Santiago Chotsourian: "El Principito, como Mozart, nos remiten a lo esencial"

El director de orquesta dialogó con Infobae acerca de los comienzos de la música clásica hasta la actualidad

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Santiago Chotsourian es licenciado en Composición, Dirección orquestal y Dirección coral. Ha dirigido a lo largo de su gran trayectoria orquestas en el Teatro Colón y participado en numerosas óperas en nuestro país.

–Desde aquellos conciertos que hicimos con Amadeus en el monumento de los Españoles tan multitudinarios, siempre vuelve Mozart en esta fecha. Para fin de año nos vuelven las ganas, el deseo de volver y esta vez viene de la mano de El Principito de Saint – Exupéry. Es una narración sinfónica. Por un lado está el relato, la lectura del libro que lo hará Fernando Bravo, que tiene mucha experiencia radiofónica e interpretativa, y al mismo tiempo acompañado por la orquesta esa narración. Un poco como Perro y el Lobo ese tipo de género que se llama el cuento sinfónico. Al mismo tiempo mostramos las ilustraciones originales del libro y hay un percusionista que hace sus efectos; yo estoy al piano. El teatro Coliseo lo han remodelado todo, quedó fantástico. Es un lugar ideal para poder poner en escena este espectáculo de artes combinadas. La literatura, la música, la narración, los efectos sonoros y las ilustraciones originales del libro.

–Figuras tan importantes como El Principito y Mozart. ¿Qué crees que tienen en común ellos dos?

 –Son varias cosas pero yo creo que los dos, sobre todo en estas fechas de Navidad y fin de año, tanto El Principito como Mozart nos remiten a lo esencial, a esa forma de la belleza que es esencial porque es siempre. Entonces para fin de año uno qué quiere, qué piensa, lo que es primordial para tu vida, tus afectos, tu familia, se reúnen las familias. Todo lo que uno empieza a valorar como principal y primordial en la vida, a eso remite la estética de la música de Mozart y también el texto de El Principito, como dice 'lo esencial es invisible a los ojos'. Esas cosas que por ahí no las vemos en un determinado contexto, ahora en un teatro por ejemplo, las ponemos de relieve y entonces todos sí las miramos, las miramos con el corazón, qué es lo importante, qué es lo que vale la pena, qué no vale la pena. En el año que pasó por ejemplo. La música de Mozart nos lleva de alguna manera a esa mirada de las cosas permanentes, eternas, que en eso consiste lo clásico, el clasicismo, lo que permanece.

–¿La música clásica está un poco en crisis en los últimos tiempos?   

–Buena pregunta. No la música clásica pero sí la belleza. Tenemos la mirada muy distraída de cosas muy inmediatas, de cosas que enseguida nos dan satisfacción, que nos da una respuesta rápida a lo que creemos necesitar. La música clásica tiene otro segmento y otro fondo y otro trasfondo, al igual que la literatura. Un libro no lo lees en cinco minutos como te jugas un jueguito. Lo mismo la música clásica requiere una decantación, un tiempo diferente pero también lo que te deja es más profundo. En ese sentido no sé si hay una crisis pero sí una desatención a las cosas profundas, en las cosas que tienen verdadero valor y al mismo tiempo una especia de ansiedad generalizada por las satisfacciones más inmediatas.

¿Crees que la sociedad de alguna manera impone ese ritmo tan inmediato de querer todo ya?

En el fondo creo que vos, todos nosotros, sabemos que eso es pasajero. De una u otra manera terminamos envueltos en ese comercio diario. Entonces es bueno poder darse ese tiempo de separarse un poquito del ruido generalizado, sobre todo ahora a fin de año que hay tantas ofertas y también tanta ansiedad por lo que vamos hacer el año que viene, qué hago o qué no haré. A lo mejor es un buen momento de frenar y de mirar las cosas más esenciales. Buscar esos lugares uno, no necesariamente venir a ver nuestro espectáculo, sino charlar con alguien, pero buscar ese espacio de reflexión sobre las cosas más profundas. Nosotros por eso hacemos este espectáculo que lo organiza el canal Arpegio, todo el año estamos emitiendo música clásica y tratando de poner en circulación, a disposición social gratuita la ópera, el ballet, las cosas que nos parecen valiosas. Pero el jueves tenemos esta convocatoria que es inmediata para nosotros, pero en definitiva se trata de ir a ver algo que valoramos muchos.

¿Cómo crees que se debería fomentar el amor por la música clásica? 

Nosotros hace muchos años que lo venimos haciendo. La primera vez fue en Radio Clásica, luego el momento más culminante digamos de la divulgación de la música clásica fue en la historia reciente en la radio Amadeus que fue obra e idea de Daniel (Hadad) y ahora lo hacemos a través de Arpegio, tanto a través de la radio como de la televisión, la Televisión Digital Abierta. Arpegio es una señal 24 horas. La televisión es un medio posible pero fundamentalmente hay algo interpersonal. Yo pienso que si en la escuela no se trabaja con la música clásica, ya sea dando a conocer, se escucha poca. Hay mucha experimentación con pedagogías de las más exóticas pero nunca se escucha música. Yo no recuerdo haber escuchado a un profesor en la escuela me haya traído un disco o que hayamos compartido una sinfonía de Beethoven. La experiencia de la música no es solo escuchar, sino hacer. Cantar usar la voz, tener conciencia de la propia voz que tenemos, para hacernos oír, no solo para discutir, para plantear nuestras ideas, para lo que fuere, pero también para cantar. Tenemos una voz para hacer melodías o para cantar con otros, juntarnos en casa y cantar o tocar con otros. La conciencia de la propia voz me parece que es un tema muy interesante para profundizar en el terreno educativo. Nos preocupan las adicciones de los jóvenes, pero adicto es lo que no dice. De ahí viene la raíz de la palabra, entonces la conciencia de una propia voz para poder decir lo que me pasa, para decir lo que pienso de esta realidad y poder elaborar las dificultades que tengo o las dudas, las contradicciones que siento en la adolescencia, poder tener una voz y empezar a hacer uso de la palabra. Es el comienzo de arrancar a elaborar un futuro.

–¿La música clásica requiere más paciencia que otros géneros? 

El aprendizaje de la música clásica en cierto modo sí. Aprender a tocar el violín o el piano, por ejemplo, es bastante riguroso. Pero eso no implica que escuchar una sinfonía sea igualmente difícil. Escuchar a Mozart, una cantata de Bach o ir a ver una ópera al Colón no comprende esa dificultad, que nos queda a todos como un fantasma de alguna vez que quisimos estudiar un instrumento y nos resultó muy difícil y finalmente terminamos tocando la guitarra, que con dos acordes ya cantamos una canción, lo cual está perfecto y está buenísimo. No todos se tienen que dedicar a la música clásica. La música es como que todos quisiéramos ser escritores, pero también ser escritor es muy difícil. También para un pintor. Pero uno va a un museo y se sorprende cuando ve un cuadro sin necesidad de ser un experto. Después hay un camino que uno va haciendo. Lo que vas escuchando no todo te va a gustar. A vos te habrá gustado una obra de piano, de violín y de todo lo que hay –que es muy diverso–, pero cada uno va haciendo su camino. Nadie tiene toda la biblioteca en su casa, tiene los libros que va eligiendo y también los discos. De algún modo, ese camino no tiene un plan prefijado. A lo mejor empiezas escuchando algo de rock que te gustó o que le gustaba a tu papá, y eso te lleva a profundizar algo de blues. Y del blues escuchas algo de jazz y te interesó. La música barroca tiene algo y así sucesivamente.

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