Quién fue la bella diva de Hollywood que "inventó" el Wi Fi

Durante años su aporte quedó invisibilizado. Desarrolló la técnica del espectro ensanchado, que fue clave para la comunicación inalámbrica. También fue una de la primera mujer en protagonizar un desnudo en la pantalla grande

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Intensa, con vueltas y, por momentos, difícil. Así fue la vida de Hedy Lamarr, una bella e inteligente vienesa que nació el 9 de noviembre de 1914, desafío los cánones de la época y revolucionó el mundo con un invento que sentó las bases para el posterior desarrollo del Wi Fi.

Como ocurrió con otras mujeres brillantes de su época, quedó, por muchos años, invisibilizada en la historia. Su reconocimiento llegaría recién después de su muerte.

Fue actriz y pintora aficionada. De mente inquieta, desde pequeña sus docentes la calificaron como una niña superdotada.

Lamarr junto a John Hodiak en el film “Una dama sin pasaporte”
Lamarr junto a John Hodiak en el film “Una dama sin pasaporte”

A los 16 años comenzó a estudiar ingeniería en telecomunicaciones. No llegó a graduarse porque su labor como actriz y un matrimonio prematuro con un hombre controlador y posesivo le dejaban poco lugar para la exigente cursada.

De todo modos, jamás abandonó su pasión por las ciencias. Continuó capacitándose por su cuenta y se convirtió en una inventora que daría que hablar: concibió, junto con el pianista George Antheil, la técnica del espectro ensanchado, el primer paso en el desarrollo del Wi Fi. El invento fue patentado el 11 de agosto de 1942.

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El espectro ensanchado es una técnica de modulación que se utiliza en telecomunicaciones para transmitir datos digitales y por radiofrecuencia.

Lamarr también marcó un hito en el séptimo arte: fue la primera mujer en protagonizar un desnudo en la historia del cine. Fue en la película Éxtasis, bajo la dirección Gustav Machaty, que se estrenó en 1933.

Ese mismo año, y con apenas 19 años se casó con el empresario Friedrich 'Fritz' Mandl. Fue un matrimonio arreglado por sus padres y contra su voluntad.

Hedy Lamarr con dos de sus hijos (Getty)
Hedy Lamarr con dos de sus hijos (Getty)

Su relación con Mandl fue un infierno, como ella misma contaría en sus memorias. La sometía a un estricto control, no podía ir a ningún sitio sola (hasta llegó a asignarle una asistente para que la controlara) y pasaba largas horas encerrada en su hogar.

Durante los cuatro años que estuvieron juntos tuvo que dejar de lado la actuación. Su vida se limitaba a acompañar a su marido a cenas y viajes de negocios.

En 1937 se escapó de su hogar, disfrazada, y viajó hasta París. De allí se fue a Londres, y luego a Estados Unidos. En ese viaje conoció a Louis B. Mayer, de la Metro Goldwyn Mayer (MGM), quien la contrató como actriz. Fue el primer paso que la llevaría a convertirse en una diva de Hollywood.

“Cualquiera puede ser glamorosa. Sólo hay que permanecer quieta y parecer estúpida”, es una de las frases que solía decir la actriz e inventora (Getty)
“Cualquiera puede ser glamorosa. Sólo hay que permanecer quieta y parecer estúpida”, es una de las frases que solía decir la actriz e inventora (Getty)

Quizás lo único bueno que le dejó la relación con su primer marido (luego se casó otras cinco veces más) fue un aprendizaje colateral sobre tecnología de avanzada para aquellos tiempos.

Es que Mandl era proveedor de municiones, de aviones de combate y de sistemas de control de Adolf Hitler y de Benito Mussolini. Y Hedy aprovechó cada oportunidad que tuvo para aprender sobre los desarrollos armamentísticos de aquel entonces; así como de telecomunicaciones, su gran pasión.

En plena Segunda Guerra Mundial, uno de los principales problemas era la transmisión de comunicaciones. Así fue que Lamarr se abocó en encontrar una solución para ese inconveniente.

Para Lamarr no fue fácil ser mujer y bella. Si bien le sirvió para triunfar como diva en la pantalla grande, su género y hermosura fueron una barrera para lograr un reconocimiento en la ciencia (Getty)
Para Lamarr no fue fácil ser mujer y bella. Si bien le sirvió para triunfar como diva en la pantalla grande, su género y hermosura fueron una barrera para lograr un reconocimiento en la ciencia (Getty)

Pensó que la frecuencia se podía cambiar de forma constante, tal como sucede cuando se toca un piano. De hecho, llegó a este descubrimiento de la mano del pianista George Antheil.

Lamarr y Antheil utilizaron un rollo de papel perforado para que la frecuencia fuera variando entre 88 valores, como las teclas de un piano. Así, la secuencia sólo la conocería quien tuviera la clave y de ese modo se aseguraba que la comunicación quedara segura.

En otras palabras, al alternar la frecuencia (del transmisor y receptor), se podría controlar, por ejemplo, un torpedo por radio y sin interferencias (algo fundamental en tiempos de guerra). Luego de varios meses de trabajo, patentó su invento.

Al poco tiempo, desde la Marina decidieron abandonar el proyecto por no considerarlo del todo confiable. Sin embargo, en 1962, y una vez que caducó la patente, el gobierno de Estados Unidos utilizó esta técnica para las comunicaciones militares.

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Y en la actualidad, muchas tecnologías se basan en este sistema que permite las comunicaciones inalámbricas a de larga distancia. Lamarr y Antheil nunca hicieron dinero con su invento.

Lamarr tuvo dos hijos biológicos (Anthoy y Denise Loder) y uno adoptado (James Lamarr Markey). Falleció el 19 de enero de 2000 en Caselberry, Estados Unidos.

Sus logros en el campo de las telecomunicaciones recién fueron reconocidos en 2005, cuando se declaró el 9 de noviembre (fecha de su natalicio), como el Día del Inventor en Austria, Suiza y Alemania. A su vez, en mayo de 2014, Lamarr y Antheil fueron sumados al Inventors Hall of Fame de Estados Unidos.

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