Debido a que su trabajo como acompañante terapéutico en la ciudad de Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz, requiere de cuidados extremos frente al COVID-19, Claudia Serran tuvo que someterse a numerosos testeos para evitar posibles contagios de sus pacientes. Sin embargo, uno de esos hisopados fue realizado incorrectamente y ella denuncia que, a raíz de ello, perdió el cartílago de su nariz.
“Estoy necesitando una cirugía en otorrinolaringología y me dicen que en Caleta no hay. Hace cinco meses me encuentro en la búsqueda de quién pueda operarme”, escribió Serran en su cuenta de Facebook el último 12 de enero, evidenciando el calvario que sufre desde agosto del año pasado.
En dialogo con el medio El Caletense, la mujer detalló que la prueba fallida de coronavirus se la realizó en el mismo centro médico donde, anteriormente, le habían cobrado 10 mil pesos al hijo de una paciente. Y para colmo, tuvo que insistir para que le dieran el resultado.
“Me llaman para tomar un servicio en Meprisa de una señora mayor. El PCR me lo hicieron en un laboratorio privado en donde le cobraron al hijo de la señora 10 mil pesos. Luego de que me lo hicieran, me empezó a molestar, a picar. El resultado me lo entregan de tanto insistir. Al pasar los días la molestia persistía, pero el doctor me dijo que era normal”, comentó la mujer.
A medida que pasaban los días, la cuidadora de adultos mayores comenzó a notar recurrentes sangrados en su nariz “y con una consistencia como la gelatina”.
“La zona de la nariz se me había puesto roja, así que decidí venir al hospital. Me dijeron que no era una urgencia tenía 4 o 5 cm de dilatación en la fosa nasal”, precisó Serran al citado medio.
Presa de un auténtico calvario, Serran expresó que los estudios arrojaron que llegó a tener 18 mil glóbulos blancos con una anemia crónica. “Soy alérgica a la penicilina y ya no recibía más antibióticos, un día me lastimaron mucho los brazos, por una serie de inconvenientes familiares le pedí al chico que pegara la vía, pero se salió y saltó sangre. Tengo todos los brazos y piernas lastimados. La segunda vez que me internan lo hace la doctora Aguilar, con muy buen trato”, aseguró.
Pero esto no fue todo. A Serran no solo se le cortaría el cartílago divisorio de las fosas nasales, sino que además se contagió coronavirus. “El domingo 2 de enero entré a la guardia, yo no salía, estaba estaba tomando los antibióticos, y cuando llegué allí, no me querían internar, me metieron un clonazepam, tenía la nariz muy inflamada porque me la soné fuerte y se me cortó el divisorio de los huequitos de la nariz. En la guardia estuve desde las 3 de la tarde hasta las 3 de la mañana, en eso entra mucha gente que tenía covid y terminé con covid positivo. Me tuvieron aislada 10 días, según ellos en 3 días me derivaban porque urgente me tenían que hacer la reconstrucción del cartílago, hoy ya tengo el alta de covid, y hace como una semana estoy tomando medicación”, relató.
Afortunadamente, Serran contó con la ayuda de una familia para costear los gastos de la operación y que, amablemente, también consultó a otro médico sobre su lesión nasal. Pero el profesional dijo que todavía hay infección en la zona, y por eso aún no se puede realizar la intervención.
De acuerdo al testimonio de la mujer, la operación cuesta alrededor de 200 mil pesos y solo se podría llevar a cabo en dos centros de salud cercanos: uno en El Calafate y el Centro Altamira, en la ciudad de Comodoro Rivadavia. “Yo siempre he trabajado de lo que sea y puedo pagar una parte de la operación. El doctor me dijo que si sigo así puede subir al cerebro y morir. Tengo alergia asmática aparte de la infección. Estoy dispuesta a que me pongan una vía central”, admitió la enfermera.
Al dramático inconveniente de salud que sufre Serran se le sumó una mala noticia en su Córdoba natal, desde donde recientemente le comunicaron que sus dos hijas están a punto de ser dadas en adopción y, seguramente, no las pueda ver más en su vida. “Me enviaron un decreto judicial que lo estoy por apelar, me dijeron que a mis 2 hijas me las van a dar en adopción, que no me pueden ver nunca más, a mi me paralizó así que esperé a que pase año nuevo para insistir en la guardia”, explicó.
Serran contó que tiene 2 hijas, una de 8 años y la otra de 11, y necesita viajar antes del 10 de febrero para resolver la respectiva situación judicial.
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