"Con el pensamiento de diseño uno toma distancia y antes de resolver un problema, uno se encarga de buscar el problema. ¿Estamos resolviendo el problema correcto, ése es principio esencial", explicó Sam Yen, jefe de diseño y director ejecutivo de Silicon Valley Labs de SAP, durante un encuentro con la prensa del que participó Infobae. Así resumió la forma que tienen de encarar sus proyectos, a diario, en una de las empresas de desarrollo de software más grandes del mundo.
Para ilustrar este concepto, al que llaman pensamiento de diseño o design thinking en inglés, uno de los expositores recurrió a un ejemplo por demás elocuente y que se resume así:
Una compañía tenía problemas recurrentes con la tubería de agua subterránea que tenía en una de sus fábricas. Estaban corroídas y se tapaban con las heces y pelos de conejos que ingresaban allí con frecuencia. A raíz de esto la empresa se había visto en la obligación de cambiar las tuberías con frecuencia. El costo de tiempo y dinero era enorme. Exterminar a los conejos parecía ser la única solución para ellos.
¿Pero era realmente ésa la única alternativa? A alguien se le ocurrió abordar el tema de otro modo. Hacerse otra pregunta: ¿por qué los conejos se empecinaban en ingresar a los tubos? La respuesta que surgió fue que en la zona había sequía y era evidente que, para los animales esos oasis de metal constituían el único recurso para sobrevivir. De otro modo se morirían de sed. Así fue que decidieron instalar bebederos en los alrededores. El conflicto se resolvió y, por suerte, no se cometió ninguna matanza.
Ver más allá de lo obvio
Esta forma de ver el mundo es muy similar a lo que algunos describen como pensamiento lateral. Salirse de la caja. Independientemente de cómo se lo decida llamar lo cierto es que el principio detrás del todo eso el mismo: mirar más allá de lo obvio. Como decía el científico Arthur Mendelsen en el film de Patch Adams, durante una de las escenas más famosas de la película: "Mirá más allá de los dedos. Elegí ver lo que nadie más ve por miedo o conformismo, y descubre un mundo nuevo cada día".
Ése es el leitmotiv de los grandes innovadores de Silicon Valley. Y también la de otros tantos pensadores que, desde distintas partes del mundo, se animan a romper convenciones, cuestionar estándares y dejarse guiar por sueños alocados que luego convierten en inventos increíbles.
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Animarse a cometer errores
Claro que antes de que eso ocurra es necesario cometer errores. Más bien es inevitable hacerlo. "La única forma en que se va descubrir la solución ideal es a través de la experimentación. Y las fallas son inherentes a la experimentación. Y eso requiere una mente muy diferente. Lo que llamo mente de tipo 2, que implica no tener miedo a cometer errores sino más bien sentir temor ante la posibilidad de perder oportunidades", destacó Baba Shiv, profesor de Marketing en la Universidad de Stanford, durante la presentación.
Bill Gates, Steve Jobs y Mark Zuckerberg son apenas algunos de los tantos ejemplos de innovadores en el mundo tech que rompieron el molde y desarrollaron lo que otros, en su momento, no veían viable.
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Hacer buenas preguntas
Todos los genios fueron cuestionadores del status quo. No se conformaron con sólo recibir pasivamente órdenes e información ya dada. Es que el innovador es revolucionario porque porque, por medio de la investigación, duda, pregunta y redefine nuevos estándares que eventualmente serán cuestionados por alguien más.
"Hacer buenas preguntas es una especie de arte. Yo le digo a los ingenieros, especialistas en Marketing o Ventas, a todo el mundo, que hagan buenas preguntas y que practiquen porque cuando mejor lo hagan, mejores serán los resultados", concluyó Timothy Chou, profesor universitario y experto en tecnología.
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