Es un pequeño rincón del Este de la provincia de Córdoba, a pocos kilómetros de San Francisco. Allí reina el silencio. Parece ser la melodía habitual más escuchada por sus apenas 130 habitantes. El pueblo se llama Estación Luxardo y forma parte de la comuna denominada Plaza Luxardo. Tiene un destacamento policial, un pequeño edificio comunal, una capilla y una escuela de grandes dimensiones. Son sus cuatro pilares. Para muchos de sus vecinos "no pasa nada" durante la mayoría de los días. Sin embargo, desde hace unos meses la armonía se vio atentada por un hecho repudiable y que parecía olvidado: se cometió nada menos que el primer crimen en más de 20 años.
El lunes a las 2:23 de la madrugada, el comerciante Jesús Ernesto Camisassa murió a los 71 años en la sala de terapia intensiva del Hospital Iturraspe de San Francisco. El hombre perdió la vida después de cinco meses de agonía en un estado delicado: en abril fue atacado a golpes en un supuesto robo en su lugar de trabajo y nunca pudo recuperarse de las severas heridas sufridas en la cabeza.
En Estación Luxardo, Camisassa era simplemente "Cachito". Él vivía en San Francisco, pero trabajaba desde hace 19 años justo enfrente de la estación de ómnibus de Luxardo, a la vera de la Ruta Provincial N° 1. Arrancó su negocio con un pequeño carrito de venta de choripanes y hamburguesas junto al camino, al que llamó "El Carrito de Cachito". Con el pasar de los años, el carrito se convirtió en una pequeña despensa, un local de comida al paso.
"Cachito era muy amigo de todos. Cada persona del pueblo lo conocía y charlaba con él cuando pasaba cerca de la estación. Él le daba de comer a la gente. Los camioneros o los trabajadores del campo, pasaban por su casita y se alimentaban. Evitaban tener que cruzar todos los campos para irse a comer a sus casas. Eso lo hizo muy conocido y muy querido en Luxardo", le comentó a Infobae Raúl Berardo, de 70 años y quien está consagrado como el único vecino de todo el pueblo que nació y todavía vive allí.
"A mi viejo lo conocía mucha gente. Antes de su local en Luxardo había tenido otro puesto de comida durante 24 años en San Francisco. Lo conocía todo el mundo. Me escribieron mensajes y me llamó gente de Luxardo y de todos los pueblos de la zona. Hasta la una de la mañana estuve recibiendo mensajes de apoyo. Se hace muy difícil, pero es lindo ver cómo lo querían a mi papá", le dijo Claudio, el hijo de Camisassa, a Infobae.
El episodio trágico ocurrió el 27 de abril. Poco después de las seis de la tarde, "Cachito" fue encontrado tirado e inconsciente en el suelo de su local con muchos golpes en su cabeza. El ataque había ocurrido a las cuatro y media. De acuerdo a la investigación, apenas le robaron un puñado de billetes que tenía en la caja registradora, un teléfono celular y algunas tarjetas telefónicas. Se supone que el agresor lo conocía, ya que no había ninguna entrada forzada ni signos de algún enfrentamiento.
El cuerpo convaleciente de "Cachito" fue hallado por trabajadores de Dirección de Vialidad Provincial que se habían acercado a la tienda para comer algo. Presentaba varias heridas en su cabeza. Después se constatarían graves lesiones cerebrales.
"Jamás nos imaginamos que le podía pasar eso en un pueblo así. Precisamente, él nos contaba siempre que viajaba con alegría a Luxardo para abrir su negocio. Todos lo saludaban, charlaban con él, había mucha tranquilidad allí", afirmó Claudio, su hijo mayor, quien se lamentó: "Si la inseguridad llegó a un pueblo como Luxardo, es que ya no se puede estar tranquilo en ningún lado".
Una vez que se hizo conocido el ataque, la conmoción en Luxardo fue inmediata. Se trata de un pueblo donde la inseguridad y la violencia estuvieron ausentes durante años y años. Una suerte de oasis comunitario en el centro del país. Tal es la tranquilidad con la que se vive el día a día, que la comisaría está compuesta solo por un integrante.
Precisamente, al momento del hecho violento, el único policía del pueblo estaba de licencia, ya que en las semanas siguientes obtendría el pase a retiro. El oficial permanecía dentro del destacamento pero ya no realizaba el recorrido habitual por las calles del pueblo. En junio apareció su reemplazo.
"Acá no pasó nada durante años. El último hecho de violencia que hubo fue hace más de 20 años, ya ni recuerdo en qué año exacto. El policía de esa época, que se llamaba Higo de apellido, empezó a perseguir a unos ladrones que habían venido desde la ciudad de Córdoba. Estos chorros se escondieron en un árbol y lo mataron a tiros. Desde entonces, no volvió a pasar nada", relató Berardo.
Berardo se siente como una especie de padrino del pueblo. Su padre fue el dueño del bar principal del lugar. "No tenía nombre, era simplemente el bar de los Berardo. De lunes a domingo venía toda la gente de la colonia con sus caballos, sus sulkys, y se armaban como seis o siete partidos de bochas. Era la gran atracción de Luxardo". Por eso, teme que el crimen de Cachito pueda provocar que algunos de los pocos residentes se muden a las localidades vecinas.
"Es una cosa medio rara. Nadie sabe lo que pasó. Nadie dice nada. Este pueblo vive de la ganadería y la agricultura y toda la gente es solidaria entre sí. Nos ayudamos entre todos y convivimos con mucha paz. Realmente nadie tiene la necesidad de hacerle daño a otro o de salir a robar", reflexionó.
Como consecuencia del hecho, a las pocas semanas fue detenido un hombre oriundo de San Francisco, ubicado a 13 km. Sin embargo, ante la falta de pruebas en su contra, fue liberado a los pocos días. Desde entonces, no hubo ningún nuevo detenido ni sospechoso y no se registraron demasiados avances en la causa.
Camisassa dejó así a cuatro hijos: el propio Claudio (44), Carlos (41) y las mellizas Lorena y Soledad (31). Ninguno de ellos sospecha de algún tipo de ataque planificado o enfrentamiento previo con algún integrante de Luxardo, pero sí esperan que a partir de la próxima semana se agilice la investigación, a cargo de la fiscal Leonor Failla.
"La verdad es que para nosotros la investigación está siendo muy larga. A partir de la muerte de mi papá, la carátula va a cambiar a homicidio culposo. Espero que con eso se trabaje con más rapidez", destacó su hijo a Infobae.
En tanto, lo sucedido a Cachito se transformó en el tema de conversación del pueblo a lo largo de los últimos dos meses. En Estación Luxardo ya no queda ninguna panadería, tampoco hay peluquerías. Casi todo sucede en el único "autoservicio" disponible en el lugar. Allí, los clientes tratan cada día de encontrarle una explicación a lo ocurrido. Ni siquiera se cuestiona la posibilidad de que el atacante haya sido un integrante del propio pueblo.
"Es inevitable, la noticia cae mal porque este es un pueblo muy tranquilo. Pero bueno, parece que el destino es así y cada uno tiene el propio", deslizó Berardo.
En Estación Luxardo se vendrán así tiempos de reflexión y días para superar la tragedia. Ya quedan pocas charlas alegres sobre la fiesta del 60° aniversario que el último sábado cumplió el Club Social y Deportivo (donde "ocurren todos los bailes y las cenas"). Hoy todos tratan de digerir el duelo por la muerte de Cachito, el de las hamburguesas, y mantienen su intriga sobre lo que pasó en el pueblo que hasta hace unos meses albergaba la paz eterna.