El pasado jueves 6 comenzó el juicio por la muerte de Eduardo Cichino, el hombre que fue apuñalado en el corazón luego de festejar la clasificación de Boca a la Semifinal de la Copa Libertadores, en mayo de 2016. Este jueves será el turno de los alegatos y en los próximos días el tribunal deberá dictar sentencia. El tratamiento de la causa fue postergado en marzo mientras su familia reclamaba que el agresor, de 52 años al momento del hecho, fuera juzgado por la alevosía con la que lo atacó. Cómo fue el caso.
El 19 de mayo de 2016 Eduardo Cichino salió antes de cursar una de las materias de la carrera Ingeniería Industrial, en la UCA, porque Boca jugaba con Nacional de Uruguay el partido de vuelta por los Cuartos de Final de la Copa Libertadores, en la Bombonera. Con la ansiedad propia de un hincha llegó con dos amigos al bar Seddon de San Telmo —ubicado en Chile y Defensa—, compartieron una cerveza y las papas rústicas que tanto les gustaban. El clima en el bar era de nerviosismo, pero él solamente hundió la mirada en el televisor que, silencioso, regalaba la imagen del encuentro que se iba a definir por penales.
El lugar estaba colmado de hinchas y amantes del fútbol que dadas las circunstancias (Boca había empatado los 90 minutos reglamentarios y jugaba el tiempo suplementario) se quejaban, gritaban y suspiraban por las jugadas del encuentro. La definición desde los doce pasos fue intensa y hasta dramática porque ambos arqueros atajaron penales. Ese clima enojó por demás a Gustavo Olivera, un cliente que, ajeno al encuentro, amenazaba directamente a la mesa de Eduardo: "¡Bosteros de mierda, los voy a matar a todos!", repetía con incansable furia. El 4-3 final a favor de Boca también puso fin a la estadía de los muchachos en el bar. Cicchioni y sus amigos pagaron la cuenta y se fueron, pero el hombre no se conformó con ello: los siguió insultando hasta la vereda. Detrás de él salieron los mozos en un intento de evitar que las cosas pasaran a mayores, pero no lo lograron. No sólo no se conformó con los insultos sino que comenzó a empujarlos. Los estudiantes, ya molestos por el innecesario maltrato que había superado todo límite, apuraron el paso para alejarse del bar aun así sin lograr que el hombre calmase su furia. Superada toda paciencia, Eduardo quiso poner fin al tema y volvió sobre sus pasos para pedirle al sujeto que terminase porque ellos estaban volviendo a casa. "¡Pará, ya nos estamos yendo!", contaron luego que dijo algunos testigos. Pero nada lo conformó y nada hacía comprender la actitud del hombre que no estaba ni borracho ni drogado. La cosa empeoró cuando le pidieron que acabara con el agravio: sacó de entre sus ropas una daga y la hundió de lleno en el pecho de Eduardo perforándole el ventrículo izquierdo. El joven cayó en la vereda donde fue socorrido por sus amigos y los mozos que intentaron alejar al agresor.
"Mirá lo que me hiciste", llegó a objetarle Eduardo al atacante creyendo que solamente había roto su campera. No sintió en ese momento la herida en su corazón. Luego fue trasladado al Hospital Argerich, donde tras tres intervenciones, murió a las dos semanas de su ingreso.
¿Será justicia?
Los días que Eduardo resistió al feroz ataque generaron en los médicos la ilusión de que pudiera sobrevivir, pero lamentablemente la herida fue demasiado profunda y su corazón no aguantó. Mientras el joven músico y estudiante luchaba por su vida, el agresor (retenido en el lugar del ataque y detenido desde ese día) era investigado por "lesiones graves" y en esos días la defensa pidió su excarcelación que finalmente fue revocada por la fiscal Marcela Sánchez. "El asesino está preso desde el momento del hecho. Lo agarró la policía, pero como Eduardo sobrevivió dos semanas el asesino pidió la excarcelación. A las cinco semanas hubo apelación a ese pedido. Actualmente está preso esperando el juicio, hay testigos del hecho, de la parte previa", explicó a Infobae Marcela, madre de Cicchino, y expresó el deseo de que el acusado sea condenado por la alevosía con la que atacó, hirió y causó la muerte de su hijo.
Este jueves se retomará la audiencia con las declaraciones de los testigos y, más tarde, será el turno de las partes para presentar sus alegatos. La querella, representada por el abogado Ignacio Costa, pidió que Gustavo Olivera sea juzgado por homicidio agravado por alevosía, en tanto la fiscalía lo acusó por homicidio simple aunque no se descarta tomar el pedido de la familia que condenaría al acusado a prisión perpetua con una pena de 35 años de prisión y la posibilidad de tramitar salidas transitorias cuando cumpla la mitad de la pena. En caso de encontrarlo culpable de homicidio simple sería condenado a un máximo de 25 años en la cárcel.
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