Isabel Martinotti tiene 80 años y no se caracteriza por tejer bufandas o mañanitas. Puede pasar horas y horas jugando a The witcher 3, Injustice o Mortal Kombat. Pero esto no es algo reciente ni producto de la fiebre gamer, es un hobby que comenzó hace 15 años cuando decidió hacer "feliz" a su nieto.
"Se la regalé a mi nieto Germán porque estaba muy solito. Me aconsejaron que le comprara una consola porque le iba a gustar". Primero fue el Sega, saltaron a la PlayStation 1, luego a la 2, después a la 3 y finalmente a la Play 4.
Simpática, desenvuelta, desfachatada y sociable, Isabel sabe a qué cámara debe mirar y cómo posar para la foto. Su hija Susana, que la acompaña, está atenta a cada uno de sus movimientos. Hay una conexión: ellas cruzan un par de miradas y se ríen.
"Germán quería todos los juegos que fueran de pelea o de fútbol, pero cuando empecé a comprar las revistas que venían con los CD's de aventura, me di cuenta de que eran opciones más divertidas. Se armaban misiones y se construían armas. Ahí me empezó a gustar más a mí", cuenta Isabel.
Entre risas, confesó que el fútbol virtual no era su fuerte. "No sabía bien qué hacer, y como no la tenía clara, siempre me perdía. Lo lindo fue que los días que me levantaba muy temprano, mi nieto -su único y amado nieto- ya estaba despierto y listo para un picadito en la pantalla".
Muchas veces, padres y abuelos se preguntan qué es lo que deben hacer para relacionarse y comunicarse con los adolescentes. Es bien sabido que durante esa etapa los jóvenes tienden a encerrarse sin contar lo que les pasa, cuáles son sus problemas, sus miedos, sus alegrías y sus tristezas.
Parece que Isabel encontró una fórmula: confesó que, al entrar en el mundo cibernético, pudo establecer una relación más íntima con su nieto gracias a la tecnología. Esa herramienta hizo que la confianza entre ambos fuera un factor decisivo en su crianza.
Isabel pudo establecer una relación más íntima con su nieto gracias a la tecnología
"Nadie podría creer las cosas que me confesaba, son situaciones que no se las contó a nadie más que a mí o a su mamá. El tiempo que pasamos juntos nos hizo confidentes. Estar en la misma sintonía trajo provecho. Nos ayudó a orientarlo y hasta pudimos alejarlo de las malas juntas"
–¿Qué consejo le daría a esas personas que no saben como acercarse a sus hijos o nietos?
–Le diría que entren a los lugares que ellos suelen visitar, jueguen sus juegos y compartan más. Yo entré a su mundo y ese momento fue decisivo porque empezó a decirme lo que pasaba. A veces se trata de eso, sacrificar un poco lo que nos gusta o nos deja de gustar a nosotros para conocerlos más.
–¿Ejercita la mente?
–A mí me habían dicho que hacer palabras cruzadas servía, pero creo que jugar a esto es mucho mejor porque uno arma planes y estrategias. Yo tengo 80 años y en agosto cumplo 81; mi hermana, que tiene 83, es una de las que me dice que no juegue a la Play. A veces pierdo la noción del tiempo, juego mucho. Un día me quedé hasta las 5 de la mañana y no me dí cuenta, me enganché con una misión.