El modus operandi parecía no tener grietas y funcionaba a la perfección. Primero, Juan Carlos Insúa, quien supo tener cargos en sindicatos de la carne y agrarios, adquiría los ladrillos de cocaína en la ciudad de Buenos Aires que tenían como destino Villa Mercedes, en la provincia de San Luis. Se trataba de unos 5 kilos que le entregaba un proveedor peruano. Aunque el origen de la droga sería boliviana, de menor pureza que la producida en Perú, la ganancia era millonaria.
Luego, con el acotado pero valioso cargamento en su poder, él y su socio, Raúl Ramayo, coordinaban un punto de entrega en alguna localidad intermedia entre CABA y San Luis, tales como Laboulaye (Córdoba); Rufino (Santa Fe); Junín, Chacabuco o Luján (provincia de Buenos Aires).
El intercambio se realizaba en la vía pública a la vista de todos, en ocasiones, en una estación de servicio. Y era simple: Insúa le daba a Ramayo la cocaína y Ramayo le entregaba el dinero de la recaudación de la venta del envío anterior.
El paso siguiente tenía como protagonista principal a Diego “El Gaucho” Funes quien esperaba a Ramayo ansioso en una quinta que los miembros de la organización llamaban “el campo de merca”. Funes, quien se destacaba “por un ritmo bárbaro” en la actividad, era uno de los mayores distribuidores del polvo blanco en Villa Mercedes. A su vez, “El Gaucho” entregaba el efectivo del cargamento previo. Esa operatoria se hacía siempre entre las 22:30 y la 1 de la madrugada.
Sin embargo, el socio de Insúa se guardaba un kilo para entregar a revendedores en Merlo, su ciudad y en Carpintería, un pueblo vecino. Lo hacían por pura ambición. Claro que compartía esas ganancias con Insúa.
“Con el ritmo del Gaucho y lo que tenés vos allá. Y si le sumamos Mendoza, en tres o cuatro meses estamos en otra galaxia, amigo”, se entusiasmaba el sindicalista en un audio que reveló este domingo Infobae. La conversación es parte de la investigación, a cargo del fiscal federal de Villa Mercedes, Danilo Miocevic, la Procunar, encabezada por Diego Iglesias y la Auxiliar Fiscal Florencia Compaired.
En otra de las charlas, Insúa le indica a su cómplice: “7 lucas el g”. Este dato permitió a los detectives dimensionar de forma aproximada el flujo de dinero de estas entregas semanales: teniendo en cuenta el precio del gramo de cocaína, los incipientes capos narco venderían el kilo por un total de $7.000.000.
Sobre esta base, teniendo en cuenta los envíos de aproximadamente cinco kilogramos semanales, se estima que el negocio le significó al dúo $35.000.000 de ingresos brutos semanales, o bien, unos $140.000.000 mensuales. Proyectado a los seis meses en que se evidenció esta mecánica, habría adquirido un total aproximado de $840.000.000, equivalentes a 120 kilos de cocaína.
El precio a los revendedores, en mayo de 2024 rondaba los $12.000 el gramo. Si se proyecta este valor, el kilo distribuido entre los revendedores de Merlo significó para la banda una ganancia de $12.000.000. A esta maniobra, la llamaban “lo nuestro”, debido a que no existían intermediarios.
La novia de Insúa, Sandra Cnochaert, era una de las principales testaferros y prestanombres de la organización. Con ella viajó a Miami y grabó los videos que ilustran esta nota. Por otro lado, Juan Cruz Insúa, su hijo, ponía disposición los vehículos con los que operaban.

“Tema dinero... En el paquete de Carpintería hay dos millones. Ahora te mando los 400 mil que faltan. De Merlo mandé 1,5 en efectivo, te mandé 500 en transferencia”, le informa Ramayo en uno de los audios que constan en la causa. “860 mil. ¿Qué me contás? Palito metimos. 300 mil de los 700 mil de Carpintería y Merlo 700 mil”, festeja.
Insúa, en distintos pasajes, utilizó sus cargos en el Sindicato Obrero de Frigoríficos Empleado de Carne y Afines (S.O.F.E.C.A.) y en la Federación de Trabajadoras y Trabajadoras agrarios (Fe.T.A.R.A) como una pantalla, para justificar sus constantes movimientos a la provincia de San Luis.
No fue casual: el 31 de enero de 2023, impulsado por una idea propuesta por INSÚA, las autoridades de S.O.F.E.C.A. crearon la “Delegación San Luis” del sindicato, designando a Insúa como “Delegado reorganizador”.
De la misma forma y ese mismo mes, Fe.T.A.R.A. creó la delegación normalizadora de la provincia de San Luis, y también designó al compañero Insúa como encargado de ese proyecto.
En ese rol, alquiló un predio en Villa Mercedes para desarrollar el “Camping Fetara” (así aparce en Google Maps). Fue la cobertura ideal para “el campo de merca”, donde se realizaban los intercambios con Funes. La palabra clave era “novillos”.
“Estamos construyendo nuestro imperio, al talle y la medida que nosotros queremos”. Las palabras del líder prometían más y todo marchaba a la perfección. Incluso, proyectaban expandirse hacia Mendoza, Ushuaia, Córdoba, incluso a España, cuando el 19 de junio de 2024 la aventura narco llegó a su fin.
La caída del imperio
El 15 de junio de 2024, en una causa que investigaba la venta de droga en la zona, se detectó una comunicación entre Natalia Amar, una de las principales revendedoras de la banda en Merlo, y una amiga, a quien le comenta: “Raúl viajó a Buenos Aires, preparó todo, los estaba por mandar con los colectivos del Kilómetro 1”. A la vez, dijo que “Raúl había viajado en colectivo particular y había dejado “los paquetes armados”. Por último, indicó que la ruta estaba complicada. No sabía que la estaban escuchando.
Ese mismo día, Ramayo se comunicó con Insúa a través del teléfono de Amar. Le dijo que había encontrado la solución: que la mujer podía salir esa misma noche y que se podían volver juntos en la camioneta.
Tal como habían pactado, el 17 de junio Amar viajaría a Buenos Aires. En una nueva charla telefónica con su amiga, le deslizó la posibilidad de regresar “con el cabecilla”.
Finalmente, el 19 de junio de 2024, mientras transportaban 1,093 kilos de cocaína a bordo de un Fiat Strada, Insúa y Amar fueron sorprendidos por efectivos de la División lucha contra el Narcotráfico de la policía provincial, en las inmediaciones de La Punilla, San Luis.
El arresto de Insúa abrió un nuevo capítulo judicial, a cargo del juez federal de Villa Mercedes, Juan Carlos Nacul y en el que intervino Gendarmería, la Policía de San Luis y la PFA.
Como resultado de la nueva investigación, la semana pasada con una nueva detención en su celda del penal de San Luis, donde había sido alojado y fuentes del caso indicaron a Infobae que los 13 detenidos en esta etapa podrían ser procesados.
De esta manera, con esa llamada, sus anhelos imperiales se frustraron. Le resultará, al menos, muy difícil salir de prisión en un futuro cercano.
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