de manera adecuada las emociones que suceden y transcurren en ese ámbito. Gozar de un gran autocontrol.
Son las palabras de un estudio de la Escuela de Negocios Fuqua de Duke, Estados Unidos. Los autores ejemplifican una situación de trabajo cotidiana con un personaje tipo, al que llamaron Jeanette.
"Ella tiene una disciplina de hierro, sigue una dieta equilibrada, madruga para hacer deporte y no se olvida de sus seres queridos en días señalados. Además, cumple con sus responsabilidades familiares. Sin embargo, es probable que se queje de que sus compañeros tienen expectativas exageradas sobre su rendimiento, buscan frecuentemente su ayuda, sus superiores le asignan más carga de trabajo que a sus colegas en la misma posición y su pareja espera que colabore más en casa". No parece difícil identificarse con la vida de Jeanette.
"La gente con este tipo de personalidad -perfeccionistas y autocontroladores- dedican más tiempo y esfuerzo a las tareas encomendadas y a seguir buenos estándares de conducta saludable. Sus compañeros suelen pensar que les cuesta menos realizar el trabajo, por lo que ellos acaban teniendo la sensación de que su sacrificio pasa desapercibido. Al final del día, se sienten cansados e insatisfechos por las demandas de los demás", explicaron los autores de la investigación.
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— infobae (@infobae) 25 de febrero de 2016
Sucede que en muchas ocasiones el tiempo y el esfuerzo puesto en ayudar a los demás puede restar la energía necesaria para alcanzar los objetivos propios.
Según la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo, un 28% de los trabajadores padece algún tipo de estrés laboral. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) también afirmó que esta problemática es una "enfermedad peligrosa para las economías industrializadas: perjudica a la producción y afecta a la salud física y mental de los trabajadores".
El estudio sostuvo que "el exceso de responsabilidad puede afectar negativamente las relaciones emocionales. El papel que desempeñan estas personas, de apoyo para todos a causa de su falta de queja y absoluta eficacia, puede institucionalizarse, perdiendo valor. Esto perjudica las relaciones a largo plazo. Si estas personas con alto autocontrol ayudan a sus parejas o amigos, conviene que se sientan reconocidos y agradecidos, como en cualquier otro ámbito".
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