Por Susana Ceballos
El 3 de agosto de 1979 en Fort Saskatchewan una pequeña ciudad nació Nicole Evangeline Lilly. Fue la del medio de tres hermanas, su padre era profesor de economía, y su madre, secretaria. En ese universo, la actuación no parecía ser destino.
Evi, como la conocían todos, transitó la adolescencia con todas las de ganar. Era buena en los estudios, se destacaba en los deportes y participaba en el Centro de Estudiantes de la secundaria. Además leía mucho -amaba a Tolkien-, escribía y sobre todo soñaba con ser la protagonista y la autora de grandes historias. Sin embargo, no quería ser actriz, y mucho menos estrella de Hollywood. Su presente inmediato estaba del otro lado del mundo.
Con una fuerte educación religiosa a los 18 años partió con un grupo de compañeros a una misión en Filipinas. Vivieron de mochileros en la selva, casi como un entrenamiento para el papel que la haría famosa. De ese tiempo recordaba que "amaba la naturaleza, no era una chica que tenía que ponerse un montón de maquillaje para salir de casa".
Mientras imaginaba un futuro ligado a la asistencia humanitaria se anotó en la carrera de Relaciones Internacionales. Para costear los estudios, aparecieron los primeros trabajos: camarera, azafata y hasta asistente en un taller mecánico. "Hacer cambios de aceite en camiones en el invierno canadiense era algo duro", contaba, y no es difícil imaginarlo. Hasta que un encuentro casual cambió su destino. Un empleado de la Agencia Ford Models la vio por la calle y le ofreció trabajo. Ocho meses después ella le devolvió el llamado.
Luego de algunas publicidades empezaron a aparecer los primeros papeles como extra, en series como Smallville o Kingdom Hospital. Ella comenzó a descubrir a la actriz que no sabía que tenía adentro. Hasta que un amigo le pasó el dato y fue una de las 70 actrices que audicionó para el papel de Kate Austen en Lost. Cuentan que J.J. Abrams y Damian Lindelof, los creadores de la serie, ni bien la vieron supieron que el papel era suyo. Cuando le pasaron el guión, a Lilly no le gustó nada lo que le tocaba representar, sentía que se trataba de una mezcla de la La laguna azul con una versión seria de La isla de Gilligan. Pero Abrams y Lindelof habían guardado unos cuantos ases bajo la manga que convirtieron a Lost en una serie que marcó época.
Su personaje, Kate Austen era una pasajera particular del trágico vuelo 815 de Oceanic Airlines que se estrella en el Pacífico. Tenía una dura historia de vida y cargaba con un prontuario que la obligaba a viajar esposada al asiento de su oficial de custodia. El accidente liberó a Kate en varios sentidos, era la oportunidad una nueva vida, en la que todos empezaban de cero y en la que rápidamente mostró sus cartas. Astuta, intrépida, pero también vulnerable y, a su pesar, muy enamoradiza. Un atractivo físico y espiritual que cautivó el corazón de los dos líderes que emergieron luego de la tragedia: el doctor Jack Shephard y el estafador Sawyer.
Evi se sintió tan a gusto con las primeras temporadas que incluso llegó a prescindir de muchas de las escenas que requerían una doble. Su habilidad para trepar a los árboles, derivado de su práctica habitual de escalada deportiva, le valió el apodo de "Monkey" entre sus colegas, aunque más de un dolor de cabeza entre sus jefes. En una oportunidad denunció que un coordinador de dobles de acción no la protegió lo suficiente en una de las escenas. "Sentía que me quería poner en mi sitio por enfrentarme a él. Era doblegarme a su poder o herirme a mí misma", contó a la distancia, algo arrepentida por su ímpetu juvenil pero orgullosa de su valentía.
No fue el único problema que le trajo la serie. Durante las primeras temporadas, todo era armonía. Estaba contenta, sorprendida con el éxito, atrapada por una trama que no daba tregua y satisfecha con su papel de heroína independiente. Con el tiempo, sintió que ese papel se reducía cada vez más al de la chica sexy que se disputaban los seductores Jack y Sawyer. "Mi personaje pasó de tener su propia historia, a dedicarse a seguir a los hombres por toda la isla y eso me enojó mucho", reconoció, y lamentó haber perdido la oportunidad de volverse un ejemplo de mujer a seguir. "Quería que fuera mejor, porque era un icono de autonomía y fuerza para las mujeres, y estoy segura de que podríamos haberlo hecho mejor".
