Con una mochila, una carpeta repleta de stencils, un balde de pegamento, aerosoles y un rollo de carteles abajo del brazo, llegó el Tano Verón a la esquina de Uriarte y Guatemala a encontrarse con Infobae. Verón empezó en 2015 a dejar sus mensajes en las paredes, afiches con estética cumbiera y letras grandes, que aparecieron primero en el barrio de Palermo y que hoy se reconocen con un golpe de vista en cualquier parte de la Ciudad.
"Sea Feliz (no joda al prójimo)" fue el primer mensaje que dejó. Lo hizo de noche, solo y "con mucho miedo", admitió el Tano, diseñador gráfico de 31 años. "Dejate de joder con esos papelitos", le dijeron algunos de sus amigos al principio y otros, como Yacare Baby, hoy también artista urbano del paste-up, como se llama la técnica que usan para pegar, entendieron que había algo más detrás de esas frases y esos carteles de colores.
"Yo intento hacer reflexionar a la gente pero en forma positiva, yo sé que hay un montón de cosas que están mal, pero quizás remarcando lo que está mal no sea la forma de generar un cambio", le explicó Verón a Infobae sobre su trabajo, mientras pegaba un cartel rosa tornasolado sobre una pared de calle Uriarte en el que se leía: "Improvise, todos los caminos son correctos".
"Siempre escribí, de manera amateur, casi secreta. Escribía pensamientos o componía ideas. Leo muchísimo, me quedaban siempre en la cabeza frases de diferentes autores y un día pensé que yo también podía escribir. Y quizás siendo honesto conmigo mismo me di cuenta de que no podía escribir un poema que fuera mágico de leer, pero quizás sí podía agarrar la potencia que sé manejar como diseñador del afiche, la pregnacia veloz, la lectura rápida y fusionarlo con la escritura. Hacer frases cortas, fáciles de leer, fáciles de compartir y fáciles de repetir. Y después salir a pegarlo por todos lados. Porque eso es el arte callejero, repetición", aseguró.
A poco tiempo de empezar a dejar sus mensajes en la calle, Verón sintió que del otro lado empezaban a llegar respuestas. Que se creaba un código con personas a las que no conocía: "Me ha pasado de gente que me escribe y me cuenta que ha terminado relaciones de años porque se animó a decir algo o que renunció a un trabajo en el que hacía 20 años que estaba y no era feliz, todo por un cartel mío de tres palabras que decía 'la rutina mata'".
El Tano nació en la localidad bonaerense de Mercedes, a 100 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. A los 12 años el pintor ruso Vasili Kandinski lo "impactó" y a los 17 entró a estudiar diseño gráfico en la UBA, donde se recibió y hoy es profesor. Además da clases en la Universidad de Flores y la Universidad de Rosario. Dicta tipografía, que junto con la ilustración, admite que son sus verdaderas pasiones.
Durante la charla con Infobae, Verón pegó carteles frente a una casa antigua de dos plantas en Uriarte al 2100, en la que tiene permiso para hacerlo y que se convirtió en los últimos años en una galería a cielo abierto para los artistas urbanos de la zona. Un collage de color en el corazón de Palermo, al que le sumó tres afiches, tres mensajes, un poco de aerosol, amarillos y azules, con la nostalgia de saber que quizás sea una de las últimas veces que lo haga. En noviembre próximo el edificio será demolido para la construcción de una torre de departamentos.
La escena del arte urbano porteño llegó en el 2001 de la mano de una fuerte crisis social y de la necesidad de muchos de salir a decir algo. El stencil fue protagonista en esos años. Los mensajes eran disruptivos, una crítica a la política de turno, las multinacionales y la sociedad de consumo, fórmula que hoy las marcas intentan invertir, haciendo campañas a partir de camuflarse en las paredes.
