Hasta un rato antes de convertirse en un criminal tristemente célebre, el autor de la masacre de Hurlingham, Diego Loscalzo (35), tenía algo así como una doble personalidad. Para sus compañeros del taller de mantenimiento de Metrovías, donde trabajaba desde hace años, él era un buen tipo, callado, responsable y tranquilo. Pero en la casa de la familia Maguna, donde usualmente vivía, se convertía en un ser atroz: celoso, malhumorado y violento. "Era re maldito. Era un hijo de puta", le dijo a Infobae una persona que frecuenta mucho la casa de William Morris donde se desencadenó la locura.
No obstante, nadie esperaba que Loscalzo llevara su violencia a semejante nivel de horror. Su relación con Romina Maguna estaba condimentada con violencia cotidiana producto de los celos de él, y ahora -con el episodio consumado- eso podría verse como el germen del desastre. Según contó el allegado a la familia, la pareja estaba virtualmente separada. Ella ya no quería que él viviera allí (a veces dormía en otra casa), pero Loscalzo se negaba a abandonar definitivamente el hogar de Hurlingham y a terminar la relación con la mujer policía: "Él no quería separarse pero era muy celoso, tanto con Romina como con su hija, a quien no la dejaba salir con sus amigos ni con su novio".
Según contó esta persona, quien por razones de seguridad prefirió no dar su nombre, Loscalzo, conocido como "El Chino", le habría pegado varias veces a Romina y más de una vez habría intentado abusar sexualmente de la hija adolescente de su pareja.
"Hace años que ella me cuenta que él la tocaba, y que quiso abusar. Y siempre me decía que a la mamá le pegaba", relató a este medio. Si bien trascendió que el acusado tenía denuncias por violencia de género, fuentes de la investigación explicaron que sólo existe un antecedente pero no un documento formal. En julio del año pasado Romina Maguna denunció en la Policía que había discutido fuerte con su pareja y que le había desaparecido su arma y su chaleco antibalas.
La noche del espanto, minutos antes de que desatara la masacre, Diego Loscalzo discutió fuerte con Romina con la cena apenas terminada. Un rato antes habían estado en la casa de Villa Tesei donde vivían los padres de su mujer. Con los platos todavía sobre la mesa "El Chino" empezó a discutir con Romina. La escena de violencia aterró a los chicos y la hija adolescente de Romina se escondió debajo de la cama, desde donde escuchó los disparos de la pistola 9 milímetros de "El Chino" contra su pareja. Su hermanito, de 10 años, le pidió a Loscalzo que no lo matara. "Papá, no me mates", y el hombre (que no era el padre biológico y le estaba apuntando al pecho) le hizo caso. En ese momento justo entró su cuñada Vanesa Maguna (38, hermana de Romina) junto a su pareja Darío Díaz, a quienes también les disparó. A ella la mató y a él lo hirió.
En el patio de la casa estaba tendiendo ropa lavada Cinthia López, quien les alquilaba una habitación en el fondo de la vivienda. Cuando escuchó los disparos entró y recibió tres balazos en una de sus piernas. Tendida en el suelo, la mujer le contó a la fiscal del caso, Paula Hondeville, su recurso para sobrevivir. "Me hice la muerta para que se fuera y entonces salió y se subió a la moto".
Así, Loscalzo llegó a la casa de su suegra, en Villa Tesei, a quienes les dijo: "Romina tuvo un accidente, se cayó de la escalera". Entonces, José Eduardo Maguna (38) junto a su esposa embarazada, Mónica Beatriz Lloret (36, tenía fecha de parto para ayer, el bebé murió y ella está internada en grave estado), la hija de ella, Camila Maciel (12, herida en ambas piernas), y su madre, Juana Paiva (55), salieron a bordo de un Renault 19. A los 150 metros, fueron acribillados por Loscalzo, aunque todavía los investigadores desconocen cómo fue que se desencadenaron los tiros. "Pudo ser que alguien les haya avisado a los familiares de Romina que él las había matado y frenaron y lo fueron a increpar o él directamente les disparó", comentó a Infobae la fiscal Hondeville. Como consecuencia, el hermano y la madre de Romina murieron.
Loscalzo escapó con el peso de las seis víctimas sobre su espalda. Ayer al mediodía la Policía halló su moto en el barrio Inta de Villa Lugano, donde viven algunos de sus tres hermanos y su madre, Mabel. Según los investigadores, la moto la llevó hasta allí algún cómplice. Él ya había sacado un pasaje en Retiro para viajar a Córdoba. Eso lo supo la Policía Bonaerense apenas le intervino el teléfono, durante la madrugada del lunes. De esa forma, fueron "observando" los movimientos del asesino, pero no fue tan fácil. Loscalzo cambió el chip. Sin embargo, la Policía lo ubicó en Retiro y supo que se iba a tomar un ómnibus de la empresa Urquiza con destino a Córdoba. Por eso, a la altura de Río Segundo, agentes de la policía cordobesa lo detuvieron.
Loscalzo viajaba sin objetos y se desconoce por ahora a dónde iba o si lo esperaba alguien. Los investigadores buscaron indicios en su locker en un galpón de Metrovías en la estación Lynch, en Tres de Febrero. Pero sólo encontraron dinero en efectivo, en pesos y en dólares.
"El Chino" se desempeñaba en el equipo de mantenimiento. Según sus compañeros era "un tipo tranquilo". Su trabajo consistía en pintar las estaciones, renovar la iluminación, o cambiar piezas de los baños de las estaciones. Ayer nadie podía creer la noticia. "Es insólito. Estamos shockeados, nadie lo hubiera pensado", comentó un compañero de trabajo a este medio. Según contó, Loscalzo, hincha de Boca, era fanático de los "fierros" y hacía changas arreglando motos. "Le gustaba eso, cuando nos veíamos hablábamos de motos, esas cosas. Uno nunca piensa que el tipo puede hacer semejante locura", contó un compañero.
Loscalzo llegará hoy al mediodía a Buenos Aires desde el penal de Bouwer, en Córdoba, donde está detenido desde ayer a la tarde y deberá declarar ante la fiscal Hondeville. Por todos los crímenes que se le imputan, y por la cantidad de pruebas en su contra, es difícil que no reciba una condena a prisión perpetua.
Sin embargo, Hondeville está obsesionada con saber qué fue lo que llevó a este hombre a consumar la masacre. Un posteo de Romina en Facebook podría develar el misterio. El domingo a la mañana, diez horas antes de ser acribillada por su novio, Maguna le dedicó una frase al padre de sus hijos, fallecido hace siete años: "Cuántas sensaciones encontradas en este momento. Sentí que se paraba el tiempo, que me faltaba el aire. Sólo cerré mis ojos y soñé por un momento que todo era mentira, que nada era verdad. Por un segundo sentí estar en tus brazos, escuché decirte 'Lechona, todo va a estar bien'. Esas brisas que corrían eran tus caricias que me estremecían el alma, mi amor. Pero al abrir mis ojos sólo volví a la realidad, que sólo tenía los más hermosos recuerdos vividos. Tan solo el amor eterno que nos dimos y 2 soles hermosos que iluminan mi vida como vos lo hacías, mi piojo, te amo y eso nunca va a cambiar. Siempre vas a vivir en mí".
Tal vez ese mensaje ayude a correr el velo del misterio y pueda explicar algunas de las razones que llevaron al asesino a concretar una de las masacres más aberrantes y sangrientas de la historia criminal argentina.