Sus ojos verdes, su cuerpo trabajado y el aura de misterio que rodeaba a su personaje llevaron a que la consideren la actriz más sexy de la televisión. Pero ella no estaba contenta con semejante rótulo y un día dijo "hasta acá llegué". Durante la tercera temporada, tenía que protagonizar un desnudo y se vio acorralada. "Sentí que no tenía ni voz ni voto en todo el asunto y terminé temblando y llorando", contó en una entrevista. A la temporada siguiente, otra vez el guion pedía un desnudo de Kate, y ella levantó la voz. "Luché muy duro para tener el control sobre ella y fallé estrepitosamente", aceptó. Fue suficiente y encaró a quien quisiera oírla: "Les dije que podían escribir lo que les dé la gana, pero jamás me iba a volver a quitar la ropa. Y así lo hice". El ímpetu de Kate había hecho lo suyo.
La serie causó furor a nivel mundial. Sin embargo, hay un consenso entre sus fanáticos en que duró más de lo aconsejado. "Con la cuarta temporada hice lo que pude para seguir enganchada, pero para la quinta y la sexta estaba más que perdida", confesó la actriz, quien ante los rumores de una posible continuidad, dejó claro que ella no seguiría.
En el plano personal, Lilly encaró la serie recién separada de Murray Hone, un jugador de hockey sobre hielo con el que estuvo casada apenas un año. En el rodaje se enamoró de Dominic Monaghan, el actor que interpretaba al entrañable y atormentado Charlie. Tenían tan poco en común en la ficción que nadie creía que fueran pareja en la vida real. Sus perfiles discretos, lejanos de los flashes aportaban más enigmas a la cuestión. Lo concreto es que estuvieron juntos durante cinco años y hasta hubo un amague de casamiento.
Luego de romper con Dominic, encontró el amor en Norman Kali, un asistente de producción, con quien tiene dos hijos.
Evangeline Lilly entró al casting de la serie siendo una absoluta desconocida y dejó la serie enamorada y, muy a su pesar, siendo una celebrity. Quedó tan agotada que amagó con abandonar definitivamente la actuación. Luego de un tiempo de desconexión, pudo acomodar sus ideas y volvió a las andadas.
"Yo no perseguía ser estrella de cine ni buscaba encadenar papeles", explicó por entonces. Se necesitaba una propuesta superadora para tentarla y llegó de la mano de El hobbit: la desolación de Smaug. "Creía que estaba acabada, pero la niña de 13 años que hay en mí quería hacer esa película", reconoció. Allí encarnó a Tauriel, un desafío enorme para el que se entrenó en esgrima y arquería, y se embarcó a la aventura de las lenguas élficas, creadas nada más ni nada menos que por Tolkien, su ídolo de la adolescencia.
En 2015 desembarcó en el universo Marvel para formar parte de Ant-Man con el personaje de "The Wasp", la Avispa. Su interpretación fue tan fuerte, que la secuela se tituló The Ant-Man and The Wasp. Por primera vez, un personaje femenino formaba parte del título de una película de los gigantes del cómic. Allí, también, la actriz tenía algo para decir.
En una entrevista de promoción hizo una curiosa observación. "Llevo escuchando a los superhéroes masculinos quejarse durante años de sus trajes. Y lo cierto es que cuando yo me puse el mío y me pasaba horas cada día trabajando con él no lo encontraba tan mal como decían", contó antes de lanzar un dardo con perspectiva de género. "¿Significa eso que mi traje era el más cómodo del universo Marvel o quizás que los hombres no llevan toda su vida teniendo que sufrir incomodidades para estar guapos? Tengo que ir con tacos al trabajo, estoy incómoda todo el día, por eso puedo llevar este traje sin quejarme". Touché.
Con el tiempo, Lilly fue solucionando sus conflictos con la actuación cuando la terminó de entender como un trabajo, lo suficientemente bien pago como para vivir sin preocupaciones económicas y poder desarrollar sus verdaderas pasiones. "La familia, escribir y dedicarme a labores humanitarias son mucho más importantes para mí que actuar. Eso no cambia la gratitud que siento por la interpretación".
En 2013 publicó "The Squickerwonkers", su primer libro de cuentos basado en personajes que empezó a pensar de adolescente. "Es tenebroso y espeluznante, y es un cuento moral", describió sobre el primero de una serie que aún no tuvo su continuación. Su costado solidario lo explora en viajes al África, donde ayuda a huérfanos y madres solteras, y disfruta de volver por un rato al anonimato.
En la actualidad, Lilly participa del tanque de Marvel Avengers: Endgame y para 2020 prepara su vuelta a la televisión. Será la protagonista y productora ejecutiva de Albedo, una serie canadiense de trama futurista donde interpretará a una detective. A casi una década del final de Lost volverá a la pantalla chica, sabiendo que la serie le cambió la vida pero no le modificó la esencia.
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