Hace 20 años, a Isabel Tejada, madre de tres hijos, la sorprendió a sus 40 un embarazo no planificado. Ella sabía que a su edad emprendía un dulce camino pero con diversos riesgos. Efectivamente, en el nacimiento de su cuarta hija, comprobó que Isabella había nacido con síndrome de Down, uno de los trastornos genéticos más comunes del mundo.
"Hasta este momento fui feliz", recuerda haber pensado en ese instante Isabel y haber sentido una gran incertidumbre respecto del futuro de su familia y sus otros hijos. "Pero qué equivocada estaba", confesó. "Hoy sé que Isabella tenía que llegar a mi vida". Diecinueve años después de su nacimiento, Isabella Springmühl no hace más que llenar de orgullo a toda su familia con su constancia y su esfuerzo. Siendo tan joven, se convirtió en la primer diseñadora de modas con síndrome de Down en presentarse con sus creaciones como artista emergente en la International Fashion Showcase, como parte del London Fashion Week.
Isabella está segura de que su talento como diseñadora de modas corre por sus venas. Fue la herencia directa de su abuela materna, que solía diseñar y confeccionar ropa. "Desde pequeña pasaba horas con las revistas de moda y con hojas de papel empezaba a trazar", contó su madre en una entrevista con CNN. "Tenía como 16 muñecas de trapo y me pedía que le comprara tela que luego cortaba, y con alfileres iba haciéndole vestidos a las muñecas".
Después de graduarse del colegio como bachiller en Ciencias y Letras, Isabella intentó acceder a la única Universidad en Guatemala que posee una carrera de diseño de moda. Sin embargo, la discriminación y la ignorancia le impidieron estudiar una carrera universitaria por su condición. Recién en la tercera escuela donde aplicó, fue admitida. Así, Isabella comenzó a aprender cómo aplicar su pasión por el mundo fashionista y empezó a soñar con ser reconocida y triunfar en las grandes capitales de la moda.
Su esfuerzo y su dedicación por entrar en una industria llena de obstáculos y dificultades callaron las voces que la intentaron convencer de que su condición no le iba a permitir triunfar. De tal modo, fue reconocida por las esferas más altas de la alta costura, que le permitieron cumplir su sueño de participar en la semana de la moda londinense y consagrarse como una de las diseñadoras más jóvenes presentes. Además, fue una de las primeras participaciones guatemaltecas en el evento y la primera diseñadora con síndrome de Down en brillar en las pasarelas británicas. Tuvo a su madre como cómplice y confidente, acompañándola en cada paso.
El estilo novedoso de Isabella Springmühl pone toda la atención en sus creaciones, que combinan telas y estampados propios del folklore guatemalteco con el glam del mundo occidental en accesorios, carteras, ponchos y vestidos repletos de color, originalidad y estética latinoamericana. Trabajando en conjunto con artistas indígenas guatemaltecos, Isabella crea piezas eclécticas de autor. De hecho, ella misma se define como una diseñadora perfeccionista, que no deja nada librado al azar.
Como resultado de su enorme talento y sacrificio, la joven diseñadora recibió en los últimos tiempos un merecido reconocimiento internacional. En el 2015, Isabella tuvo la oportunidad de mostrar sus diseños en el Museo Ixchel del Traje Indígena en Guatemala, donde toda su colección se agotó. Desde entonces, su carrera transitó en medio de un ininterrumpido crecimiento, ya que casi inmediatamente se trasladó sin escalas a la semana de la moda londinense de 2016, donde recibió uno de los aplausos más fuertes que se recuerden en la historia de festival. En octubre próximo viajará a Roma con su nueva colección.
A pesar de que su ropa es para cualquier persona, Springmühl también quiere centrarse en quienes, como ella, sufren muchas veces la discriminación y la marginalidad: otras personas con síndrome de Down. "Debido a nuestras características físicas, a veces resulta difícil encontrar ropa bonita que nos quede bien", explicó Isabella. "Tenemos cuellos cortos, torsos cortos". Así fue que creó Down to Xjabelle, una línea creada específicamente para personas con Síndrome de Down.
Isabella es sólo un ejemplo más de que nadie puede imponer los propios límites. Le quisieron negar su formación y le quisieron inculcar que una persona con Síndrome de Down no puede crecer ni mucho menos destacarse. Sin embargo, ella nunca dudó de sus condiciones y confió en que podía distinguirse. Desafió todas las limitaciones y llenó de felicidad a una familia que, como muchas otras personas, creyó que el Síndrome de Down era sinónimo de tristeza.