Los colchones y las ropas ya ardían dentro del calabozo 1 de la comisaría de Pergamino. Los presos gritaban. La temperatura ahí adentro subía (al punto que llegó a los 500 grados y deformó los barrotes) y el oxígeno se extinguía y nadie los rescataba. Así murieron siete detenidos. Qué pasó para que eso sucediera es una de las preguntas más importantes que investiga el fiscal del caso, Nelson Mastorchio. Una parte de la respuesta la tiene un bombero. "Hubo una demora en abrir los calabozos", confesó hoy Mauricio Calzone, cuya voz protagoniza un audio que circuló pocas horas después de la mayor masacre en la historia de las comisarías bonarenses. Allí él decía que los agentes no encontraban las llaves y que por eso los siete hombres perdieron la vida.
"Hubo una demora para abrir la puerta", aseguró Calzone al sitio de noticias Primera Plana, de Pergamino. "Ese es el panorama que me dan los dos bomberos que llegan primero. No es que yo vi que estaba la puerta cerrada y demoraron en abrirla, me informan los integrantes de la primera dotación", aclaró luego, y comentó que no sabe "qué demora hubo".
Calzone es oficial de escuadra de los Bomberos Voluntarios de Pergamino y fue uno de los primeros en llegar el jueves 2 de febrero a la comisaría de Pergamino. Ya estaban otros dos bomberos luchando contra las llamas en desigualdad de condiciones. Es que la puerta de barrotes que permitía acceder al calabozo 1 estaba cerrada y los policías no aportaban las llaves.
En el audio de Whatsapp que se filtró, Calzone detalla que los siete fallecidos estaban en el baño del calabozo e incluso cuenta que uno de ellos todavía estaba vivo cuando llegaron los bomberos. También insiste en la tardanza de los policías para aportar la llave que los hubiera salvado.
Calzone estuvo a cargo del operativo de Bomberos pero arribó al lugar de la tragedia con la segunda dotación, a los pocos minutos de recibir el alerta de la Policía, cuando ya las llaves habían aparecido. Según relató a un medio local, cuando entró a la comisaría se encontró con los 12 sobrevivientes del incendio "debajo de un techo, sentados en el piso y otros policías custodiando porque los bomberos le estaban echando agua cómo podían al sector incendiado", donde murieron los siete reclusos.
"El bombero que ya estaba trabajando en el lugar me explica, cuando llego, la manera en que estaban tirando agua desde afuera hacía adentro porque no le abrían la puerta, estaba cerrada", remarcó Calzone. Por lo que tuvieron que lanzar el agua en un ángulo de 90 grados, lo cual no fue todo lo efectivo que pudo haber sido si hubieran tenido acceso directo al lugar de la tragedia.
La difusión del audio y de la situación le valió ahora a Calzone una "suspensión" de los Bomberos, donde trabaja hace 28 años. Según le comentó un integrante de la fuerza a Infobae, la decisión "durará unos días hasta definir qué hacer", aunque negó que fuera consecuencia de su relato. En tanto, consultado por este medio, Calzone prefirió no volver a dar declaraciones.
El incendio en el calabozo se originó cerca de las 20 del jueves 2 de febrero después de que encerraran en el mismo sitio a varios presos, entre los que estaba Juan José "Noni" Cabrera (24), quien había llegado a la comisaría el día anterior.
El día de la tragedia Cabrera amaneció aislado del resto de los presos, pero el policía a cargo de los detenidos lo sumó el jueves a la tarde a la zona de calabozos, que en la jerga se le dice "población". Según contó uno de los sobrevivientes, "Noni" tenía problemas con algunos otros detenidos y al pasarlo a esa zona se armó una pelea. Después del primer "facazo" los propios presos frenaron la disputa, pero los policías decidieron encerrarlos ("engomarlos" en el lenguaje carcelario) en los calabozos.
Entonces los 19 detenidos se enojaron, porque venía el horario de visitas y eso implicaba que no pudieran ver a sus familiares. Los integrantes del calabozo 1 empezaron a prender fuego los colchones. Otros presos vieron el peligro que se podía originar y empezaron a avisar a sus familiares por mensajes de texto.
"Los pibes empezaron a pedir celda abierta porque venía la familia a traer comida. Empezaron a golpear las puertas y a prender colchones. Y no nos abrían y cada vez más fuego, más fuego, más fuego. No nos quisieron abrir. De dañinos no nos abrieron. Los dejaron morir", contó uno de los sobrevivientes de la celda 2, que prefirió no revelar su identidad.
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