"Es el fin del mundo como lo conocemos" repite el estribillo de la clásica canción de R.E.M., banda del movimiento geek rock estadounidense, y si bien la letra no hace referencia a desastres espaciales, bien podría adaptarse a ese escenario. Quizá, para entender en términos visuales la referencia más lógica serían los filmes apocalípticos de Hollywood, en el que grandes ciudades del mundo se ven hundidas en la anarquía.
Puede parecer imposible, cuando en realidad las posibilidades son remotas, pero existen. Están allí y por eso el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dio la orden ejecutiva de que el país del norte de América comience a prepararse para una posible catástrofe climática, aunque esta vez la mano del hombre no sea la responsable.
El anuncio de Obama no busca ser apocalíptico, ni sembrar el pánico, ya que no existen fundamentos científicos irrefutables que certifiquen que un evento de tales proporciones pueda producirse en el corto o mediano plazo. Al contrario, el primer mandatario consideró como su deber tomar medidas públicas para concientizar sobre un problema -enorme- que aún no es tenido en cuenta por la mayoría de las naciones. El objetivo es que las autoridades comiencen a tomar las precauciones necesarias para desarrollar planes y programas de alerta, protección, reducción de riesgos y recuperación.
La semana pasada, la Casa Blanca publicó en su web la necesidad de comenzar a tomar medidas en caso de que se produzca un posible evento climático espacial y los especialistas aseguran que una tormenta solar es el que tiene más posibilidades. Pero, ¿cuáles serían las consecuencias?, ¿existen antecedentes?
De qué se trata
Existen tres tipos de tormentas, pero todas tendrían incidencia en la Tierra (iStock)
Una tormenta geomagnética es una perturbación temporal que se produce en el campo de la magnetosfera terrestre. Existen tres niveles de eyecciones. La erupción solar, que tiene la capacidad de interrumpir las comunicaciones debido a que afecta a los satélites, es la de menor envergadura, aunque sus efectos en el planeta se producirían solo 8 minutos luego del evento.
En segundo lugar se encuentra la fulguración solar, que es más similar a un "bombardeo" de radiación y afectaría tanto los equipos eléctricos como a las personas que queden expuestas. La más cruenta es la eyección de masa coronal (CME) del sol. El CME es una llamarada solar, que atraviesa el espacio en forma de "onda de choque de viento" que tarda en alcanzar la superficie terrestre en 52 horas y sus consecuencias son más peligrosas que las dos anteriores.
Tormentas en el pasado
El 2 de septiembre de 1859 la peor tormenta solar, hasta el momento, de todos los tiempos azotó las comunicaciones del planeta. El "evento Carrington", por el astrónomo británico Richard Carrington, el descubridor del fenómeno, produjo el colapso de las mayores redes mundiales de telégrafos, desde Europa hasta Norteamérica. Como la electricidad todavía no era un bien común -la primera presentación masiva de la lámpara incandescente creada por Thomas Edison se realizó durante la Primera Exposición de Electricidad de París (1881)- no hubo grandes daños a la vida cotidiana. Eso sí, el impacto visual llegó a las grandes capitales del mundo y pudo verse en todo su esplendor desde el Caribe hasta Roma.
A fines del siglo pasado, en 1989, se produjo una eyección de plasma solar menor que quemó un transformador en Nueva Jersey, EEUU, que dejó a seis millones de ciudadanos de Quebec, Canadá, sin energía eléctrica.
Más acá en el tiempo, exactamente el 23 de julio de 2012, el planeta estuvo muy cerca de atravesar una catástrofe de proporciones bíblicas. Desde el sol se desprendieron una serie de eyecciones de masa coronal, la clase de erupción más intensa y, por ende, con un efecto devastador para los equipos electrónicos.
La nube de plasma magnetizada atravesó la órbita terrestre, pero no llegó a generar ningún impacto real debido a la posición de la Tierra. Los expertos aseguraron entonces que de haberse producido solo 9 días antes, aún hoy la humanidad estaría tratando de recuperarse de los efectos.
La tormenta fue detectada por la nave espacial STEREO (Observatorio Solar y Terrestre) de la NASA, que pudo calcular que la nube magnética alcanzó una velocidad máxima de más de 2.000 kilómetros por segundo, cuatro veces más de las que posee una típica de una tormenta magnética.
Las consecuencias en la vida cotidiana
El escenario sería devastador. Luego del evento de 2012, investigadores de la Universidad de California, EEUU, junto a los de la Academia China de Ciencias realizaron una proyección sobre los posibles resultados y fueron determinantes: "La 'tormenta' hubiese producido estragos en la red eléctrica, los satélites y GPS. Al mundo le hubiese costado entre cuatro y 10 años para recuperarse de sus tremendos efectos".
"Una tormenta de clima espacial extrema -una súper tormenta solar- es un evento de baja probabilidad pero de grandes consecuencias que plantea una grave amenaza para infraestructuras críticas de la sociedad moderna", dijo Ying D. Liu, de la Academia China de Ciencias en Pekín.
Por su parte, el físico espacial Pete Riley, miembro de la Corporación Internacional de Aplicaciones Científicas (SAIC), reveló, en un estudio publicado en Space Weather, que existe un 12% de probabilidades que una tormenta del estilo irrumpa en el globo en un plazo de 10 años.
Durante abril pasado, especialistas de todo el globo se reunieron en Washington en una conferencia sobre meteorología espacial. Allí, explicaron que una tormenta solar geomagnética de magnitud tiene la capacidad de dañar los satélites de comunicaciones, por lo que se caerían la mayoría de los servicios a los que las personas están acostumbrados y que en la actualidad parecen naturales. Desde sentarse a mirar televisión, hablar por telefonía móvil, se anularían todos los sistemas de GPS, por lo que también se cancelarían todo el tráfico aéreo.
Además, afectaría el sistema eléctrico del planeta y, por ende, todos los electrodomésticos, ascensores y hasta los semáforos. Algunos de los expertos fueron aún más profundo y aseguraron que los estragos llegarían hasta corroer las tuberías de agua y alcantarillado.
"El clima espacial tiene el potencial de afectar y alterar la salud y la seguridad a través de continentes enteros simultáneamente", expresaron en el comunicado de cierre.
Janet Luhmann, investigadora del equipo de STEREO y del Laboratorio de Ciencias Espaciales en Berkeley, explicó: "La gente sigue diciendo que estos peligros naturales son poco comunes, pero están sucediendo en el Sistema Solar a pesar de que no siempre los vemos".
En 2013, al empresa de seguros Lloyd de Londres realizó un informe en el que estimó que un evento de estas proporciones afectaría a "entre 20 y 40 millones de personas por un tiempo entre uno a dos años", dependiendo "en gran medida de la disponibilidad de piezas de recambio de transformadores". El costo de tal recuperación oscilaría entre 600.000 millones y 2,6 billones de dólares.
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