¡Ahora somos visibles!, le dijo Pedro, disléxico de 14 años, a su mamá Flor, cuando se enteró de que la dislexia y un conjunto de trastornos del aprendizaje ya tienen una ley propia.
Desde ayer en la Argentina se produjo la sanción definitiva de la ley que declaró de interés nacional el abordaje integral e interdisciplinario de los niños y adultos que presentan Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA).
Sólo el que padeció o padece un trastorno del aprendizaje incluido en el colectivo DEA puede dimensionar la plenitud de la tarea cumplida.
¿Por qué son consideradas enfermedades invisibles? Porque se diagnostican tarde o de manera errónea; o peor aún, porque no son consideradas un trastorno escolar y se las confunde o minimiza como cuestiones de conducta y la escuela las aborda con sanciones disciplinares.
La dislexia ocupa el primer puesto en el ranking entre los trastornos del aprendizaje que se diagnostican en las aulas argentinas, la sufre entre el 5% y el 10% de la población.
La intención superadora es que las dificultades del aprendizaje se incorporen finalmente dentro de la Ley Federal de Educación 26.206, como hace más de 30 años ya ocurre en otros países como Estados Unidos e Inglaterra. Y más cerca en la región con nuestros vecinos, Chile y Uruguay.
En la actualidad, en nuestro país los trastornos del aprendizaje siguen envueltos en debates psicologistas, restándoles especificidad y ampliando la desinformación que aún sobrevuela entre padres, escuelas y especialistas.
Muy cerca de la Ley
La Cámara de Diputados de la Nación aprobó ayer con sanción definitiva el proyecto de ley elaborado por la senadora María Laura Leguizamón -que ya venía con media sanción del Senado- que apunta a garantizar el derecho a la educación de los niños, niñas, adolescentes y adultos que presentan dificultades específicas del aprendizaje (DEA). "Es una alegría inmensa que el Congreso haya dado un paso hacia la igualdad de derechos en la educación", expresó Leguizamón cuando conoció la noticia en el recinto. Una mirada integradora nos permite pensar también en la calidad educativa, en la capacitación de los docentes y, sobre todo, en las oportunidades para nuestros niños y niñas".
El objetivo es la detección temprana de las personas que padecen este síntoma, la capacitación docente para incrementar los conocimientos sobre cómo abordar la situación, la adaptación curricular y la difusión de la problemática para la detección temprana.
"Eso no implica otorgar ventajas frente a sus compañeros, sino ponerlos en igualdad de condiciones frente al derecho constitucional a la educación", advirtió Leguizamón.
Gustavo Abichacra, médico pediatra y presidente del Comité Científico de la Asociación Dislexia y Familia (DISFAM) explicó a Infobae: "La dislexia es un trastorno del lenguaje, de la comunicación de origen neurobiológico, hereditario, relacionado con una anomalía en la migración neuronal. Consiste en la aparición en forma inesperada de una imposibilidad de una lectura fluida, exacta y automatizada. Es una dificultad para decodificar un código auditivo en código visual. El pensamiento del disléxico es como una película continua que se interrumpe cada vez que aparece una palabra abstracta, y el 50% de nuestro vocabulario está compuesto de esa forma".
Antes de conocerse el origen de la dislexia, a estos niños se los consideraba "inmaduros" en el aprendizaje y generalmente iban a un tratamiento psicológico para aceptar sus limitaciones.
Una lista aún con pendientes
Los trastornos del aprendizaje que se engloban bajo las DEA y que más se visualizan hoy actualmente en las escuelas argentinas son los trastornos de déficit atencional y conducta disruptiva; trastornos de la comunicación (trastorno en el lenguaje expresivo y comprensivo, entre otros); problemas en la adquisición del cálculo (discalculia del desarrollo), de la lectura (dislexia del desarrollo) y de la expresión escrita (disgrafía del desarrollo). Y en menor medida, se observan algunos casos de trastorno generalizado del desarrollo.
La peor noticia es que aún hoy la mayoría de los niños con trastornos del aprendizaje en la Argentina reciben en la escuela y en su casa un diagnóstico tardío y erróneo, e incluso un subdiagnóstico.
En los fundamentos del proyecto de ley figura que la falta de un diagnóstico adecuado trae aparejado una serie de consecuencias para las personas con Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA) entre ellas la incomprensión de los que lo rodean -padres, profesores y compañeros-, la sensación de fracaso a pesar del esfuerzo que hacen o la falta de reconocimiento de este esfuerzo. Todo esto lleva a menudo a estos niños a sufrir ansiedad, depresión, síntomas psicosomáticos y trastornos de conducta.
La ley vigente de Educación Nacional (26.206) establece como principio rector la inclusión educativa y respeto por las diferencias de los sujetos del sistema educativo, brindando a las personas una propuesta pedagógica que permita el máximo desarrollo de las posibilidades de las personas, la integración y el pleno desarrollo de sus derechos.
La inclusión requiere, en primer lugar, atender las situaciones que producen obstáculos para el acceso de los alumnos al sistema educativo, su permanencia, tránsito y egreso. Se trata de interpelar las prácticas y sentidos instalados que generan estigmatización, que etiquetan a los niños, niñas, adolescentes, y adultos y terminan en la vulneración de su derecho a la educación.
Pero aún hoy no se entiende que "la dislexia es un desorden del lenguaje" que incide en el aprendizaje de la lectura y escritura a edades tempranas (a partir de los 4 años), debiendo ser enseñada a través de una estimulación sistemática y gradual.
No es una discapacidad sino una dificultad específica que debe ser reconocida antes del ingreso a 1er. grado. Su origen no es un problema emocional, es una falta de habilidad a nivel fonológico y sintáctico de la lengua. Es una dificultad en la conversión grafema-fonema (letra-sonido) de manera dinámica, para alcanzar la precisión y velocidad en la lectura que permite acceder a la comprensión lectora.
La dislexia no tratada adecuadamente está en la base de un círculo vicioso que hace que un problema que inicialmente podría estar limitado a la adquisición de la lengua escrita se transforme progresivamente en un problema que invade la vida entera del disléxico.
El proyecto de la senadora Leguizamón apunta a integrar al disléxico en el marco escolar normal que justamente consiste en sentarlo en una aula con todos los otros estudiantes y no dejarlo que se las arregle como pueda.