Franco Nahuel Sánchez, alias "Enano" o "Tatito", para ser un aparente delincuente de prontuario largo, no fue demasiado hábil: se olvidó de descartar su celular después de lo que habría sido el mayor crimen de su carrera. Una simple pinchadura le delató al fiscal federal Juan Pedro Zoni y a la División Antisecuestros de la Policía Federal dónde estaría la noche del 9 de mayo: bailando cumbia en San Telmo. Era una buena chance para que caiga preso, luego de más de dos meses de búsqueda en puntos donde solía refugiarse como el barrio Fátima de Villa Lugano y Fuerte Apache, entre otros. La PFA lo vio en la noche del 9 de mayo en la fila para ingresar a la disco Museum, en Perú al 500, rodeado de otros diez jóvenes, su grupo de amigos. La División Operativa Central estaba encargada de arrestarlo: se identificó ante Franco, que se dio a la fuga. A pocos metros, "Tatito" sacó su arma y abrió fuego contra los efectivos.
La PFA devolvió el tiro, que impactó en su pierna derecha y lo derribó al piso; sus amigos trataron de llevárselo mientras lanzaban insultos y amenazas. Terminó en una cama del hospital Argerich con consigna policial. No era el debut para "Tatito", por así decirlo. Ya había estado preso en el Instituto de Menores Roca. Un cruce de datos en el sistema reveló otros cinco pedidos de captura pendientes de cuatro juzgados de menores porteños y un tribunal de Lomas de Zamora, con carátulas como "disparo de arma de fuego", "robo agravado por uso de arma de guerra" y "coacción".
El fiscal Zoni, sin embargo, lo buscaba por algo decididamente más grave: secuestrar, con armas largas y otros cuatro cómplices, a toda una familia de gitanos el 21 de marzo último sobre la avenida Juan B. Justo al 7700, cerca de la cancha de Vélez Sársfield. Se trató de Ricardo Adams, su mujer, Perla y su hijo, un infante. Para liberar al niño la madrugada siguiente, dejándolo a su suerte en una esquina de Tres de Febrero, Sánchez y su banda cobraron 120 mil pesos. A todo esto, "Tatito" tiene 18 años de edad.
La semana pasada, a pedido de Zoni, el juez Marcelo Martínez de Giorgi decretó su procesamiento con prisión preventiva: las imputaciones para Sánchez fueron secuestro extorsivo agravado, robo agravado por uso de arma de fuego, encubrimiento agravado y abuso de arma de fuego. Haberse presuntamente llevado a un menor fue un factor de peso en la balanza judicial. "La peligrosidad demostrada en la comisión de los episodios precedentemente descriptos por parte de Franco Nahuel Sánchez, el uso de importantes armas de fuego que exhibiera a los damnificados al momento de su secuestro, interviniendo en los hechos tres o más personas como también la circunstancia de haber abandonado solo al menor Adams a altas horas de la noche sin importar la suerte que podría haber llegado a correr al verse en esa condición, me impulsan a solicitar que se decrete la prisión preventiva", razonó Zoni en su requerimiento a Martínez de Giorgi.
La inteligencia previa parece algo obvio en el secuestro de los Adams. El Volkswagen Gol en que se transportaban Ricardo Adams, su mujer y su hijo, fue interceptado casi a la medianoche por un Volkswagen Voyage con vidrios polarizados con cinco ocupantes. El Voyage, por su parte, ya tenía pedido de captura: había sido denunciado como robado el mismo día del secuestro de los Adams en la zona de Tres de Febrero. Ricardo Adams trató de bajarse de su auto; los ocupantes del Gol lo metieron de vuelta y le ordenaron que miraran al piso, según el requerimiento del fiscal Zoni. Así, comenzó el recorrido y el amedrentamiento a la familia. Los liberaron por tandas: Adams fue el primero. Luego, su mujer. El hijo de ambos, el premio mayor, quedaba para el final.
La banda exigió, para empezar, 170 mil pesos: finalmente, se reunieron 120 mil. El pago lo hizo Perla, la esposa de Adams, en las inmediaciones del Bingo de Ciudadela. Los secuestradores jamás se bajaron del auto mientras mostraban sus armas. Le dijeron que busque a su hijo en la zona de Sáenz Peña, partido de Tres de Febrero. El chico apareció en la calle Chile al 1300; un vecino lo vio y lo llevó a una comisaría cercana.
Otros dos presuntos cómplices de Sánchez en el robo cayeron presos antes que él. El celular que "Tatito" tenía encima y que luego fue peritado jugó otra vez en su contra. Cuando fue indagado, dijo que conocía a los otros dos detenidos, Maximiliano Córdoba e Iván Herrera, pero que durante las horas en que ocurrió el secuestro había estado "en casa de su novia". Sin embargo, las llamadas entrantes y salientes de su celular lo vinculaban en tiempo a Córdoba y Herrera. El testimonio de los Adams terminó de sellarle la suerte. Ricardo Adams también sufrió durante el secuestro el robo de su Rolex de oro; otra escucha a Sánchez reveló que el joven vendió "el reloj" a 17 mil pesos. Por el secuestro de los Adams quedan dos prófugos sueltos.