"Mi hijo conoce la letra 'y' por YouTube". El hijo de Florencia que conoce la letra "y" por YouTube es Felipe. Él, con cinco años, ya sabe cómo ingresar a la web para mirar videos. Mientras se fanatiza con youtubers y aborda la intemperie de la tecnología, aprende a escribir palabras. Es un síntoma que revela la invasión de la tecnología, un avance imposible de frenar y que no discrimina edades. Su contacto con smartphone, tablets y computadoras es precoz, simultáneo a los albores de su formación.
Felipe es uno de los tantos consumidores tecnológicos sub 10: una práctica que obedece a las formas de vida postmodernas. Es la cultura de la pantalla. La dependencia de la conectividad. La dictadura del touch. La tendencia de los pulgares entrenados. La obsesión por la comunicación. Los conceptos que abordan esta temática son multidireccionales. La tecnología domina, la sociedad acata. Su inmersión es cabal, absorbente. El uso precoz del celular es una problemática coyuntural. Regida bajo dos grandes incertidumbres: ¿a qué edad y bajo qué condiciones?
El escenario es irrefutable: las tecnologías emuladas por aparatos electrónicos acapararon la escena. El segmento Kids & Teens compete a los consumidores de dispositivos tecnológicos de entre 7 y 16 años. Según datos suministrados por la consultora IPSOS para Samsung Argentina, este grupo etario representa el 30% del mercado de los teléfonos inteligentes y el 56% del mercado de las tablets en el país. El panorama dispone de un respaldo estadístico contrastable. El análisis sociocultural de este fenómeno prevé una cobertura académica de su impacto, sus efectos, sus razones.
La licenciada Sonia Almada, investigadora de Infancia y Adolescencia y Directora de Aralma -un centro de Investigación y Formación en Psicoanálisis-, razonó en diálogo con Infobae la absorción infantil de esta tendencia: "Las nuevas tecnologías, en particular las de la información y comunicaciones, se han convertido en colaboradores esenciales de nuestras vidas, cuyo impacto nos afecta a todos. Los niños y niñas, por su condición de inermidad propia de su circunstancia, quedan fuertemente expuestos a su influencia".
Su trayectoria en consultorio le permitió experimentar los resultados de la invasión indiscriminada de la tecnología en primera persona. La profesional reconoció advertir, a fines didácticos, comportamientos que evidencian esta teoría: observó falta de interés y perplejidad en algunos niños ante juegos y juguetes clásicos como autitos, muñecos y animales que se ofrecen en sesiones de psicoterapia.
Almada interpretó esta conducta como cierta degradación de la naturaleza imaginativa de cada individuo: la tecnología simula entretenimientos de perspicacia y estrategias que no estimula ni desarrolla valores de fantasía y creatividad. Y contempla también la creencia y la necesidad de que todo deba funcionar casi de modo instantáneo, como una inadmisión al proceso de preparación de un juego en la que intervienen marcados índices de intolerancia.
“El nuevo chupete electrónico es la pantalla touch: la excusa para que los hijos no molesten a los padres”
La especialista definió a los niños del siglo XXI como "nativos digitales" y describió su inmersión prematura en el mundo táctil: "Nacieron en un mundo tecnológico con esta condición incorporada, de modo que cada vez más rápidamente constituye una parte natural de sus métodos de crianza. Resultan ser niños autodidactas, muy creativos, impacientes y emprendedores. Arman un canal de YouTube en minutos, manejan varias cuentas de Instagram, snapchatean y pueden manejar sin ningún tipo de dificultad varias redes sociales y juegos online".
Felipe, el hijo de Florencia que conoce la letra "y" por YouTube, dice que de grande quiere ser youtuber. Quizá no sepa que no necesita crecer para ser una celebridad de la red: los menores de diez años son furor en la web con millones de suscriptores y miles de millones de views.
La discusión adquirió trascendencia mundial. La Asociación Japonesa de Pediatría inauguró una campaña para restringir el uso prolongado de celulares y tablets, reclamando controles y restricciones a los padres. La Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Canadiense de Pediatría establecieron diez razones por las que los niños menores de doce años no deben usar estos aparatos sin control parental. Así, diagramaron un cronograma de recomendaciones: los bebés de 0 a 2 años deben tener contacto nulo con la tecnología, los de 3 a 5 años deben restringido su uso a una hora por día y los de 6 a 16 años deben aceptar una limitación de dos horas por día.
Los argumentos de las entidades norteamericanas para invalidar la utilización desproporcionada de los instrumentos tecnológicos van desde el retraso en el desarrollo motor del niño, la obesidad, las alteraciones del sueño hasta conductas agresivas, déficit de atención, excesiva irradiación y sobreexposición.
La polémica es, entonces, cuándo y cómo. La licenciada Sonia Almada propuso un criterio que excede a la denotación de la edad: "La utilización del celular debe estar relacionada al momento en el que comienzan a independizarse, alrededor de los 13 años de edad, con especial cuidado de los adultos por los peligros del ciberacoso y grooming. Darle un celular a un niño debe pensarse como cuando se le da la llave de la puerta de casa. Los padres deben sentir que sus hijos están preparados para utilizarlo comprometidamente y que eventualmente puedan y sepan pedir ayuda".
De acuerdo a estadísticas divulgadas por Samsung Argentina, entre los 7 y los 9 años los niños experimentan sus inicios en la cultura touch con objetivos recreativos y aventureros: exploraciones por juegos y aplicaciones. A partir de los 10 años ya comienzan a tejer relaciones y deseos de pertenecer a su entorno cercano, por lo que complementan su entretenimiento casero con estrenos en redes sociales. De acuerdo al estudio de IPSOS, cumplida la primera década de vida, la incipiente independencia de los hijos invita a los padres a contemplar la alternativa de comprarle su primer celular. El propósito es eternizar el contacto: proveer una comunicación infinita.
Los niños aprenden por imitación. Si los adultos están hiperconectados, sus hijos lo estarán. El uso precoz del celular, la cultura de la pantalla, la dependencia de la conectividad, la dictadura del touch, la tendencia de los pulgares entrenados, la obsesión por la comunicación son principios modernos, enraizados. Los responsables los descubrió la especialista: "El derecho del niño a ser cuidado y protegido es, como a la largo de la historia de la humanidad, avasallado. El nuevo chupete electrónico es la pantalla táctil para que los niños no molesten y los adultos puedan ocuparse de sus cosas. El desafío es pensar en los chicos, en lo que necesitan, en lo que les hace bien". El debate global entre padres e hijos sobre el uso del celular refuerza vigencia.
Lea más: