Parece una obviedad. Y es la "chicana" fácil de quienes no viven en pareja y no planean hacerlo a quienes comparten su vida con otra persona y no cambiarían ese estado civil por ningún otro.
Todos ellos -unos y otros- ahora tienen un dato científico que asegura que, en líneas generales, los solteros tienen una vida más placentera que los casados.
La doctora en psicología Bella DePaulo es investigadora de la Universidad de California y analizó más de 800 investigaciones de los últimos 30 años antes de llegar a la conclusión de que los solteros tienen más sentido de la autodeterminación y más posibilidades de desarrollarse continuamente como personas.
DePaulo anunció sus conclusiones en la convención anual de la Asociación Estadounidense de Psicología, las cuales vinieron a poner en tela de juicio la sabiduría convencional que afirma que el matrimonio hace que las personas vivan más, sean más felices y estén más sanas.
Según explicó DePaulo en declaraciones a The Independent, “uno de los estudios de personas que llevaban solteras toda la vida demostró que la autosuficiencia les es provechosa: cuando más autosuficiencia, menos probabilidades tenían de experimentar emociones negativas. En las personas casadas pasaba todo lo contrario”.
Y se hizo eco de estadísticas correspondientes a estudios realizados en Inglaterra y Gales, que muestran que durante los últimos 14 años el número de personas solteras aumentó en un 25%, mientras que la cifra de casados lo hizo sólo en un 2%. El total de personas que optaron por vivir solas aumentó significativamente.
En ese sentido, DePaulo afirmó que las razones para elegir la soltería "raramente obtienen reconocimiento" y que de hecho a menudo los solteros se sienten discriminados y son víctimas de prejuicios que la gente usa contra ellos a modo de argumento.
Sin embargo, los estudios académicos no corroboran la idea de que el matrimonio se traduzca necesariamente en una vida feliz, sana y más larga. “Los científicos actualmente estiman los riesgos de invertir toda la vida en una única persona -destacó la investigadora-. No hay razones sostenibles para arriesgarse tanto, llegando a la conclusión de que en la vida las relaciones verdaderas no pueden limitarse al nexo conyugal o a los vínculos entre los padres y los hijos”.