La villa 1-11-14 es un gran supermercado del delito. En sus largos, angostos y zigzagueantes pasillos, en los bunkers, en puertas pintadas de colores ya preestablecidos; en los sótanos de algunas viviendas, en habitaciones sin ventanas y doble entrada, se vende marihuana, paco y cocaína. También armas de guerra, explosivos, uniformes de fuerzas de seguridad, chalecos antibalas. En esa villa del Bajo Flores también se ocultan delincuentes de toda calaña. Son hombres y mujeres prófugos buscados por la Justicia argentina, o por Interpol. Allí se codean narcotraficantes, violadores, asesinos, barrabravas, ex integrantes de grupos guerrilleros, como Sendero Luminoso, policías corruptos, abogados con llegada a lo más alto del Poder Judicial y punteros políticos que responden a los funcionarios de turno. Un cóctel explosivo.
"En la 1-11-14 manda el que tiene el arma con el calibre más grande", le confesó un testigo de identidad reservada al juez federal Sergio Torres en el expediente, abierto hace siete años, que derivó en el megaoperativo de ayer.
Hasta ese lugar llegaron 2.200 policías y gendarmes que al grito "¡policía!", destrozaron 95 puertas a fuerza de ariete y patadas. Los uniformados, apertrechados como para ir a la guerra, hurgaron hasta en los tanques de agua buscando a los mafiosos ocultos.
El impactante despliegue de fuerza, se asemejó a las mejores escenas de Tropa de elite, que trascurre en las favelas más violentas de Brasil donde anidaban sanguinarias bandas narcos, que produjo Discovery Chanel, y protagonizó Chris Ryans, el héroe de las fuerzas especiales británicas (SAS).
La redada sirvió como marco para que, después de la detención de 17 personas, el secuestro de 503 kilos de marihuana, 50 kilos de cocaína, 50.000 dosis de paco y 400 gramos de pasta base; desembarcaran allí, entre otros, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich; el jefe de la Policía Federal Néstor Roncaglia, el ministro de Seguridad y Justicia de la Ciudad de Buenos Aires, Martín Ocampo, el jefe de Gendarmería Nacional, Gerardo Otero, y hasta el Alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
El asalto de las fuerzas corps, con el apoyo de helicópteros, comenzó a las cuatro de la madrugada y los televidentes podían observarlo prácticamente en vivo y en directo, porque las autoridades nacionales filtraron la resolución judicial a la prensa.
Colaboradores del titular del Juzgado federal Nº 12 aseguraron a Infobae que su señoría tomo muy mal, pero con resignación política, ese hecho, no solo porque podría haber alertado a parte de los clanes mafiosos que iba a buscar, sino porque se puso en riesgo la vida de los camarógrafos civiles y hasta la de un periodista que apareció en varias tomas detrás de los efectivos de gendarmería que, a punta de pistolas y armas largas, hacían tronar sus borceguíes negros por los oscuros pasillos de la villa.
La fortuna estuvo del lado de la fuerza pública. No hubo un solo disparo. Y eso que a los delincuentes les sobraba poder de fuego. Se incautaron pistolas Ballester Molina, otra calibre 45, una pistola 9 milímetros, otra .357, dos escopetas (una 12.70), dos ametralladoras, una granada en condiciones de estallar, detonadores y explosivos.
El despliegue terrestre, por la tarde opacado en los medios por el casamiento de Lionel Andrés Messi Cuccittini y Antonella Rocuzzo, fue una derivación de una megacausa, la 11.882/2010 en la que se fundieron casi 20 expedientes, uno de ellos iniciado en 2005 cuando en las inmediaciones de la 1-11-14 aparecieron varias mujeres "mulas" de nacionalidad peruanas evisceradas post-mórtem para sacarles droga del estómago.
Los macabros hallazgos, que se asemejan a los descuartizamientos mexicanos reflejados en la serie The Bridge, fueron atribuidos –aunque nunca probados- al ex capo narco de la 1-11-14 Marco Antonio Estrada González, conocido como el peruano "Marcos" y que hoy purga condena en la Unidad Penal Federal de Ezeiza, al igual que su mujer Silvana Salazar.
