En un famoso circo, un no menos famoso artista desplegaba como su número principal los platitos chinos: hacerlos bailar al mismo tiempo, desplazarse a gran velocidad cuando los primeros de la fila empezaban caer, y darles impulso nuevamente.
Al principio trabajaba con diez platos. Pero un día, para mayor lucimiento personal y más asombro del público, los aumentó a doce. Lo logró después de muchos días de ensayo, y los aplausos también crecieron.
Entonces decidió cruzar el límite, y pasó a catorce platitos. Pero pagó muy caro ese esfuerzo: fracasó, y el fracaso le provocó un pico de locura…
Internado durante varios meses, volvió al circo y a su número, pero sólo con ocho platitos: no se animaba a más. Resultado: el público lo silbó, y su carrera llegó a su fin.
Esta historia bien podría servir de parábola a la mujer multitasking de hoy: híper ocupada, súper exitosa, autoexigente al extremo ("El cielo es el límite", reza cierto dicho), pero tal vez, sin saberlo, en situación de riesgo.
Para desmenuzar el tema, Infobae habló con el prestigioso psicoanalista y médico psiquiatra José Abadi. Lo que sigue es clave para comprender el fenómeno, sus razones y sus aspectos negativos.
–Entre el esquema de la mujer madre, ama de casa, tareas domésticas y esposa full time, y su evolución hasta alcanzar la paridad con el hombre, el arco se ha tensado al máximo: llegamos a la mujer multitasking, "todo-lo-puedo". ¿Primera reflexión, doctor?
–La cultura actual demuestra una transferencia de la mujer hacia una nueva jerarquía. No sólo el derecho al trabajo: también el derecho a desear, a gozar activamente, a decidir, y a mucho más que pensar: a opinar y a defender sus opiniones en cualquier ámbito.
–¿Se le abrieron las puertas, antes cerradas, del permiso…?
–Mucho más. Tiene derecho y permiso a la ambición: a conducir, a construir proyectos, a participar absolutamente, como protagonista, en cualquier ámbito.
–La felicidad completa…
–Esa situación la entusiasma, la estimula…, pero también la exige doblemente.
–¿En qué sentido?
–En el miedo a perder lo logrado.
–Pero también muchos hombres pierden lo logrado…
–No es lo mismo. Esa pérdida, en la mujer, puede ser vivida como una limitación, una restricción impuesta desde cierto patriarcado arcaico que la mujer ya no está dispuesta a aceptar.
–¿Consecuencia de ese temor?
– La mujer se impone una autoexigencia que la lleva a cubrir todos los roles y todos los sectores de su actividad, porque el hecho de abandonar alguno es vivido por ella como una pérdida, un límite, una derrota que le hace perder su lugar simétrico con el hombre.
–Así las cosas, ¿cuál es el verdadero problema del multitasking?
–Que a veces se convierte en un exceso que inevitablemente dificulta la posibilidad de elegir, y por lo tanto, de disfrutar lo que se hace. No hay descarte: es todo o nada.
–¿Qué hay como trasfondo en esta 'mujer multitarea'?
–Una híper exigencia que propone lo imposible: la omnipotencia y el blindaje contra lo vulnerable.
–¿A qué puerto lleva esa presión?
–A inhibir el placer de elegir, de disfrutar, de definir una determinada posición en el mundo.
–¿Su advertencia,doctor?
–¡Ojo con el multitasking! No hay que someterse al agotamiento, porque enferma.
–¿Cómo influye en la relación de pareja y en los hijos?
–Esos vínculos pueden resquebrajarse y postergar otros aspectos de la vida en común: la sabiduría, el compartir proyectos comunes…
–¿Cómo define el multitasking en su punto máximo?
–Como un encierro, una carrera loca y narcisista, nociva para la mujer, su entorno y sus relaciones.
-El fanatismo por la belleza y la juventud que implica ejercicios, cirugías y cuanto consejo mágico aparece, ¿también tiene que ver con esta 'mujer orquesta'?
-Hasta cierto punto. Tanto hombres como mujeres tienen una enorme tendencia a la autoestima en función de parámetros físicos…
-En lo profundo, ¿qué significa?
-La ilusión de inmortalidad que otorgan la juventud y la belleza. Muchas veces, hasta la desmesura de no hablar jamás de la enfermedad ni de la muerte.
–Vana ilusión: Fausto siempre fracasa.
-Por eso es fáustico… Pero es cierto: hoy y para cierta gente con ilusión de inmortalidad, hablar de enfermedad o muerte… ¡es políticamente incorrecto!
-Y de vejez, ni hablemos…
-¿Sabés que dijo Sean Connery cuando le dieron un premio por su trayectoria? "La vida es una maravillosa obra de teatro… ¡pero el tercer acto es una mierda!"