Los ojos de un inocente clamando piedad ante el festejo de cientos que sólo esperan que caiga para victorear su muerte. Esa es la primera reflexión que deja el recién estrenado documental "Tauromaquia" del periodista español Jaime Alekos. En diálogo con Infobae reveló cómo es ese mundo que, escudado en la tradición y la cultural, conjuga la sangre y el sufrimiento de un animal con la algarabía humana hasta lo bárbaro.
"Hay un contraste entre dos mundos. Por un lado, en la arena, hay un ser sintiente, enorme, de 500 kilos que está sintiendo un dolor físico y emocional; por otro, en el tendido, hay un publico que —no diría todos, pero en gran parte— son ajenos y me provoca curiosidad cómo se llega ahí. Creo que la empatía es algo natural en todo ser humano, pero que en algunos casos está bloqueada o tapada", dijo Aleko a Infobae sobre lo que observó la primera vez que presenció una corrida de toros y que lo motivó a documentar el padecimiento de ellos en las plazas. La visión del periodista —en 2011 se hizo vegetariano y hace dos años, vegano— propone descubrir que detrás (o delante) de lo que se disfraza como una fiesta sólo hay un ser que padece, sufre y agoniza por el simple placer de un grupo de personas que, casi enajenadas, ven en la sangre un ritual desenfrenado que defienden a ultranza bajo la consigna de "cultura" impuesta en la Antigüedad.
"Mas allá de que sea una tradición o forme parte de la cultura o de la identidad, creo que el debate al día de hoy es cómo puede ser que en el año 2017 haya un festejo y un espectáculo público que esté basado en hacerle daño físico, emocional y quitarle la vida a un ser sintiente", cuestionó. A su vez, asumió que el cambio de paradigma (o florecimiento de la empatía para con los demás animales) hizo que España se divida en tres: los taurinos (a favor de todo tipo de practicas), los antitaurinos (personas que piensan en los padecimientos de los toros) y quienes no definieron aún su postura. A éstos últimos va dirigido el documento fílmico que durante 30 minutos se centra en la mirada y movimientos del animal, el dolor que padece al igual que cualquier ser al que lentamente le arrebatan su bien más preciado, la vida. Al respecto escribió hace unos días el diario El País: "La perspectiva es la del toro. La cámara se fija en el animal. Y es explícita: hay primeros planos de borbotones, espasmos, metal afilado rompiendo la piel, atravesando las costillas, puntillas siendo clavadas y reclavadas, heridas en las que se hurga. Estertores. Vómitos de sangre, babas asfixiadas, heces y orines del miedo. Y sin embargo, lo que más impresiona son las bovinas miradas de desamparo".
¿Cómo son las corridas de toros y qué pretenden mostrar?
La actividad se inició en la Edad de Bronce y desde entonces se sustenta en lidiar con un toro a pie o montado en un caballo. Entre los mitos despertados en aquella época se habla de la bravura del animal (que engaña a cualquiera por su gran porte), pero como todo herbívoro es pacífico y no ataca. Sólo busca escapar del encierro. Fue justamente esa reacción, sumado a su tamaño (llegan a pesar 500 kilos), la que hizo de la especie un blanco de ataque y diversión. Los defensores acérrimos del cruel "espectáculo" sostienen desde la Antigüedad que los animales no sufren ni padecen en las plazas.
"Desde el momento que el toro pone el pié en la arena comprende que no tiene escapatoria y se tiene que defender, ese es el único motivo por el que embiste, no porque sea una fiera descomunal, que es uno de los mitos que desde el mundo taurino plantean. Después, le dan varios pases, le dan quite y lo pican. El picarlo, según la propia bibliografía taurina, tiene dos funciones: una es el restarle energía al provocarle una herida por la que va perdiendo sangre. Ésas son heridas estudiadas para que no pierda demasiada sangre ni demasiada poca. Otra, es para bajarle el nivel de energía para que esté apto para la lidia. El Tercio de Varas cumple la función de una retienta para que el público y el torero puedan medir el nivel de bravura del toro, que no es el nivel de ferocidad sino con el que obceca embistiendo a los objetos en movimiento. Lo que sigue es el tercio de banderillas, que son como unos arpones que les clavan en la zona del cuello para reanimarlo. De hecho tienen el nombre de 'alegradores' porque se supone que lo reavivan por medio de una estriadas que se le quedan clavadas", explicó Alekos sobre los extensos momentos en que se divide una corrida.
El "show" sangriento comienza con el paseíllo en el que desfilan los matadores seguidos de sus cuadrillas y del personal de la plaza. Cada corrida se divide en tres partes denominadas "tercios" y dos "suertes" que a su vez se distinguen en "de capote" y "de muleta". Los Tercios son: de varas (incluye el Suerte de capote, comúnmente conocido como "tercio de quites"), de banderillas y de muerte. Todo esto ocurre ante la mirada atenta de grandes y niños, de hombres y mujeres. Mientras, el toro —protagonista no consultado para el banquete— sólo buscará retirarse y lo hará en cada embestida que verá como única posibilidad de salir de allí.
