"Juntando Sonrisas" es el resultado de una enseñanza responsable, de una educación comprometida con el escenario social. Es una organización sin fines de lucro conducida por jóvenes de entre 17 y 30 años que tiene como premisa coordinar voluntades, administrar el espíritu solidario y funcionar como espacio de transformación.
La agrupación se formó hace dos años por efecto contagio. Un grupo de alumnos visitó una escuelita de Villa Boedo, a minutos del centro de Córdoba Capital, con motivo del Día del Niño para regalar juguetes, diversión y sonrisas. Allí conocieron a quien posteriormente sería una especie de gurú solidario: María Ramallo, una heroína sin capa, fundadora del merendero "Sonrisas Abiertas" que les brinda alimentación a más de cien personas entre niños y adultos.
La mujer, de 61 años, resultó inspiradora. Había hecho de su casa un comedor barrial. Su motor para realizar esta transformación social fue su pasado: "Yo sufrí muy mucho (sic). Vengo de una familia que me abandonó. Y me crié con mis abuelos. Cuando llegué a Villa Boedo me dijeron que había muchos chiquitos que necesitaban ayuda. Quería que lo me había pasado a mí no le pasara a nadie más. Y empecé con mi concubino, a pulmón, a darles de comer a diez chicos. Después conocí al grupo 'Juntando Sonrisas' y crecimos juntos". Hace pocos días María se convirtió en noticia por una acción que desnuda sus valores. Encontró 550 dólares en el bolsillo de un pantalón que donaron y los devolvió. "No es plata mía, la voy a devolver", dijo, y de inmediato contactó a un colaborador para que se comunicara vía Facebook con el dueño del pantalón. Ese dinero era suficiente para reparar el techo devastado del comedor.
El trabajo sanador de María inspiró a los jóvenes estudiantes que forjaron una ONG para acompañar su obra de bien. La fusión entre el merendero "Sonrisas abiertas" y la agrupación que concibió "Juntando Sonrisas" traza un puente solidario con los desamparados del barrio cordobés. Esta comunión tiene como misión promover igualdad de oportunidades, mediante acciones orientadas a los más pequeños, motivando su desarrollo integral. En la actualidad incorpora tres comedores populares de Villa Boedo, en donde además de brindarles alimento a los niños del barrio realizan distintas actividades de integración.
Los más de cien jóvenes voluntarios, muchos ya universitarios, emprenden programas que promuevan el desarrollo integral de la infancia: iniciativas educativas como talleres escolares y formativos, campañas de arte con la música como método recreativo y actividades deportivas que breguen por la integración a través de equipos de fútbol y handball. El trabajo solidario de estos jóvenes impacta en 320 niñas y niños.
Se solventan con las donaciones de comida que reciben del Banco de Alimentos y para recaudar dinero organizan festivales y rifas solidarias. La humilde casa de María Ramallo que alberga el merendero está en tren de expansión por la cantidad de gente que recibe a diario. La organización no gubernamental recibe todo tipo de ayuda comunitaria para tales efectos: desde chapas para el techo, libros y útiles escolares, muebles, ropa, colchones y frazadas, artículos para bebé y herramientas de recreación. La misión es seguir juntando sonrisas.
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