La brutal historia del costurero boliviano procesado por violar a su mujer e incendiarle el auto: la Justicia lo dejó libre

Vladimir Iturri, oriundo de La Paz y con domicilio en Ciudadela, atormentó a la madre de sus hijos durante más de cinco años a pesar de restricciones de acercamiento y un botón antipánico. Hoy, dos fiscales dan pelea para encarcelarlo

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Vladimir Iturri Verástegui, en su foto del RENAPER.
Vladimir Iturri Verástegui, en su foto del RENAPER.

El 23 de agosto último, el Juzgado de Instrucción Nº35 a cargo del doctor Osvaldo Rappa firmó el procesamiento contra Vladimir Omar Iturri Verástegui, de 33 años, nacido en La Paz, Bolivia, costurero de profesión con domicilio en Ciudadela. La lista de acusaciones en su contra fue al menos larga, once hechos en total con calificaciones como "lesiones leves, amenazas coactivas reiteradas, daño agravado, hurto agravado" y "abuso sexual con acceso carnal", situaciones denigrantes y de un singular nivel de violencia machista que ocurrieron durante al menos dos años. Su víctima fue su familia y, principalmente, su ex mujer.

El 27 de agosto de 2013 por la noche, según indica el procesamiento, Iturri Verástegui encontró a su ex pareja en la esquina de Eva Perón e Ingeniero White. Primero la lanzó al piso en plena vereda, para tomarla de los pelos. Luego, la arrastró. "Te voy a matar hija de puta, de esta no te vas a salvar", le habría gritado, mientras la golpeaba y pateaba. El 20 de julio de 2014, casi un año después, el costurero llegó enfurecido a la puerta del edificio de su ex en Floresta, exigiendo hablar con ella, para golpear la puerta de entrada sin recibir respuesta. Había una camioneta Fiat Fiorino estacionada en la puerta, propiedad de un pariente de la ex pareja de Iturri: el costurero la prendió fuego. La pericia posterior al vehículo hecha por la Policía habló de "una sustancia acelerante de la combustión".

En junio de 2015, un año más tarde, Iturri se apareció en el colegio de su hijo de 9 años para pedirle las llaves de la casa de su madre. El niño se las entregó; el costurero sorprendió a su ex pareja en la casa para tirarle nuevamente de los pelos: "No llames a la Policía porque va a ser peor", le habría dicho. El personal de la Comisaría 40º se presentó en la casa de la mujer para llevarse a Iturri a la seccional. En septiembre de ese año, la mujer encontró al costurero debajo de la cama de uno de sus hijos. Había irrumpido en la vivienda para robarle dos mil pesos; sintió su perfume característico al entrar. Tras un nuevo forcejeo violento con frases denigrantes, la mujer pudo escapar de la vivienda. Iturri huyó, a pesar de la intervención de un policía.

Los ataques siguieron en ascenso; la violencia del costurero llegó a un nuevo extremo el 5 de octubre del año pasado. La Justicia dio por probado que poco antes de las 8 de la mañana de ese día, Iturri entró al departamento de su ex, aprovechando que tenía las llaves de la puerta del edificio y que la mujer no había cerrado la puerta de su casa. Cuando ingresó de vuelta para apagar un televisor que había encendido, la sorprendió para taparle la boca con una bufanda, romperle el pantalón deportivo y penetrarla vaginalmente a pesar de la resistencia. La supuesta violación fue corta; sin embargo, Iturri logró eyacular. Antes de dejar el departamento, "empezó a sacarle fotos a la damnificada", dice el procesamiento.

No hay evidencias físicas que soporten esta acusación, pero la pericia psicológica sobre la ex mujer del costurero descartó cualquier fabulación o mentira. Otras conclusiones revelan la extensión del daño: "Naturalización de la violencia vincular integral", "escasa capacidad defensiva", "desborde emocional prolongado, progresivo, retroalimentada y crónica relación de violencia".

La causa en el Juzgado de Instrucción Nº35, por otra parte, no fue la única; otro expediente ya había sido iniciado en el Juzgado Civil Nº84 en 2010. La ex mujer del costurero reportó amenazas telefónicas y golpizas en varias ocasiones; se le impuso a Iturri una restricción perimetral, su víctima recibió un botón de pánico, de cara a amenazas y mensajes de texto que revelan celos enfermizos y una manía de control. La ex mujer incluso accionó el botón en varios de los hechos por los cuales Iturri fue finalmente procesado. Nada de esto detuvo al costurero, aparentemente. Tampoco hay nada que lo detenga ahora: el Juzgado de Instrucción Nº35, a pesar de procesarlo, ratificó su libertad y lo dejó en la calle.

En su fallo, el Juzgado razonó que no existen "serias razones que permitan presumir que el imputado intentará eludir la acción de la Justicia y entorpecer las investigaciones" y que "desde que tuvo conocimiento de la existencia de un proceso penal en su contra, demostró su voluntad de estar a derecho". El Ministerio Público Fiscal hoy apoya a la ex mujer de Iturri: en un recurso de apelación presentado días atrás, los fiscales Matías di Lello, a cargo del caso que tramita en el Juzgado Nº38 y Mariela Labozzetta, titular de la UFEM, la unidad especializada en violencia de género del MPF que también interviene en el expediente, pidieron que el costurero vaya a la cárcel. Para ambos funcionarios "existen probadas circunstancias que acreditan los riesgos procesales" y consideran que los hechos que se le imputan a Iturri "forman parte de un contexto de violencia de género que se sostiene hasta la fecha en el cual el imputado ha sometido a su ex pareja de forma sistemática".

No fue fácil lograr que Iturri vaya a la Justicia, sino todo lo contrario: el vaivén casi serpenteante de la causa, a pesar de un fuerte cuadro probatorio, revela el destino típico de las causas de violencia de género en los tribunales porteños. La UFEM y la DOVIC, el área de apoyo a víctimas del MPF, informaron situaciones de hostigamiento y amenazas desde comienzos de 2013 y pidieron una custodia permanente ante el Ministerio de Seguridad. Di Lello pidió el arresto del costurero un año atrás.

La UFEM, por su parte, aportó en junio de este año los domicilios laborales de Iturri, lo que llevó a que finalmente se lo cite a prestar declaración indagatoria: en tres años no había podido ser ubicado. Las averiguaciones de paradero infructuosas habían llevado a una declaración de rebeldía y un congelamiento del expediente. Su ex mujer recibió custodia por apenas 10 días a apenas un mes de supuestamente ser violada.

"La dificultad en esta causa fue la misma que en todas las causas: los prófugos no son buscados activamente, ocurre incluso en causas de femicidio", apunta la fiscal Labozzetta a Infobae: "El prófugo no se encuentra, se declara la rebeldía y la causa se archiva. Esa rebeldía se notifica a la Policía, pero no se inicia una búsqueda activa. Si se lo cruza, lo detienen. En este caso, solo se liberó un pedido de paradero. Pese a todas las medidas que fuimos pidiendo, nunca se lo encontró. Fue tan sencillo como aportar su domicilio laboral, lo que llevó a detener, indagar, liberar y procesar a Iturri. Hoy apelamos su libertad".

 
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