El nombre no es más que una ironía. Porque con Extinguidas, Noemí Alan encontró un nuevo renacer en el espectáculo: con la obra de José María Muscari volvió a pisar un escenario, hace ya tres años. Este 2017 llegó con una temporada en la Costa Atlántica: lunes y martes en el Teatro Atlas de Mar del Plata, y el resto de la semana con una gira por distintas ciudades balnearias.
En cada uno de los destinos, Noemí debe convivir con… ¡nueve compañeras!, cada una con un nombre en el medio: Adriana Aguirre, Patricia Dal, Silvia Peyrou, Mimí Pons, Beatriz Salomón, Sandra Smith, Naanim Timoyko y Pata Villanueva. Pero… "Nos llevamos bien, aunque no todas somos amigas -aclara la ex Hiperhumor-. Pero es lógico, hay distintas opiniones. De todas formas los trapitos se lavan en casa. Algunas se quedaron en los 80″.
En diálogo con Teleshow, la actriz -quien confiesa estar sola en el plano sentimental- desgrana su historia personal.
—¿Cómo te animaste a contar tu historia en publico?
—Lo conté hace unos años largos en un almuerzo de Mirtha Legrand. Y eso le sirvió a mucha gente. Hubo momentos muy duros en mi vida… Mi separación, por ejemplo; la muerte de mi hermano, que falleció incendiado… Y fue una mezcla de todo. En verdad empecé con mi adicción porque te van llevando, te juntás sólo con gente "de la noche y el boliche", y que está en la misma que vos. Además yo jamás compré nada de eso, me la regalaban.
Dejaban cosas en mi casa y yo no estaba enterada. Podría haber ido presa. Usaban mi casa de aguantadero
—Esos amigos "de la noche y el boliche" habrán desaparecido cuando vos empezaste a sanar.
—Desaparecieron, obvio. Además, no eran amigos. ¡Es más!, me usaban de mula. Me enteré después: dejaban cosas en mi casa y yo no estaba enterada. Podría haber ido presa. De golpe, sin llamar, aparecían en el living de mi casa y no sé cómo entraban… Usaban mi casa de aguantadero. Cuando no les serví más porque iba curándome, se fueron yendo.
—¿Te sentís una sobreviviente?
—Sí, claro. A veces, cuando veo en un noticiero alguien que muere por sobredosis, me quedo pensando en que esa persona podría haber sido yo… Me da mucho dolor, mucha pena.
—Llegaste al fondo y no te quedó más que pegar el salto y subir. ¿Qué fue lo que te impulsó a hacerlo?
—Mis hijos (de 24 y 22 años). Sin dudar. Ellos, y las ganas de no querer más de todo eso… Yo quería tener hijos sanos, y gracias a Dios mis hijos no toman ni alcohol.
—¿Tu adicción fue la causante de que te quedaras sin trabajo durante mucho tiempo?
—La primera baja de mi laburo fue con esa bendita foto que me sacaron con un general de no sé qué, en un show para los chicos de Malvinas. Fue horrible. El General Acosta me llamaba para amenazarme, pensaba que yo había vendido la foto para promoción. Después mi ex, que me fue alejando porque me quería en mi casa. Y tal vez me haya alejado un poco la adicción, aunque nunca tomé ni consumí con nadie del ambiente, si bien lo sabían.
Tenemos una generación que ya están quemados (por las drogas): por más que salgan no van a servir para nada
—¿Que pasa hoy, si alguien te ofrece?
—Nada. Se la hago volar. Me da asco: son basura, son veneno. Lo terrible es la porquería que le dan a los jóvenes. Tenemos una generación que ya están quemados: por más que salgan no van a servir para nada.
—¿Cómo la ves a Andrea Rincón?
—Con muchas ganas de salir y curarse, sólo que a veces la veo rodeada de gente que no me cierra. Hay que alejarse de la gente que no te hace bien. Ahí esta la clave.
Por Fernando Prensa