Nadie puede precisar qué es lo que pasa concretamente. Nadie puede decir con certeza el motivo de la emoción masiva, por eso aparecen respuestas abiertas de corte místico. "Misa ricotera" es el término que condensa todos esos sentidos: el de la comunión, por ejemplo. Hay una previa que puede durar días: las multitudes viajan hacia la ciudad ocasionalmente pactada como si fuera un retiro espiritual o un encuentro (que de hecho lo es) envuelto de mística. En avión, en auto, en moto, en micro, a dedo. Copan hoteles, hostels, campings, casas, plazas hasta que llega el día, el ansiado día, cuando cae la noche y Carlos "El Indio" Solari sale a escena.
"El escenario es el lugar más cómodo del mundo que tengo para estar", dijo en el documental Tsunami, un océano de gente (2016). Anteojos oscuros, visera baja, campera, dientes apretados y la voz que sale de su garganta como el canto de un canario furioso. El público, conmovido, recibe la hostia. La misa comenzó.
El show que comenzará este sábado 11 de marzo no es un recital más (ningún concierto del Indio se pierda en la intrascendencia) por varios motivos. Primero, porque se cumple un año de su último show; fue en Tandil, el 12 de marzo de 2016, convocando a más de 200 mil personas. Que haya sido el recital pago más grande de la historia del rock argentino (en 1991 Soda Stereo concentró 250 mil espectadores en la Avenida 9 de julio, pero de forma gratuita) le trajo sus problemas: la nueva administración del Hipódromo de Tandil dijo que no volvería a darle lugar al ex Redondos.
Fue ese recital el lugar que el Indio eligió para abrirse y contar acerca de la enfermedad que padece. "Mr. Parkinson me está pisando los talones, pero acá estoy", dijo en un intervalo entre canción y canción mostrando que su espíritu de fortaleza no piensa abandonar a esos fanáticos que lo necesitan activo, tocando, componiendo, porque es su vitalidad lo que sirve de inspiración a tanta gente.
Otro motivo que vuelve esta fecha en Olavarría aún más emblemática es que se cumplen 20 años de la vez que llegó a la ciudad para tocar con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota sin poder lograrlo: fue suspendido por el temor de las autoridades locales por los desmanes que pudieran ocurrir. Esto dio lugar a que la banda diera una conferencia de prensa, la primera y última vez que los Redondos hacían una aparición televisiva.
Veinte años después, Olavarría abre sus puertas para recibirlo junto a su público, aquel que ha trascendido las fronteras autodenominándose "el pogo más grande del mundo" cuando las guitarras puntean el solo de "Ji, ji, ji". El periodista Marcelo Figueiras, su íntimo amigo, se transformó en canal de su pedido: "El sábado, a cuidarse y a cuidar de quienes nos rodean, aunque no los conozcamos. Cierta gente de mierda (debería puntualizar: PODEROSA gente de mierda) se regodearía si alguien sale lastimado. No le demos el gusto".
El 9 de enero de enero comenzó la venta de entradas vía internet a 600 pesos y hace un mes que ya se consiguen en varios puntos de venta. A las 21:30 horas empezarán a sonar los primeros acordes, los primeros golpes de batería, los primeros graves del bajo, para que luego de unos segundos de incertidumbre aparezca Carlos "Indio" Solari entre el humo y los colores del predio rural La Colmena.
Las expectativas del recital siempre son elevadas porque, se sabe, nunca defrauda. Es probable que lance alguna crítica al macrismo -ha dicho que éste es un "gobierno de CEOs y empresarios"- o que haga un comentario sobre los recientes sucesos políticos y económicos, pero lo que es seguro es que mostrará toda su potencia, la verdadera madera de la que está hecho. ¿Es el Indio la mayor figura de la historia del rock nacional? Para muchos sí; en Olavarría dará una nueva muestra de ello.
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