Entre los 17 detenidos, además de los dos supuestos cabecillas de "La Banda de los Paraguayos", se apresó a Lily Alarcón, la suegra del mayor capo narco de la historia criminal del país, que se quedó con el "negocio" después de que su hija y yerno quedaron tras los barrotes.
Sin embargo, el magistrado cree que ambos siguen mandando en el territorio que se supieron ganar a fuerza de sangre y fuego y que "Lily" era solo su brazo ejecutor. Por eso, también ayer, se allanaron sus celdas pero si había algún teléfono celular, módem u otra vía de comunicación con el exterior, ya no estaban ahí.
El shopping del delito
Desde la primera foja de la causa 11.882, el magistrado deja muy en claro sus objetivos: "Se procura en este expediente verificar la existencia y actual permanencia de un importante e indefinido número de personas debidamente organizadas con la finalidad primordial de ejecutar en el interior e inmediaciones del asentamiento poblacional conocido como 'Villa 1-11-14' de esta ciudad actos relacionados con el tráfico ilícito de sustancias estupefacientes (incluyéndose entre las mismas la introducción, almacenamiento, fraccionamiento y distribución definitiva de distintas clases de narcóticos –entre las que se destaca aquella conocida como "PACO"-, ya sea en grandes cantidades o en pequeñas porciones destinadas al consumo individual), como así también con la comisión de otras acciones de corte delictivo producidas, en general, en el marco de esa actividad (tales como el almacenaje y uso permanente de todo tipo de armamento y municiones, el enfrentamiento constante con personas pertenecientes a grupos antagónicos, y el ejercicio cotidiano de violencia sobre aquellos que resultan ajenos a la agrupación), con el claro objetivo de mantener la hegemonía territorial de la zona en la que se produciría la mayor parte del emprendimiento criminal en cuestión".
Las fojas del expediente están manchadas de sangre. Allí se describe cómo los narco criminales se disputan el territorio a los balazos. Inclusive durante la procesión religiosa del Señor de los Milagros, en el año 2005 en el que fueron masacradas cinco personas, entre ellas un bebé de ocho meses.
Entre otros, por esos homicidios fue condenado a 18 años de prisión Alionzo Rutilio Ramos Mariños, un ciudadano peruano sindicado por entonces como uno de los líderes del narcotráfico en la Capital Federal.
Durante ese juicio oral se ventiló que ese funesto 29 de octubre de 2005, en realidad buscaban matar a Marco Antonio Estrada Gonzales, el cabecilla del grupo narco con el cual rivalizaba.
Con pluma de escritor de policial negro, el juez Torres describió también la manera en que estos mismos grupos delictivos han ramificado sus operaciones hasta transformarlas en un verdadero mercado de ilegalidades al alcance de otras bandas mafiosas, como piratas del asfalto o asaltantes de blindados.
Página tras página, Torres revela el relato que en primera persona realizaron testigos de identidad reservada que, por haber participado en esas redes mafiosas, conocían desde la cantidad de dinero que a diario sacaban del país los narcos del Bajo Flores, hasta la forma de matar, de comunicarse y de burlar la ley.
Los primeros rehenes de esta situación son la mayoría de los 58.000 habitantes distribuidos en 11 manzanas. La vida de estas personas están cruzadas por una guerra sin cuartel que libran dos de las principales bandas criminales de la Ciudad y el Conurbano Bonaerense con ramificaciones dentro del país y en Perú, Bolivia y Paraguay, lugares desde donde traen gran parte de la cocaína, pero hacia donde llevan buena parte de la recaudación por la venta y tráfico de estupefacientes a través de encomiendas despachadas en micros de larga distancia.
El desmadre que en principio generó la detención de "Marcos" y el intento de sucederlo en el poder territorial generó solo en un año 40 homicidios. La mayoría de ellos con el sello mafioso de los sicarios que se mueven como pez en el agua con sus motos de baja cilindrada por las calles y pasillos de la villa.
En los primeros seis meses de 2017, los crímenes por ajustes de cuenta ya suman 17. Este salvajismo armado hizo que el testigo de identidad reservada "A", que declaró ante Torres le dijese: "En la 1-11-14 manda el que tiene el arma con el calibre más grande". Toda una filosofía de vida delictual.
