El año que viene se van a cumplir diez del primer demo que grabó Salta La Banca. Tres de sus integrantes, Santiago Aysine, Juanjo Gaspari y Beto Grammatico, saludan con entusiasmo y entran al estudio. Fuera de cámara se ríen, hacen chistes, aparecen recuerdos –algunos pudorosos, otros nostálgicos–, no ocultan la energía que les crece adentro mientras se preparan para tocar en el Teatro de Flores este sábado 25 de junio. Cuando las cámaras se encienden no es que cambian, sino que se modifica la intensidad, intentan hablar más pausados, ser claros, para que quienes los escuchan entiendan que lo que hacen no es rock y nada más. "Salta La Banca es una banda que no sólo hace música sino que también dice un montón de cosas", cuentan el líder del grupo, sentado en el sillón junto a sus compañeros, como quien acaba de llegar a un bar, se saca la campera, se pone cómodo y pide la primera cerveza.
"Hubo un crecimiento en todo sentido pero costó muchísimo. A nosotros nos pasó un poco al revés de lo que pasa. La gente nos empezó a acompañar cuando todavía no estábamos preparados", recuerdan sobre su corta pero prolífica carrera en la música. "Hay que estar cada día a la altura de lo que te va pasando", reflexiona Grammatico, guitarrista del grupo, sobre la importancia de bajar de esa nube efímera que es el hit y la fama para construir un proyecto musical sólido que disfrute el presente pero que piense en el futuro, lo palpite, lo vaya a buscar.
El músico como un trabajador de la cultura
El arte siempre ha servido para comprender mejor los vaivenes de cada época. Sin embargo surge una pregunta: ¿qué lugar ocupa el artista: es un genio que está por encima de la sociedad o es un miembro más, especialista en su profesión? "Hay que generar un amor por la cultura del trabajo. Sobre todo de defender la posición del músico como un trabajador. Ese es un paradigma nuevo que hay que crear", reflexiona Aysine. Luego habla de la fiebre inicial que se generó cuando salieron a la superficie con su disco debut de 2009, Ya no somos dos ahora, que se mantuvo y creció exponencialmente. Y si bien fue sorpresiva, jamás temerosa, por eso asegura: "Siempre nos hicimos cargo del rol de comunicadores que tenemos (…) Nosotros sabemos que los pibes que nos vienen a ver forman parte de la clase obrera. Son pibes que se levantan todos los días a las ocho de la mañana a trabajar. Lo importante es que ellos sepan que hay una banda que piensa y que tiene en cuenta esa condición".
Su mirada no es ajena a los tiempos que corren, donde todos los productos parecen perderse en la bruma de internet donde todo parece ser lo mismo, sin saber quiénes crean y quiénes plagian. Por eso la búsqueda en un cambio de la conciencia, para pensar el rock de otra forma, sobre todo tras el quiebre que se generó a partir de la Tragedia de Cromañón, ocurrida en un boliche del barrio de Once en diciembre de 2004. Un golpe duro a la cultura, donde se cerraron los lugares para tocar y el miedo impregnó el ambiente. Un herida que acompaña a Salta La Banca, incluso desde antes de su formación, porque Santiago Aysine es uno de los sobrevivientes de aquella fatídica noche donde murieron 194 personas en el recital de Callejeros. Quizás este detalle pueda explicar mejor el lugar desde donde hablan.
Rock y política: ¿qué decir cuando nadie dice nada?
El rock siempre ha sabido intervenir en las crisis sociales e institucionales. Como forma de rebeldía o como acompañamiento, diferentes bandas y músicos han abogado por no callar frente a los conflictos políticos latentes, por ejemplo, en los años noventa o frente a la crisis del 2001. Pero, ¿qué sucedió durante los últimos 12 años kirchneristas? Para Santiago Aysine, letrista del grupo, el kirchnerismo se planteaba "incluso como una salida al socialismo", fue por eso que, frente a lo que ellos creían una teatralización, dispararon duro. Momento donde, desde la cultura rockera, pocas voces lo hicieron.
"Salta La Banca empezó a decir cosas en un escenario donde mucha gente, y sobre todo la mayoría, creían que era el mejor, o que se podía llegar a prever un gran escenario para el país, y nosotros no creíamos en eso y lo denunciábamos en ese momento", comenta Aysine. Las posiciones políticas del grupo son conocidas, levantando banderas de justicia por Luciano Arruga (secuestrado en 2009 por la policía bonaerense de Lomas del Mirador y hallado muerto en 2014) y Mariano Ferreyra, militante trotskista asesinado en 2010 por una patota de la Unión Ferroviaria. "Todos tenemos la misma ideología, vamos para el mismo lado (…) Si hay algo para reivindicar día a día de Salta La Banca es la legitimidad del discurso", cuenta sobre la importancia de emitir un discurso político y generar consenso en el grupo a la hora de componerlo.
"Esta gestión es la derecha, en su máxima expresión capaz, –asegura respecto al macrismo, hoy en el poder tras las elecciones de 2015– y no tengo nada qué decirle porque todos sabemos lo que es la derecha".
Hora de subir a 220
"Sacamos un Gran Rex de la galera", cuentan sobre lo sucedido el pasado jueves 16 de junio, que tocaron en el teatro de la calle Corrientes, y el sábado 25 estarán en el Teatro de Flores. Entre el acústico y el rockero, entre el "desenchufado" y el "a 220", como titularon ambos shows, hay un puente donde la banda tiene que prepararse para subir, para escalar hacia ese "denominador común que es el rock and roll", lugar donde más cómodos se sienten. "La primera parte de la obra de Salta La Banca estaba grabada más acústica y nos parecía que lo más congruente era tomarla y hacerla con toda la banda respetando no sólo las rítmicas sino también las coloraturas de esas canciones", dice Aysine sobre el pasado recital, aunque, asegura, necesitan "apretar un poco el acelerador" y ponerse a tono con lo que se viene.
"Al público, sobre todo al público argentino, le gusta mucho la canción, el género canción", agrega mientras piensa en los grandes referentes que tenemos en el rock local y cita a Andrés Calamaro, una figura indiscutible, porque "a la gente le gusta cuando hacemos un acústico, el hecho de fogonear las canciones…" Tras cinco placas publicadas –Ya no somos dos ahora (2009), Seremos (2011), Copla (2012), Visceral (2013) y Eureka! (2015)-y un sinfín de shows que acumulan cada vez más fanáticos, hoy Salta La Banca es una de las bandas más interesantes del nuevo siglo, dejando atrás perspectivas añejas y obsoletas de entender el rock argentino, y pensando en el presente, en lo que se viene, el futuro.