Sólo quienes conocen a un toro en "estado salvaje" (fuera de esas plazas, en campo abierto y sin ser atacado) podrán dar fe de lo tranquilos que son. "El toro es un herbívoro y como todo herbívoro es pacífico. Los propios taurinos saben y conocen que en campo abierto no embiste. Para que embista hay que hacerle ver que esa es su única salida y creo que es cuando el toro pisa la arena por primera vez; por la configuración ve que es un círculo cerrado y entiende que no tiene salida", añadió. Consternado por el relato, Aleko dijo que según la estadística del último año mueren unos "1.800 en corridas de toros y novilladas". "Por festejo son seis toros, por lo que serán en torno a 11 mil los muertos, solo en plazas", remarcó. A esa cifra hay que sumarle la de los festejos en los pueblos en los que por año mueren miles más.
Tauromaquia, el documental
Jaime Alekos grabó imágenes de 23 corridas y novilladas y recorrió 15 ciudades y pueblos españoles durante los últimos tres años, para producir "Tauromaquia", el documental que en 30 minutos pretende devolver al toro la importancia que merece y que se le ha negado históricamente. "Prácticamente todo está grabado desde el callejón o desde la primera fila del tendido. Esto es así porque a nivel de fotografía para empatizar con el toro es imprescindible que la cámara este al nivel de los ojos del toro".
El periodista y documentalista español es defensor de los derechos de los animales y quiso que el mundo vea aquello que él vio: los ojos de un ser que sufre hasta que le sacan el ultimo suspiro. Cuando muere, tras una inexplicable agonía, recién encuentra la paz que clama desde que entró al rodeo.
Al recordar la primera corrida que presenció acreditado como prensa, sostuvo que "estuve en el callejón de la plaza grabando por curiosidad porque desde que era pequeño no había estado en una corrida de toros y mis encuadres instintivamente iban hacia el toro. No tenía peso la parte litúrgica sino la empatía con el toro de una manera más natural. Al llegar a casa y revisar el material vi que realmente había un historia bastante grande para empezar a contar".
A pocas horas de recién estrenado su trabajo, Alekos contó que la repercusión en las redes está siendo muy buena y anhela llegar a los corazones de las personas que aún no ven la mirada del animal. "Espero que el documental aporte una informacion valiosa a la opinión publica porque es un angulo que no se había explorado. Estaba todo muy cubierto y había muy poco que aportar desde el sentido histórico y antropológico, artístico, folclórico y precisamente éste angulo de la empatía con el toro puede hacer que a la gente que está en medio del espectro les sea útil para que se posicionen".
No sólo son corridas. Decenas de actividades se llevan la vida de los toros
"Aquí tenemos las corridas de toros, las novilladas que están divididas en novilladas con y sin picador, según la edad del toro. Tenemos becerradas y otro festejos superiores en números a las corridas de toros y que son los encierros (Sanfermines) y principalmente los toros de cuerda, es decir, encierros donde el toro va por un recorrido por los pueblos con una soga atada a los cuernos; los toros embolados que consisten en prenderle fuego a los cuernos del toro y amarrarles unas bolas con un liquido inflamable y de forma que los cuernos estén con fuego entre 10 y 15 minutos. En algunas ciudades del Mediterráneo tenemos el Bous a la Mar: uno de los alicientes de esa fiesta es engañar al toro para que caiga al agua, sacarlo y volver a hacer que caiga. Encierros por el campo, en Guadalajara, que si bien antes consistía en llevar de un punto a otro por medio de jinetes a caballo, en los últimos 20 o 30 años se ha degenerado en un rally contra los toros, básicamente. Vecinos de esta comarca van en coche, 4×4, motos, en tractores persiguiendo y acosando al toro. Es quizás de lo mas tremendo que hay en España", detalló y contó que el sábado 16 de septiembre miles de activistas animalistas concentrarán en Madrid para pedir, una vez más, la abolición de la tauromaquia. "Celebraremos la mayor manifestación antitaurina de los últimos tiempos, porque tenemos una importante misión: la total abolición de la tauromaquia. Ahora más que nunca te necesitamos", llama PACMA, el partido animalista que presenta el documental de Alekos. Será desde las 17 (hora de España) en Puerta del Sol.
Todos los motivos para abolirla se explican muy bien en este documental, pero si no hay voluntad de verlo, la explicación que claman los animalistas es una: tortura no es cultura porque ningún animal merece morir.
Para ver el documental completo ingrese a Misión Abolición.
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