"No es algo de ahora, ya de adulta. Toda su vida fue igual, altanera, soberbia. De chica se comportaba como si perteneciera a una alta alcurnia. Te trataba con desprecio". Mucho tiempo antes de ser imputada por la Justicia por el asesinato de su novio Genaro Fortunato, Julieta Silva construyó en la ciudad de San Rafael una fama como mujer conflictiva, con una actitud violenta y destrato hacia el prójimo.
La joven de 29 años fue imputada por la Justicia por el homicidio de su novio Genaro Fortunato, un rugbier de 25 años, después de que el viernes por la noche lo atropellara con su auto a la salida del bar Mona.
La comunidad sanrafaelina tomó con una sorpresa enorme el hecho. Sin embargo, según el relato de quienes la conocieron, es como si el comportamiento de la joven durante toda su vida en la ciudad hubiera estado encaminado hacia un episodio de violencia.
"Yo iba al colegio con ella y ya desde muy chica tenía problemas con muchos compañeros. Discriminaba a los que eran diferentes y hasta se ponía con una actitud de desprecio con los que menos tenían, cuando ella también provenía de una familia humilde", le relató a Infobae un joven que la conoció desde la infancia y prefirió no revelar su identidad.
Silva acudió a la escuela pública José Villanueva. De acuerdo con el relato de quienes la conocieron, desde muy pequeña tuvo un afán de protagonismo y adoptó un rol importante en cada curso en el que estaba. "Era una de las alumnas populares y se comportaba con desprecio con aquellos que pasaban más desapercibidos", relató el ex compañero.
Con el pasar de los años, Silva logró mantener apenas un puñado de amigas de la primera infancia. Solía cambiar de grupos con bastante frecuencia.
El cambio radical de su vida se produjo poco después de pasar los 20 años, cuando, ya con un hijo de un vínculo anterior, se puso en pareja con Pablo, el dueño de librería Fénix, uno de los comercios con más éxito en toda la ciudad de San Rafael.
"Haberse puesto de novia con un hombre tan conocido en la ciudad y de tan buen pasar era lo último que le faltaba. Ahí encontró motivos como para comportarse con altanería. Se paseaba por la ciudad como si fuera la primera dama, más o menos", describió Jimena (seudónimo de otra ex amiga que prefirió ocultar su verdadera identidad) a Infobae.
Así, Silva ya disponía de un departamento y vehículo propios. Después, tendría su segundo hijo (el primero con el empresario), al que enviaría al prestigioso colegio Hermanos Maristas.
Mientras tanto, se desempeñaba como jugadora de hockey en el club Banco Mendoza y había lanzado su propio local de indumentaria en el centro de la ciudad, "Verde Limón". Parecía haber alcanzado el status que tanto había buscado durante su vida.
Nunca quedó claro el motivo por el cual se separó del empresario. Algunas voces aludieron a episodios de celos repetidos, pero nadie se atrevió a confirmarlo.
Lo cierto es que Silva, ya asentada en el ambiente del rugby y el hockey, conoció a Genaro Fortunato, un joven y talentoso rugbier del club Belgrano, que salía de una relación de años con una chica llamada Agostina.
El vínculo entre Silva y Fortunato duró apenas unos seis meses y finalizó de un modo tan trágico como inesperado. Después de una fuerte discusión en un bar, la joven atropelló con su auto Fiat Idea al deportista. El golpe fue tan brusco que la propia autopsia reveló que Fortunato falleció por lesiones irreversibles en su cabeza.
"La relación entre ellos era un tanto enfermiza. Así como empezó, terminó. Mucha gente que estaba alrededor de ellos decía que se agredían entre sí, siempre", relató la periodista local Bibiana Toledo, en declaraciones a la radio La Red de Mendoza.
Aún se desconocen los motivos reales que desencadenaron en la pelea producida en el bar Mona durante la madrugada del sábado. "A muchos no les sorprendía ver pelearse a Julieta en el boliche con alguien. Ya lo había hecho antes, junto a sus amigas. Incluso se había llegado a pelear con otras mujeres por cuestiones de ideología política", describió Jimena.
La mayoría de las versiones indican que Fortunato y Silva se pelearon después de que el joven recibiera un mensaje de Whatsapp de su ex, en el que le confirmaba su embarazo de 4 meses y le adjudicaba la paternidad al rugbier. Incluso, hubo quien advirtió que el propio Fortunato se enteró de su futura y supuesta paternidad mediante ese mismo mensaje.
Lo que sí quedó claro fue el estado de shock en el que se encontró Silva después del episodio. Por primera vez, esa chica que desbordó soberbia, seguridad y protagonismo durante años, se mostraba fuera de sí, vulnerable, en shock.
Tal fue el estado de nerviosismo de la joven, quien nunca salió del auto después de atropellar a su novio, que tuvo que ser asistida por otros presentes en la fiesta y ni siquiera pudo brindar su declaración en el momento ante la fiscal Andrea Rossi.
La propia fiscal Rossi imputó a la joven de 29 años por el delito de "homicidio doblemente agravado por el vínculo de pareja y la comisión por alevosía". Se trata de una de las tipificaciones más graves que podía recibir y, en caso de ser hallada culpable, podrá recibir la pena de cadena perpetua.
"Pensé que había pisado un pozo. El chico me decía 'lo pisaste, lo pisaste', pero no lo había visto", declaró Silva ante la Justicia, según revelaron los medios locales.
La joven de 29 años fue trasladada en la tarde del lunes a la celda de la Unidad de Investigaciones de la ciudad y en la mañana de hoy se esperaba que fuera llevada al sector femenino de la Unidad Penitenciaria de San Rafael.
Y así se desdibujó la historia de una mujer que aparentó tenerlo todo desde muy pequeña. La última imagen de Julieta Silva antes de quedar bajo rejas generó conmoción y resultó diametralmente opuesta a la que siempre se esforzó por brindar: envuelta con una frazada en la cabeza, con unas calzas negras y unas zapatillas fluorescentes en medio de una crisis de llanto y metiéndose con congoja a la parte trasera de un patrullero.
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