El martes 21 de marzo a la madrugada, un vagabundo que acostumbra recorrer en bicicleta los 17 kilómetros que separan las localidades de Miramar y Mar del Sud, vio que al costado del camino un perro hociqueaba algo entre los pastizales. La curiosidad, quizás de que hubiera algo que a él pudiera servirle, lo hizo parar y acercarse. A unos 20 metros del arroyo La Totora, a la vera de la Ruta 11, reconoció el cuerpo mutilado, sin manos ni pies, de un nene de aproximadamente dos años.
Al llegar a Mar del Sud se acercó a unos policías y les contó lo que había visto. Después de eso, el vagabundo desapareció para convertirse en apenas un dato más de la crónica policial. Horas más tarde efectivos del partido de General Alvarado confirmaban el macabro hallazgo.
Al día siguiente, la fiscal Ana María Caro pidió una autopsia del cuerpo y los resultados confirmaron todavía más detalles escalofriantes: se pudo precisar que la criatura tenía entre 2 años y medio y 3, que además de serle amputados los brazos y los pies, le habían arrancado las piezas dentales, sacado los órganos y el cerebro. Alguien había vuelto a coser el cráneo.
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La Policía Científica reveló la semana pasada que el cuerpo también habría sido sometido a frío por un tiempo prolongado. "No podemos decir que estuvo congelado, lo que sí estuvo es en frío. Pudo ser en una zona fría o en una heladera", detalló en diálogo con Infobae la fiscal Caro.
No se descarta ninguna hipótesis. Desde el tráfico de órganos hasta la posibilidad de que el cuerpo del bebé haya sido utilizado para transportar droga o parte de un ritual satánico; todo puede ser para los investigadores.
Pero estas versiones no son las que desvelan a Caro. Por estas horas, la fiscal intenta dar con dos respuestas menos vinculadas a la fantasía y la especulación: la causal de la muerte y, sobre todo, la identidad de la víctima.
Una nueva técnica utilizada en un caso clave en Estados Unidos
En el punto de la identidad, la fiscal menciona un antecedente que, dice, podría colaborar para resolver el caso de Miramar: el de Bella Bond, una beba de casi 3 años de edad, encontrada muerta en 2015 a la vera del puerto de Boston, en Estados Unidos, envuelta en bolsas plásticas y que durante meses nadie supo quién era.
Bella se convirtió en un interrogante y fue bautizada por la prensa norteamericana como "Baby Doe", una variación de "John Doe", como se llama en los EE.UU a las personas desconocidas. Se trata de una técnica digital de fotografía, la misma que se intentará utilizar ahora por primera vez en la Argentina, la que permitió resolver el caso.
“No se ha usado esta técnica anteriormente en el país”
"Vamos a mandar a a hacer una fotografía, una reconstrucción de lo que era el niño en vida", le explicó a este medio la fiscal, que ya envió fotografías del cadáver a la Policía Científica Federal, para que puedan comenzar a trabajar en esta técnica de composición de imágenes.
"No se ha usado esta técnica anteriormente en el país", agregó Caro, que apuesta a que al generarse el identikit de la criatura en vida, alguien la reconozca.
La fiscal confía en que este caso se resuelva como se resolvió el de Bond. Luego de la reconstrucción de la imagen de cómo era "Baby Doe" en vida y de que fuera puesta en los medios y compartida por más de 50 millones de personas en las redes sociales, Michael Sprinsky, un conocido de los padres de Bella, reconoció a la niña y el dato fue la clave para desandar la historia del crimen.
Bella Bond, que aún no había cumplido los 3 años de edad, había sido asesinada por el novio de su mamá, Michael McCarthy, quien alegó que la nena "era un demonio. Ya era tiempo de que muriera".
Según los fiscales, McCarthy aseguraba que tenía la habilidad de exorcizar demonios y la policía encontró libros esotéricos en la casa. La madre, Rachelle Bond, confesó a un allegado haber ayudado a su novio a deshacerse del cuerpo, aunque en el juicio ambos se declararon inocentes.
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