Pablo Alarcón y Lucía Galán son una pareja fuerte y consolidada. Están juntos desde hace diez años, pasaron por momentos buenos y malos y lograron ensamblar su familia. Ni los kilómetros de distancia entre Buenos Aires y Carlos Paz los separan. En diálogo con Teleshow, hablaron de su relación, de la competencia teatral y de la realidad del país. Además, la cantante, dueña junto con su hermano de un hogar de niños, expresó su urgencia por acelerar los procesos de adopción.
Mientras el actor hace temporada en Villa Carlos Paz con Los Corruptelli en el Teatro Bar, la voz femenina de Los Pimpinela va y viene para poder estar con él. "Es fundamental que esté ella, sino me aburro", reclamó (o agradeció) Pablo y aclaró: "No es que al use de diversión…".
"Trato de venir la mayor parte del tiempo posible", dijo Lucía, que intercala las visitas a su pareja con sus presentaciones y su vida en Buenos Aires, donde tiene a su mamá y a su hija. Justamente, al ser consultados por su familia, ambos sonríen orgullosos: "Nuestras hijas se llevan muy bien, salen juntas, se mensajean. Logramos ensamblar una familia, jamás las forzaríamos a que se quieran, ha salido naturalmente por elección de ellas".
Mientras tanto, planean su 2017, lleno de proyectos. Además de la gira con Los Corruptelli luego de la temporada, Pablo producirá una obra para toda la familia que seguramente se estrene a mitad de año. Lucía, entre giras, presentará con Joaquín en abril el libro Hermanos, la verdadera historia: "No está volcado a nuestra parte artística sino más bien, familiar, infancia, adolescencia, cómo crecimos y terminamos cantando".
– ¿Cómo ven la temporada teatral?
Pablo: – Hay demasiadas obras para mi gusto y valen la pena. Hay algunas que vienen arriesgando la vida y la gente lamentablemente no las elige. Acá hay más de 50 piezas, mientras que en Mar del Plata hay diez. No son las racaudaciones del año pasado para el teatro, pero está bastante bien.
Lucía: – Soy una defensora absoluta de Mar del Plata, espero que se termine la campaña contra la ciudad. Es bueno que la gente se desparrame por todo el país.
– A Los Corruptelli les está yendo muy bien, ¿será por la identificación que generan los personajes, ya que en todas las familias hay 'un corruptelli'?
Pablo: – Los Corruptelli son una obra política, sociológica. Hablan de una familia corrupta que intenta afanarle al vecino, joder al de al lado, no pagar las cuentas, colgarse de la luz, del cable y ver si puede hacer algún negocio con el Gobierno. Hay muchas familias y gente así. No diría que es bien argentino, porque sería horrendo, el ser humano es corrupto y la política corrompe. Un ser humano se acerca a la política y su valor moral va descendiendo, quiera o no quiera. Este es un cuento muy sencillo y gracioso que habla de eso.
– ¿Cómo ves la realidad del país?
Pablo: – Difícil, pero algo ha cambiado. No me gusta ver a la gente presa, pero me tranquiliza mucho saber que alguien que nos ha robado esté detrás de las rejas. Es necesario mejorar la calidad de vida de las cárceles, que alguien que comete un delito vaya a un lugar digno y es necesario también que haya leyes más duras y justicia verdadera. No la hay, pero estamos en camino, es algo de mucho tiempo que yo tal vez no lo vea, pero sí mis hijas.
Me tranquiliza ver que alguien que nos ha robado vaya preso
Si de realidad hablamos, Lucía está sin dudas muy cerca de ella, ya que desde hace veinte años tiene junto con su hermano el hogar de chicos Los Pimpinela, donde viven, comen y se educan niños que fueron abandonados. Por su labor solidaria, a la cantante le toca ver situaciones muy duras.
"El hogar cumplió 20 años el año pasado. Todos los chicos que entran son de 1 o 2 años, abusados por sus madres, padres, abuelos, entorno", explicó con dolor.
– ¿Qué pasa con las leyes de adopción?
Lucía: – Debería haber una ley que proteja a la minoridad, que los resguarde, que puedan tener una vida digna con una familia que los quiera. Hay familias que están anotadas hace siete años en los juzgados. Hay muchos chicos que esperan una familia y familias que esperan chicos, entonces hay algo en el medio que no permite que eso se fusione y eso es lo que hay que acelerar, sin dudas. Sea el gobierno que sea.
Hay muchos chicos que esperan una familia y familias que esperan chicos, entonces hay algo en el medio que no permite que eso se fusione
– ¿Por qué los gobiernos no se hacen eco del tema?
Lucía: – Los chicos están como en una nube. Hay un juzgado que funciona bien, otros mal y si no hay alguien que presione… si hay una entidad que va bien, cambia el Gobierno y cambia la gente, así que otra vez a cero. La ley dice que un niño no puede estar más de 180 días institucionalizado, pero eso no pasa. En el juzgado ves que el padre abuso del chico, que la madre lo permitió, que es todo promiscuo, ¿qué espera el juez? ¿Qué se produzca un milagro y el padre le pida de rodillas perdón? Mientras, el chico sigue en una institución, que por más buena que sea, no es el lugar ideal para que se críe.
– ¿Qué te generan estas situaciones?
Lucía: – Hay cosas que me enervan, sublevan y me parecen totalmente a contramano. Me da mucha impotencia. Entró al hogar una nena de dos años con sífilis porque la madre se lo contagió con un aparato sexual, la nena sigue en el hogar, ¿qué carajo espera la jueza que la nena no tiene una familia? Y a los padres postulantes le preguntan boludeces, como dónde va a dormir el nene, ¿dónde va a dormir?, en una cama, antes dormía en el suelo, ¿qué puede ser peor que una nena sea violada por la madre? Y le hacen preguntas absurdas y retrógradas a una familia que lo único que quiere es dar amor y que hace diez años está anotada y se le va la vida… hay gente que se anota a los 40, tiene 50 y se arrepiente porque renueva el pedido y le dicen que está grande. Indudablemente hay algo que está mal.
¿qué carajo espera la jueza que la nena no tiene una familia? Y a los padres postulantes le preguntan boludeces, como dónde va a dormir el nene, ¿dónde va a dormir?, en una cama
Enojada por la desidia y la falta de compromiso por parte de los políticos, Lucía continuó: "Me dan ganas de salir… pero si uno tira una frase dura te tildan de represora, pero ¿dónde están los derechos humanos para estos chicos?, ¿quién sale a defenderlos?".
Pablo: – Tenemos los gobernantes que votamos, nuestra responsabilidad no termina el día que votamos, tenemos que tener presencia.
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