En la vida cotidiana de los argentinos es normal acomodar los horarios para poder ir a una sesión de terapia e incluso, a veces, resulta extraño que una persona no haya recurrido nunca al diván en algún momento conflictivo de la vida.
Tiene sentido, ya que Argentina es el país que alberga el mayor número de psicólogos per cápita del mundo, con alrededor de 198 psicólogos por cada 100 mil habitantes, de los cuales se estima que el 46% se encuentran en Buenos Aires. Sin embargo, en lugar de recibir tratamientos cognitivos o conductuales, la gran mayoría de argentinos recurre únicamente al psicoanálisis.
Fundada por Sigmund Freud en el siglo XIX, la técnica de psicoanálisis hace uso de las fantasías, los sueños y la asociación libre para descubrir ideas reprimidas en el inconsciente y ayudar al paciente a obtener nuevos conocimientos sobre sus emociones y experiencias. ¿Por qué los porteños eligen este método para afrontar sus problemas?
Mariano Plotkin, profesor de historia en la Universidad Nacional de Tres de Febrero y personalidad eminente de la historia del psicoanálisis en Argentina, explicó al portal de noticias internacional Quartz, que aunque el psicoanálisis era conocido en Buenos Aires desde la década de 1910, se experimentó un verdadero auge cultural cuando el gobierno de Juan Domingo Perón fue derrocado en 1955.
"Eso abrió un momento de rápida modernización cultural en Argentina. Hubo una gran recepción de todo lo proveniente de Europa. El psicoanálisis fue visto por muchos como una doctrina emancipadora", dijo Plotkin.
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"Algunos psicólogos reconocidos, como Enrique Pichon-Rivière, habían emigrado a Argentina por lo que en el país había una sólida base de conocimiento psicoanalítico" añadió Andrew Lakoff, profesor de sociología de la Universidad del Sur de California quien ha llevado a cabo investigaciones sobre el psicoanálisis en el país. En ese momento, la clase media de Buenos Aires era la principal fuente de consumo de este tipo de terapia.
Según Lakoff, entre 1960 y 1970, el psicoanálisis se convirtió no sólo en una "forma prestigiosa de comprenderse y formarse uno mismo", sino que también estaba ligado a una ideología política de izquierda.
Durante la represión cultural que llevó adelante la última dictadura cívico-militar (1973-1982), el psicoanálisis fue visto como "subversivo". Un grupo denominado Federación Argentina de Psiquiatras vinculaba el psicoanálisis con la teoría marxista y por eso fueron atacado por los militares y se vieron en problemas para encontrar puestos de trabajo o publicar sus investigaciones. "Con el retorno a la democracia en 1983, el psicoanálisis ganó prestigio de nuevo ya que se asoció con la resistencia al totalitarismo", añadió Lakoff.
El psicoanálisis era considerado “subversivo” por la última dictadura cívico-militar
Otro momento clave, según Plotkin, fue cuando el intelectual Oscar Masotta introdujo las ideas del psicoanalista francés Jacques Lacan en Argentina con una serie de conferencias y libros publicados en la década de 1970.
"Si hablás de psicoanálisis en Buenos Aires hoy, en realidad estás hablando del psicoanálisis francés de Lacan. Las élites intelectuales argentinas siempre fueron muy receptivas de todo lo que proviene de Francia", explicó Plotkin. "La obsesión por la cultura francesa es un fenómeno amplio a lo largo de América Latina, excepto que aquí en Buenos Aires hay una mayor población de clase media con acceso a estos artefactos culturales".
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De hecho, muchas universidades argentinas hoy en día poseen enormes departamentos de psicología, casi exclusivamente dedicados al estudio de diversos aspectos del psicoanálisis lacaniano. El enfoque académico en este campo ha ayudado a mantener un suministro constante de profesionales. Lakoff señaló que unas de las posibles causas radica en que no se necesita un título de médico para obtener la acreditación y que se puede comenzar la especialización luego de estudiar Psicología.
Aunque algunos psicoanalistas son caros, hay un montón de opciones de bajo costo disponibles, con sesiones de terapia a partir 150 pesos. "No está necesariamente asociado con la enfermedad, pero sí con la buena salud. Está pensado como algo que casi todo el mundo debería hacer", dijo Lakoff. "Para muchas personas, es un proceso de auto-conocimiento y maduración".
“Si hablás de psicoanálisis en Buenos Aires hoy, en realidad estás hablando del psicoanálisis francés de Lacan”
"El predominio del psicoanálisis en Argentina es tal, que es perfectamente aceptable organizar reuniones de trabajo en torno a una cita de terapia", dice Daniela Frankenberg, psicóloga bonaerense. Ella dice que sus pacientes tienden a hablar de "problemas comunes y cotidianos", como peleas y discusiones diarias, ansiedades, problemas con sus padres, los niños o el trabajo. Según ella, puede ser muy beneficioso tomarse un tiempo para hablar de las preocupaciones personales.
"Se trata de una cultura que, comparativamente con otros lugares, consume mucho menos alcohol y sustancias. Hay muchos menos niños y personas medicadas, lo cual es algo que personalmente creo está realmente mal en países como Estados Unidos", señaló Frankenberg. "En Buenos Aires el psicoanálisis es visto como una herramienta para sortear las dificultades".