En la 1-11-14 se concentra la mayor distribución de drogas de la Ciudad y parte del Conurbano Bonaerense. En las casillas y casas cada vez más altas, y por lo general en las distribuidas en las proximidades de la canchita de fútbol llamada "de los Paraguayos", no solo se comercializa, fracciona y fabrica droga, aunque ayer no descubrieron ninguna "cocina" ni laboratorio clandestino.
En esas humildes viviendas rentadas de olor nauseabundo, escasa luz, sin ventanas y servicios esenciales, también se coordinan robos a bancos, entraderas y hasta se realiza el seguimiento de millonarios contrabandos de estupefacientes, que ingresan desde el norte salteño.
Para el juez Torres, "el sendero criminal" está emplazado en las manzanas 13, 15, 16, 17,18, 19, 20, 21, 22, 23 y 26. Ese es para la Justicia federal "el punto estratégico de una compleja estructura eficazmente coordinada para desplegar todos los movimientos necesarios para el comercio de drogas" y otro tipo de ilícitos.
De ese "sendero" narco fueron desplazados los originales habitantes, o bien porque las mafias les pagaron por sus modestas viviendas, o porque los asesinaron al negarse a ello. La totalidad de ese "sendero" fue azotado la madrugada de ayer.
Después de semejante despliegue de fuerzas federales, de la Policía de la Ciudad, ¿seguirán siendo las bandas narcos que no fueron desarticuladas o las que ganen espacio ahora dueños y señores de ese "sendero" del horror? Aún es temprano para responder esa encrucijada.
Además de almacenar drogas y vender al menudeo, las bandas mafiosas que supieron dominar la zona a sus anchas y a la vista de las autoridades, también alquilan sótanos y habitaciones a un precio base de unos 20 mil pesos mensuales por persona. Lo utilizan, por lo general, prófugos de la justicia .
Por esa pequeña fortuna los "dueños" de los bunkers brindan a sus huéspedes un abanico de amenities que están lejos de ser los habituales.
En la villa 1-11-14 las amenities no son salones múltiples, ni saunas, ni piscinas, ni gimnasios. Es seguridad las 24 horas los siete días de la semana con verdaderos mercaderes de la muerte armados con fusiles de asalto AK-47.
Tanto los bunkers para los prófugos, como los depósitos para drogas, o los arsenales clandestinos de alquiler y ventas de armas, están ubicados en el "sendero". Y hay personas dispuestas allí "dedicadas exclusivamente a organizar y financiar la actividad ilícita", tal como lo cuenta en su resolución el juez federal.
Diccionario narco
El grupo que regentea estos bunkers todo servicio dispone de "campanas", que son los "encargados de detectar y poner en alerta sobre la presencia de terceros extraños al lugar". Al parecer o ayer estaban dormidos, o realizaron muy bien su trabajo y buena parte de las bandas narco se escabulleron a tiempo.
A estos "campanas" en el expediente también se los menciona como "soldados", "marcadores" o "perros", y son "individuos fuertemente armados que, en general, interceptan a los extraños impidiéndoles el paso hacia la zona protegida".
Pero, en esta enciclopedia del saber criminal, y que poco tiene que ver con la Real Academia de la Lengua, también figuran –y así lo escribió el magistrado- "punteros" o "corners" dedicados a la distribución de narcóticos al menudeo en los sectores vigilados por los anteriores y "mulas" o "burritos" que son los responsables del transporte de la droga desde la villa hacia otros destinos y viceversa. Lo mismo ocurre con las armas y municiones.
En la Villa 1-11-14 (como en otras) las armas son alquiladas o vendidas. Y la moneda de cambio son billetes, drogas, o un porcentaje del robo en el cual se las va a utilizar. En esas verdaderas armerías clandestinas están a disposición, por ejemplo, pistolas calibre .38 largo, pistolas calibre .45, pistolas calibre 9mm, revólveres calibre .22, fusiles de guerra FAL, ametralladoras Uzi, fusiles AK47. También municiones de distintos calibres, entre ellas con punta de teflón para atravesar los chalecos antibalas.