En esos graffitis, en esas pintadas, en esos carteles, estuvo siempre el pulso de la ciudad, la necesidad de dejar en el espacio público testimonio de los tiempos que corren, sin intereses de por medio. A diferencia de hace 15 años atrás, hoy se conjugan otras necesidades, pedidos como "¿Dónde está Santiago Maldonado?", carteles como los de Verón buscando "cambiarle el día a alguien" a partir de una frase que no se esperaba y que lo descoloca a la vuelta de la esquina como "Buen humor, buen sexo, buen provecho".
"Apelo a buscar que la gente reaccione, que pare un segundo y trate de decodificar qué acaba de leer", amplió Verón sobre el por qué de dejar una frase en un rincón para que otros la lean, de hacer como él mismo definió entre risas "una pared de autoayuda urbana". "Buscar algo positivo, sin ser ilusos, sin vivir en una burbuja, pero diciendo que las cosas se pueden mejorar o se pueden poner en perspectiva. Que quizás tenés un día de mierda, pero te podés tomar un segundo para pensar en frío qué es eso que te está agobiando y quizás no sea tan grande".
Las marcas cada vez lo buscan más y a diferencia de otros artistas callejeros, Verón dice no tener conflicto con eso : "Marcas muy conocidas se están acercando a mi arte, se están cercando a mí, se están haciendo colecciones con mis diseños, pero no lo veo como algo negativo porque yo soy diseñador gráfico y no es que cambian mis mensajes. Los trabajos tienen mi firma, no lo veo como 'venderle mi alma al Diablo', me parece que de esa forma llego a más gente y creo que si se hace y se tiene cierta conciencia de cómo se hace, es positivo".
Pero en la calle no todo es arte: "Algo que no está bueno pero que pasa es que cuando otros artistas pegan o muralean, muchas empresas aprovechando que esto tiene mucha difusión en redes sociales, que es una difusión real, no es por plata que la gente lo comparte, que lo hacen porque les gusta, entonces lo tapan o les ponen carteles arriba. Muchas veces los políticos se quejan de los que grafitean o empapelan y después ellos son los que más terminan ensuciando con sus afiches la ciudad, eso sí me parece hipócrita".
El Tano pega en lugares en los que le dan permiso, que lo conocen o en terrenos baldíos. "Sería hipócrita decir 'no joda al prójimo' y joderle la vida a alguien", dice. Desde hace un tiempo sale a pintar sus carteles directo en la pared, lo empezó a hacer inclusive en Mercedes, su ciudad natal, donde mujeres mayores se le acercan y se interesan por eso que hace. "No sé si es porque les hago acordar a su nietos o qué, se paran y terminamos hablando, me preguntan si necesito ayuda, hace poco me regalaron pinceles y terminamos pintando juntos. Una persona de 30 años y una de 80, haciendo algo en una pared. Unos años atrás esa persona pensaría que yo estoy haciendo algo vandálico", compartió.
Mientras mira la intervención terminada, cuando empieza a caer el sol en esa esquina a la que le quedan apenas unos meses para seguir siendo galería de arte, un vendedor de algodones de azúcar se acerca al Tano y le pregunta por los carteles. Él revisa y le dice, "éste es para vos". "Queda terminantemente prohibido ser tibio" se lee en el póster y el otro sonríe, le cuenta que es de Moreno y que lo va a poner en el furgón del tren en el que viaja.
Eso que acaba de pasar, le dice Verón a infobae mientras junta sus cosas, es otra de las razones por las que elige seguir pegando en la calle: "Una pared le habla a una persona de plata, a una persona con estudios, a una persona pobre, a una persona que apenas puede leerla y así apenas pudiendo leerla o con alguien que se la lea, esa persona se lleva el mensaje o se queda pensando en eso. Una pared es totalmente social, una pared no tiene estratos ni segmentaciones de quién puede o no leer una frase y está siempre. De día, de noche, con frío, con sol, está siempre dispuesta a decirle algo a alguien".
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