Ante la posible desaparición de su pueblo, Moana, la hija del jefe de una tribu de la Polinesia, acude al llamado del Mar. Acompañada por Maui, un semidiós gigante, vivirá un sinfín de aventuras en medio del peligroso Océano.
Moana, es técnicamente una princesa de la galería de Disney, pero en términos reales, es una verdadera heroína. Astuta, valiente, y sin "un príncipe azul" como objetivo. De hecho, no hay interés romántico en la trama. Es en parte por esto, que la cinta es disfrutable para todos los públicos, incluido los varones, muchas veces relegados en este tipo de historias.
Ron Clements y John Musker, dos próceres que rescataron al estudio del Ratón Mickey con La Sirenita, dotan a esta película de una animación sofisticada, visualmente poderosa que atrapa, hipnotiza y que hace imposible que el espectador intente apartar la vista de la pantalla. Para eso, han combinado técnicas de última generación con animación tradicional, generando texturas, profundidad y realidad.
Como viene ocurriendo en casi todos los filmes del estudio, la música es un pilar fundamental y en esta oportunidad, como en Frozen, el metraje está plagado de hits instantáneos, gracias al talento de Lin Manuel-Miranda.
Acción, mucho humor, momentos emotivos y un mensaje de superación y de pertenencia, hacen de Moana: un mar de aventuras, una película profunda que nunca se transforma en solemne ni discursiva. Todo aquí fluye de manera natural, como el agua que corre por los océanos.
Mi calificación: 10 puntos