La mafia en primera persona
Siempre según detalle brindado por el testigo "A", la mecánica de la telaraña mafiosa es el siguiente: "Todos los jefes tienen teléfono, son celulares, compran muchos celulares. (…) las casas a donde van para bajar la merca siempre las cambian, para que no los agarren, siempre son casas de la banda, las cambian cada mes, pero… siempre eran las casas que están detrás de la puerta 102. (…) Traen la merca en cantidad, la traen en panes entre sus ropas, no usan bolsos, siempre paran en la remisería Los Rebeldes, están esperando ahí que los llamen, cuando los llaman se van a otro lado y reciben los panes, después vienen caminado hasta la puerta 102 y se encuentran con uno de los jefes para ir a otra casa y bajar la merca. También reciben la plata que les paga por haber traído la cocaína. Se llevan la plata que les dieron por los panes que traen, esa plata se la llevan de vuelta para el lado de la otra remisería la Santa Rosa."
El testigo "A", todo un verdadero delator, explicó que "los jefes siempre están custodiados por un grupo de personas, que son más a menos quince. Se los conoce como 'perros' a los que cuidan a los vendedores de droga. Siempre están armados. A este grupo le tienen mucho miedo en la villa, lo conocen por matar gente".
"A" también reveló algunos secretos sobre el dinero que se mueve en la villa más grande y poblada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Lo dijo así: "Se mueve mucho dinero por día en la villa, en general todos los días hay alguien que se lleva plata de la villa. Todos los días se llevan los 'enduros' que son los billetes grandes, y lo que queda en la villa son los 'barullos' o la 'gilada', es decir la menor cantidad de dinero (…)".
Sobre las drogas "A" también desplegó toda su sabiduría del bajo fondo. "En general la cocaína y el paco, o la pasta base, se diseminan en pequeños recortes de bolsas del supermercado 'Día'. Eso es para diferenciar la droga que sale de la villa 1-11-14 de la que se puede conseguir en otros lugares. Además, esta droga en general es la que tiene menos 'corte', es decir que es más pura. Si un vendedor 'corta' la droga y alguien viene a reclamar lo sancionan porque está haciendo quedar mal al jefe. La marihuana en general se envuelve en pequeños pedazos de bolsa de color negro, como las de consorcio. El que vende sabe después por el color que es lo que está vendiendo y el precio de cada uno. Se les entrega una bolsa con toda clase de droga, se vende y después paga el dinero del producido. Todo eso se anota en los papeles".
Los "papeles" son cuadernos o libretas. Una especie de libro contable casero en el que no se anotan nombres propios sino alias, seudónimos.
Para tener una aproximación de la contabilidad que llevan los narcos de la villa, bien vale trascribir lo que averiguó el juez Torres y que lo volcó de esta manera en la causa: "La cantidad que aparece en la primera columna son los gramos de 'ALTO', en la segunda columna, los gramos de 'BAJO' y al costado de esto, la cantidad de plata en miles de pesos. Por ejemplo en la hoja del cuaderno 'Gloria' incautado que comienza con el apodo 'XL', el número '200' son los gramos de cocaína de mejor calidad, el número '50' es la cantidad de gramos de cocaína de menor calidad y el número '4.960' son cuatro mil novecientos sesenta pesos".
También en los improvisados "libros contables" que en realidad son cuadernos escolares aparecen los encargados de la venta al menudeo y sus apodos son los siguientes: "Pipi", "Carelo", "Bagre", "Oreja", "Fresa", "Marengo", "Menen", "Covis", "Achacado", "Bajon", "Rodo", "Máscara", "Mascarita", "Leo", Popeye", "Galleta", "Francuela", "Chepo", "Chato", "Ciego", "Burrito", "Piña", "Larri", "Ella", "Wendy", "Chispa", "Camello", "Sapito", "Al Pacino", "Boce", "Oso", "Robin", "Rolinga", "Lenon", "Mudo" y "Patachín".
Como se ve, toda una mecánica puesta al servicio del delito y la criminalidad donde las fuerzas del orden, al menos en los últimos 10 años, por debilidad, inoperancia, deficiencia, o corrupción, no han actuado con el vigor necesario para erradicar este flagelo que gana terreno en las barriadas más humildes, allí donde la desigualdad social golpea con brutalidad.
Esta dinámica que les era funcional a las mafias, ¿habrá cambiado desde ayer? ¿O se trató de una puesta en escena a pocos meses de las elecciones de medio término? Hoy, estas preguntas tampoco tienen respuesta.