"La Bella y La Bestia": nostalgia, emoción y asombro

Una nueva versión de “carne y hueso” del clásico de Disney inspirada en el filme animado de 1991

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La historia es bien conocida: una joven hermosa va al rescate de su padre prisionero en un castillo, allí debe lidiar con una Bestia que le propone una permuta, quedarse encerrada entre esos muros a cambio de la libertad de su progenitor. Durante su estancia, la muchacha descubrirá quién se esconde detrás de la temible figura de la Bestia, y un amor aparentemente imposible nacerá entre ambos.

De todas las versiones fílmicas de este cuento de hadas, ninguna ha logrado la popularidad y la aceptación de la gente que ha obtenido la versión animada del estudio Disney. Un largometraje que por sus canciones, bellos colores y personajes entrañables, logró rápidamente transformarse en un filme de culto y en uno de los estandartes del Estudio.
En plena época de remakes "live-action" y tras el éxito de Cenicienta y sobre todo El Libro de la selva, era un paso lógico encontrarse con esta versión de "carne y hueso" inspirada en el filme animado de 1991.

Y en una decisión acertada, Bill Condon dirige este filme centrándose, homenajeando y recreando las secuencias, los personajes y hasta las canciones de la película original. Y es por este criterio que la cinta funciona, más allá de las comparaciones que aquí, sí, son odiosas, porque el ejercicio de nostalgia en el espectador al enfrentarse a momentos que ya conoce, materializados y corpóreos genera una experiencia que es pura magia. Hay en el metraje, lugar para nuevas situaciones y personajes que quizás molesten a algún purista, pero en líneas generales, son incorporaciones que ayudan a la trama y a la comprensión del mundo interior de los personajes.

Las canciones originales del filme, tan reconocibles, siguen estando, las versiones suenan actuales pero mantienen el espíritu, el cuerpo y la esencia de las grabaciones noventosas. Además conviven con naturalidad con tres nuevos temas cuyas melodías no desentonan con el resto.

Los actores, cumplen y los parecidos con sus homónimos dibujados son asombrosos. Josh Gad como Lefou, pero sobre todo Luke Evans como Gastón se destaca sobre el resto, gracias al histrionismo y química que desprende en cada secuencia que le toca jugar. Emma Watson como Bella, trasmite sentimiento en cada mirada y expresión, parece haber nacido para el papel. Y Dan Stevens, como Bestia, calza bien en el tono de voz, pero tiene un grave problema, y quizás sea el mayor que la película ofrece: el CGI con el que está hecho su personaje es realmente poco logrado. La interacción de esa Bestia digital con el resto del reparto humano hace mucho ruido y es anticlimático. Realmente, con los avances en el campo del maquillaje y los FX, hubiera sido un acierto ver a Stevens con las prótesis adecuadas, más real y cercano que el que finalmente nos ofrece esta adaptación. Distinto es lo que ocurre con los objetos que cobran vida en el castillo: Lumiére, Din Don y la Sra. Potts a pesar del rechazo que pueden causar la primera vez que dicen presente en pantalla (recordemos que lucen muy distintos a los clásicos animados) logran conquistar a fuerza del talento detrás de las voces y la mágica interacción con Bella.

La Bella y La Bestia es una experiencia fílmica intensa, destinada a todos los públicos, una historia de amor sin barreras que emociona y asombra por partes iguales.

Mi calificación: 9 puntos

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