Guillermo Emilio Lockett se divierte con lo que hace. "Más pobre de lo que fui no voy a ser", advirtió de entrada, antes de encender el primer cigarrillo en la entrevista.
Su infancia, repleta de momentos acogedores, transcurrió en su casa natal en el Chaco junto a sus padres y hermanos, en la inmensidad de un sitio que lo hizo feliz. Nacido en Resistencia hace 48 años, el artista encontró en su apodo el nombre que lo acompañó durante toda la vida. "Mi hermana más pequeña no podía pronunciar la letra e y comenzaron a decirme Milo. Nunca me llamaron Guillermo, y únicamente Emilio cuando me portaba mal. Con el correr de los años muchos pensaron que mi nombre era Milo, pero sólo fue un sobrenombre que luego adoptaron mis primos y quedó para siempre".
En su atelier, Infobae fue testigo de como la tranquilidad se apodera de sus mañanas. El lugar está cerrado y Milo, junto a dos de sus empleados pintan distintos cuadros con diferentes estilos. "Yo siempre me definí como un trabajador de la pintura, ya que nunca tuve la suerte de que me baje una idea y se plasme en un cuadro. Creo que en el arte, la inspiración no existe. El esfuerzo es lo que construye una obra, porque uno siempre tiene ganas de venir a trabajar, pero en el intento constante siempre aparece algo", explicó.
A Milo Lockett, padre de cuatro hijos, no le molesta que lo llamen "anti-arte" por sus técnicas repletas de expresiones de colores y poco pretenciosas. Para muchos, sus obras son fáciles de apreciar, pero esa mirada ajena no lo perturba. "En el mundo artístico hay mucha discriminación, egoísmo y poco compañerismo, ya que al ser un universo chico, los artistas tienen un ego particular y no quieren que otras personas ingresen en su círculo. Muchos tienen personalidades difíciles como en cualquier otra profesión", señaló.
– ¿Cómo te llevás con la creatividad?
– Si bien siempre se dice que el artista es creativo, me parece que las cosas hay que practicarlas. Son palabras que suenan muy lindas pero después hay que comprobarlas. Lo bueno del creativo es que puede resolver algo de una manera más rápida, accionando un plan B y animándose a experimentar, entonces por ahí uno resulta más creativo a la hora de hacer o definir algo. Son situaciones que se pueden comprobar en la acción.
“Si no hay acción en el arte, no puede haber creatividad”
El artista chaqueño comenzó su carrera profesional luego de transitar varios oficios y profesiones. Tuvo su propia empresa textil, en la que fabricaba ropa, con gran cantidad de empleados a su cargo. La crisis del 2001 en Argentina provocó el cierre de su fábrica, lo que se convirtió en un punto de inflexión para Milo. En ese momento decidió comenzar a pintar y dedicarse de lleno al arte.
– ¿Qué enseñanza te dejó el cierre de tu fábrica en el 2001?
– Quedó la experiencia de que los fracasos son buenos. No tengo miedo de volver a fracasar. Estamos en un momento de crisis y obviamente me asusto y tengo miedo pero no de fracasar. Fracasar tiene que ver con el crecimiento, con mirar el mundo de otra manera. El éxito es una construcción de muchos fracasos. A veces uno se pregunta: 'por qué hay personas que son exitosas y, ante el primer fracaso, se caen'. Creo que está bueno experimentar: primero la parte negativa de la historia y luego disfrutar y entender de otra manera de qué se trata la vida.
“En el arte no hay que saber tanto, me parece más interesante experimentar”
Su producción de obras al año es masiva, lo que llevó a Lockett a abrir su propia muestra para albergar toda su producción. Considerado una celebridad, explota tal reconocimiento con presentaciones, trabajos y murales en diferentes puntos del país con un claro fin: ayudar a los que más lo necesitan. "No todo en la vida es dinero. Generalmente el éxito, en una sociedad de consumo como la nuestra, está ligado al dinero. Uno puede tener reconocimiento laboral y eso también es el éxito".
– ¿Cuánto lugar hay para la "prueba y error" en tu trabajo?
– Los experimentos no salen por casualidad, sino de mucha investigación y de mucha prueba y error. A mí me pasa eso. Me parece que la prueba y el error en el taller son fundamentales para que aparezca la obra. Yo trato de que las cosas sean simples. No es que no me gusten las complejidades, pero en un mundo tan difícil, ser rebuscado es pensar en abstracto. Me gusta materializar, que sea simple y tenga una lectura inmediata.
Milo Lockett abre las puertas de su atelier a todo aquel curioso que quiera visitarlo, aún a quienes no tienen formación académica y nunca sostuvieron un pincel en sus manos. "Yo armé un taller para pintar con la gente y aquí vienen muchos artistas que pintan pero también personas que nunca lo hicieron, y eso está bueno. La misión que uno tiene que desarrollar es que se sume gente a esta tarea y se den cuenta que todo el mundo puede pintar".
– ¿Qué imagen creés que los demás artistas tienen de vos?
– A lo mejor estoy siempre en el ojo de la tormenta, por ser un artista activo y prolífico. Uno cuando hace recibe criticas y no siempre son buenas. Eso me construye y ayuda a comprender lo que le pasa a otro. Me gustaría que los artistas sean más generosos. Somos muy soberbios y hay prejuicios de conocimiento, si uno sabe o no de pintura o de arte. La clave está en ser más humilde y estar dispuesto a dar.
En el intercambio de pensamientos está el encuentro de arte y pintura que Milo Lockett le propone a las personas que visitan su lugar. El lugar en el que todos ellos tienen la libertad de exponer ideas y estar en desacuerdo con tantas otras. "La relación entre mis alumnos tiene que partir desde lo humano, el conocimiento del arte aparece después", dijo el artista, que imagina un mundo más justo, en donde "la mitad de la sociedad no se quiera comer a la otra mitad". Mientras tanto, Milo pinta sus sueños y va por ellos.