Músico, guitarrista y compositor argentino, Richard Coleman alcanzó trascendencia por haber tocado con grandes artistas de nuestro país, como Charly García y Gustavo Cerati en Soda Stereo, entre otros. Pero ahora se encuentra lanzando un disco propio tras cuatro años: F-A-C-I-L. Pero aunque suene contradictorio, el asunto no fue sencillo ya que la propuesta es totalmente distinta a lo que hizo en álbumes anteriores.
Porque Coleman siempre se propone innovar ante su público con canciones más grooveras, con un ritmo demoledor y un notable trabajo lírico de audio y de producción. ¡No se privo de nada! Y junto a su banda, Trans-Siberian Express, estará presentando F-A-C-I-L el próximo 15 y 16 de septiembre en La Trastienda para deleitar a sus fans con un repertorio totalmente nuevo.
—¿Cómo nace este nuevo proyecto?
—No he dejado de tocar. Lo difícil fue encontrar el nuevo proyecto porque el desafío en cada álbum es hacer algo distinto al anterior, encontrar un nuevo objetivo, subir la vara. Y en un punto eso fue lo que más me costó, hasta que le encontré la punta al ovillo y anduvo sobre ruedas.
—¿Es un disco autobiográfico?
—Trato de que no se note eso. Digamos que todas las referencias biográficas forman parte de un universo de ficción que armo en las canciones, son pedacitos de memorias que por ahí sirven para disparar una fantasía, y se combinan. No hay un relato de mis cosas pero sí me apoyo en imágenes fuertes que tengo en un lugar, y con eso armo las situaciones.
—En el disco también está la canción "Fácil", que dice: "Fácil es amar, difícil es durar". ¿Esto te pasa en el amor?
—Es una cosa muy sencilla, muy simple y casi obvia que justamente traté de sacar en esa canción. Me cansa un poco escuchar palabras altisonantes en las canciones que no llevan a nada. Hay una falsa idea de la poesía en el rock, que debe tener palabras significativas. Hace mucho que estoy en eso, realmente me subleva, me cansa cuando veo que las canciones están hechas sin nada real que lo sostenga. Justamente con las palabras. Lo que hice con "Fácil" fue armar una canción que ya desde el vamos arranca con el concepto de fácil. Y nada es fácil. Lo que es fácil no funciona. Todo lo que son estas pequeñas máximas con las que formé la estructura de la canción son cosas bastantes obvias, pero eso hace a la canción. Dice: "Fácil es hablar, difícil es callar". Son como antípodas todo el tiempo, y se trata de no bajar una línea sino de decir cosas que tienen sentido.
—Despúes de tantos años de carrera, ¿se pierde la motivación en algún momento?
—¿Sabes que no? Mientras pueda estar tocando y disfrutar de los shows en vivo… ese es el motivo principal. Para mí es sumamente importante no armar mis shows sobre el pasado. Trato de evitar hacer los 30 años del disco de "Fricción", todo ese tipo de referencias propias a mí me frenan, en realidad. Lo que sí es estimulante para mí es tener un puñado de canciones nuevas que hay que ensayarlas y acomodarlas el repertorio, sólo para pasarla bien en el escenario cuando estamos tocando.
—¿Sin un plan, como dice tu canción?
—Sin un plan, obviamente. "Flotar y dejarse llevar", dice la canción. El plan es una cosa muy relativa, difícilmente se pueda planear el futuro: siempre hay cosas que alteran la idea del plan perfecto y hay que acomodarse.
—¿Cómo te definís?
—No te queda otra que adaptarte a las circunstancias porque es lo que te mueve todo el tiempo y es lo que te hace estar como ágil. Trato de organizar un poquito los proyectos. Soy de planear. Soy de tratar de armar cosas estructuradas para realizarlas. Sé que eso nunca funciona, pero por lo menos tengo un lugar, una estructura a la cual referirme. Es como una referencia de lo que quiero hacer.
—Igualmente, a los músicos los tildan de colgados y relajados. ¿Te pasa?
—No conmigo. Yo soy un tipo bastante duro con esas cosas. Trato de ser puntual y de dar el ejemplo. Obviamente, hay etapas. Lo que pasa es que al músico se lo relaciona con el eterno adolescente y eso tiene que ver con el cuelgue. Por eso te tildan. Es una manera fácil de etiquetar y de agrupar a un estilo de vida.
—¿Y por qué creés que al músico lo ven como un eterno adolescente?
—Esto lo hemos hablado con un par de compañeros de la banda en el camarín, antes de tocar, ponele un sábado a la noche, riéndonos porque uno está jugando a que tiene una vida normal, digamos. Como que está insertado en la sociedad, normalmente. Uno se levanta para llevar a los chicos al colegio, tiene su laburo, tiene que pagar las cuentas y funcionar en la sociedad con lo que te encuadra, pero nos reímos porque nos pasamos la vida viviendo una farsa de normalidad: ¿qué estamos haciendo sábado a las dos de la mañana esperando para subir a cantar para 600 o mil personas? Eso no es normal. Realmente eso no es lo que hace la mayoría.
—Otra de tus canciones, "Días futuros", habla de la presión y de la condena del pasado. ¿Hay mucha presión en lo que hacés?
—Ya mis letras son un juego donde yo me divierto mucho para que cada uno se vaya armando su propia identificación con las letras. No es realmente algo con lo que sea mi vida, pero obviamente que lo de "Días futuros" se trata justamente de un juego de palabras intenso que es la reflexión final del tema: "Los días futuros ya volverán". Ahí estoy jugando con la fantasía de la primer idea del punk: no hay futuro. Entonces, si estás viviendo una realidad en la cual el futuro no aparece muy probable o muy auspicioso, ¿qué futuro podés negar? No podés decir no hay futuro si no hay un futuro para negar. Y en la canción quiero decir que ya volverá el momento en el cual haya un futuro, así podemos negar su existencia.
—"Cada momento es una prueba cuando el pasado es una condena".
—Claro. Y… sí. Tiene que ver con el sonido de la canción. Cada momento estás probando que vas a hacer algo nuevo. Se trata de eso. La condena del pasado es la referencia que se hace, y la realidad es que todo lo que hiciste antes fue lo que te puso en el lugar en el que estás.
—¿Dónde vas a estar tocando?
—Con el "Trans-Siberian Express", que es la banda, el 15 y el 16 de septiembre a las 23:30 en la presentación del disco. El gancho también es que con la entrada tenes derecho a un disco. Eso es una novedad, es un buen arreglo que hicimos con la compañía porque hoy en día el CD es un objeto de colección, más que nada. Es lindo tenerlo en sólido. Pero está en todas las plataformas, y estoy muy contento con la resonancia que hay.