En 2003, Viviana Colmenero ingresó a "la casa más famosa del país" esgrimiendo un pasado difícil como principal argumento para participar del reality: había sido prostituta. Y en Gran Hermano pareció encontrar una especie de redención cuando, pese a los pronósticos iniciales, se consagró como ganadora.
El resultado de la ecuación asomaba como inequívoco: a partir de ahí, Colmenero podría protagonizar su propia historia de La Cenicienta criolla. Y… no. Su estadía en los medios duró unos meses, formando parte de una obra que se llamó -¿oportunamente?- Rubro 59. A partir de entonces poco se supo de ella, hasta que días atrás el móvil de un canal de noticias la encontró vendiendo collares en la Peatonal Florida.
Al movilero le costó reconocerla, un poco por el paso del tiempo -¡13 años!-, y bastante más porque en Disney no suelen inspirarse en los manteros del microcentro porteño para escribir sus fábulas de princesas. "Hacemos esto para darle de comer a nuestros hijos, pagar nuestras cosas e ir al supermercado", advirtió Colmenero como una improvisada vocera de sus compañeros. También astróloga -atendía a sus clientes en bares, por carecer de un lugar más adecuado-, Viviana llegó a la casa propia con los 70 mil dólares del premio otorgado por Telefe. Ahí vive con sus dos hijos.
Sin embargo, la situación de Viviana no debería sorprender. Otros hermanitos que también creyeron saborear las mieles del éxito, tienen un presente muy distinto al futuro que les fuera prometido en su momento.
Roberto Parra
Lo suyo tal vez haya sido una fatalidad temporal. Compañero en GH de Silvina Luna y Ximena Capristo, entre otros, Roberto Parra se consagró ganador a días de que Argentina se sumergiera -o se ahogara, más bien- en la crisis del 2001. "Gané 200.000 pesos y al salir de la Casa me agarró el 'corralito' y la devaluación -recordó El Negro, tiempo después-. Tuve que comprar 49.000 dólares a 3,64 cada dólar. Y me tocó cobrar después de dos meses de haber ganado". Si su consagración se hubiera dado unos meses antes de las medidas adoptadas por el ex ministro Domingo Cavallo, lo suyo habría sido otro cantar… (Y claro que no hablamos de los arbolitos que -en la peatonal Florida de Colmenero- cantan la cotización de la tan deseada moneda norteamericana).
Tampoco le cumplieron con un contrato de tres años para continuar ligado al canal. "A los 10 meses (desde Telefe) mandan una carta documento rescindiendo del mismo. Y si no tenés los pies sobre la tierra, afecta mucho", relató Parra, quien hoy se encuentra alejado completamente del medio, y con emprendimientos comerciales propios. Pero, ¿y la televisión? Mejor hacer zapping desde el sillón…
Diego Leonardi
¿Está mal decir que fue el Carlitos Tévez de Gran Hermano? Por su origen humilde, su carisma, por la traición de Marianela Mirra (¡esa maldita fulminante en 2007!), Diego Leonardi se convirtió en el participante del Pueblo. Muy querido por el público más fiel del reality, el joven oriundo de Caseros encontró su revancha -era el gran favorito de la edición que consagró a Mirra- en la versión Famosos, realizada inmediatamente después. ¿Cuál? Aquella de la que participó Amalia Granata, ¿te acordás?
Con el premio obtenido (107.000 pesos casi una década atrás, y un auto 0 km), más distintas presentaciones como cantante de cumbia, Leonardi -quien se había anotado en el programa tras haber pasado cinco años en la cárcel- pudo cumplir el sueño del techo propio. "Hice en un año y medio lo que a una familia le lleva treinta", destacó. No obstante, la iniciativa musical naufragó. El medio también le dio la espalda. Y al poco tiempo Diego debió empezar manejar un remís (tuvo un grave accidente que pudo haber sido fatal), y probar suerte con distintos trabajos, como obrero en una fábrica y empleado en un taller mecánico.
En octubre de 2015 fue detenido en Villa Pineral por resistirse a la autoridad: había sido denunciado por Sabrina, su pareja -madre de uno de sus hijos, ahora de un año y medio- por violencia de género. A los pocos días recuperó la libertad. Tras ese episodio, Leonardi ahora atiende un local instalado en su casa. "Los cinco minutos de fama te sirven para perder el tiempo, nada más", reflexionó un par de años atrás.
Rodrigo Fernández
¡750.000 pesos! Si ya la cifra resulta tentadora hoy día, ¡lo era todavía más en 2012! Eso embolsó Rodrigo Fernández al ser el elegido por el público de Gran Hermano, con apenas 19 años, en una de las ediciones menos populares (hay que decirlo). El joven entrerriano ingresó a la Casa con una valija llena de ropa, se fue con un bolso repleto de dinero, y ese mismo verano partió de vacaciones a Punta del Este por primera vez. ¡Y lo sorprendieron haciendo dedo! ¿Se había gastado cada billete? ¡Nooo! "Lo hago porque me divierte", contó Rodrigo, cargado de humildad.
Con esa plata se compró un departamento en Belgrano, se anotó en un curso de teatro y se subió a las tablas en una obra llamada Herencia compartida. El trampolín de GH no le permitió levantar vuelo, y lo suyo no prosperó más allá de una participación en una ficción de la TV Pública. Sin embargo, Rodrigo siguió estudiando, yendo a castings, golpeando puertas… Insistiendo, al fin, porque la vida del actor tiene muchos sinsabores. Pero resultó ser que la televisión argentina, al salir de la Casa, le cerró la puerta.
A los 23, Fernández sigue buscando su camino. Y apostando en grande, viajó a los Estados Unidos para ver si se termina siendo profeta en territorio ajeno. Se radicó en Los Ángeles -donde estuvo casi todo el 2015 como turista- para conseguir un papel, mientras continúa estudiando teatro y se mantiene en forma en un gimnasio. Y si bien no tiene problemas de dinero, y cuenta con un representante, por ahora la actuación le sigue resultando esquiva.
Caprichoso como es -y como lo fue con Colmenero, Parra, Leonardi-, vaya uno a saber qué habrá pensado el destino para Rodrigo. Y que no incluya fama, popularidad, guardias de fotógrafos y periodistas, selfies con los fans, autógrafos, escándalos mediáticos, difusión de fotos íntimas o videos prohibidos… Bueno, ¡tal vez no sea del todo una mala noticia!