No son pocas las quejas y comentarios sobre el efecto adverso de las pantallas en la vida de niños y adolescentes. Se los suele considerar causa de adicciones, violencia, empobrecimiento del juego, inhibiciones de la vida social, entre tantas otras calamidades.
Ahora, esta "demonización", en parte, bien podría partir de la base de un desconocimiento por parte de los adultos del modo en que conciben y usan la tecnología los nativos digitales.
"Lejos de pensar lo digital como un 'ambiente a habitar', los adultos consideran que el tiempo y el hacer en la pantalla aleja de la vida real. Sin embargo, para las jóvenes generaciones, la vida online y offline se entrelazan en un continuo sin oposiciones. Chatear con compañeros o bien jugar online son un modo de seguir en contacto después del colegio", destacó la licenciada en Psicología Silvina Ferreira dos Santos (MN 23534), miembro del consejo directivo de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados (AEAPG).
En segundo lugar, esta demonización que menciona la especialista pone de manifiesto también una confusión entre capacidad para jugar y soporte lúdico, como si el juguete per se le otorgara a un joven la capacidad para jugar.
Para los nativos digitales, la vida online y offline se entrelaza (Shutterstock)
El juego es un indicador de salud en la vida de un niño y, también, en la de un adolescente
Este es el recorrido esperable del juego en la vida de un niño. De hecho, la patología infantil en sus diversos gradientes, recuerda que no siempre un niño puede jugar. En este sentido, el juego es un indicador de salud en la vida de un niño y, también, en la de un adolescente.
Se sabe que la cultura siempre les ofreció a los niños diversos soportes o elementos para su actividad lúdica. ¿Serán las pantallas los juguetes de esta época?
"Podríamos afirmar que sí y en ellas los niños de hoy juegan. Si son mejores o peores que los juguetes de antaño, quién podría decirlo teniendo en cuenta cuál parámetro", reflexionó Ferreira dos Santos, para quien "más allá de los juguetes, el niño cuando toca con su juego la materialidad de un objeto le da vida, lo anima y ello puede suceder con cualquier elemento que encuentre a su paso".
Así el lápiz además de hacer trazos, podrá ser espada, batuta del director de una orquesta, instrumento de percusión o simplemente un medio para alcanzar otro objeto de su interés. Entonces, lo gravitante no es aquello que el niño usa para jugar sino que pueda jugar.
Pantallas: el nuevo campo de juego
"Con los videojuegos los chicos no se imaginan nada, están aislados", "los chicos cada vez juegan menos", suelen ser las quejas de padres y docentes.
"En su mayoría, los chicos eligen juegos complejos por su trama argumental y por la cantidad de operaciones que deben ejecutar para su despliegue. La elección es singular y la temática preferida suele estar relacionada con sus propias fantasías. Los personajes y héroes le permiten 'ser otro', ensayar con diversos modelos identitarios, cuestión clave durante la adolescencia", remarcó la especialista.
En torno a un videojuego, sus códigos y lenguaje, se genera un entorno cultural que arma grupalidad.
"Además, el jugar, lejos de ser solitario, es compartido. Entre varios o muchos se las ingenian para pasar niveles, descubrir trucos, haciendo de la picardía y astucia bienes colectivos. Descubren modos creativos y estratégicos de jugar", subrayó, para luego observar que "estas particularidades nos hacen pensar que las pantallas pueden ser un buen lugar para permitir el despliegue de la capacidad para jugar de un niño y no ser necesariamente un limitante".
El jugar es una capacidad que se construye y, en el camino, al mismo tiempo, nos permite construirnos como sujetos
Los niños nativos tiene un contacto natural con los tablets y smartphones (Shutterstock)
"El jugar es una capacidad que se construye y, en el camino, al mismo tiempo, nos permite construirnos como sujetos. Más allá de los cambios tecnológicos, para que ello sea posible, aún cuenta como condición necesaria, las experiencias de encuentro que un niño vivió y vive con sus primeros amores, la necesaria presencia de un otro, tiernamente amoroso, confiable que acompañe y oferte condiciones adecuadas para que la subjetividad sea construida y la capacidad para jugar también".
"En algún sentido, el jugar choca con las demandas cotidianas y, en eso mismo, radica su encanto porque el juego se aproxima a la experiencia de la libertad. Emparentado con el soñar, la ilusión, la creatividad, el jugar sabe cómo trastocar el penar en dicha", consideró.