A 8 meses de la prohibición de carreras de perros, tres conmovedoras historias de galgos rescatados 

Eran utilizados para apuestas ilegales y cuando dejaron de ganar los tiraron en un basural, pero hoy tienen una nueva vida

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Onur y Cleo fueron rescatados
Onur y Cleo fueron rescatados de un basural luego de haberse quebrado corriendo carreras. Hoy viven juntos con una familia amorosa.

El 2016 cerró con un paso alentador para el avance de los derechos de los animales no humanos cuando cerca de la medianoche del 17 de noviembre, con la mayoría apretada, la Cámara de Diputados convirtió en ley la prohibición de las carreras de perros en todo el país.

Si hubiera que poner un punto de inicio al reclamo que culminó en la Ley 27.330 habría que recordar a los primeros galgos rescatados que fueron abandonados por sus explotadores y que aparecieron mutilados en la vera de las rutas. El primer "hallazgo" fue Jonas y con él comenzaron las investigaciones encabezadas por un grupo de mujeres que desde ese momento hasta la actualidad son agredidas y amenazadas por quienes consideran que perdieron privilegios al no poder ganar dinero fruto de apuestas clandestinas, al menos en Argentina porque suelen pasar las fronteras para llevar a los perros a Chile y Uruguay, donde aún no se las prohibió. Pero hubo otros caso resonantes que conmovieron a quienes se solidarizaron con estos canes.

Onur, de la basura a ser emblema de la lucha para terminar con las carreras de perros

A Onur le dedicaron el
A Onur le dedicaron el slogan de la campaña para terminar con las carreras de perros: “Galguero, tu basura es mi tesoro”.

Una madrugada de febrero de 2015 sonó el teléfono de María Rosa, quien semanas atrás había perdido a Tango su ovejero de toda la vida. La voz del otro lado le pedía un lugar para tener por unos días a un galgo que había sido levantado de la basura y que estaba muy lastimado. "No sabía en qué condiciones estaba, sólo sabía que lo habían rescatado del basural de Mercedes y que lo traían para tenerlo por un tiempo en transito", contó María Rosa a Infobae y continuó: "¡Cuando lo bajaron del auto casi me muero! Tenía la cara bañada en sangre, estaba todo pelado, rojo y tenía un agujero en el hocico que ya estaba comido por los gusanos… Era sábado a la noche y no tenía nada para curarlo, por lo que las personas que lo trajeron me dejaron la medicación. ¡Creí que esa noche se moría! Estaba con mucha fiebre y no dejaba de sangrar".

A esa noche le siguieron otras diez y Onur, bautizado así en homenaje al protagonista de la novela turca "Las mil y una noches", decidió dejar algo en claro: no se daría por vencido. Contra todos los pronósticos se recuperó y logró pasar la etapa critica. Durante un año fue atendido con amor y cuidados hasta que terminó el  tratamiento.

"La idea era tenerlo en transito hasta que se cure y luego darlo en adopcion a una familia responsable, pero nos habíamos encariñado y cada vez que recordaba en casa que Onur se iba a ir, mi marido decía: '¿A dónde se va a ir? ¡Se queda acá! —ríe—… Todos nos encariñamos enseguida con él", recordó.

A los pocos meses de la adopción de Onur, llegó otra galgo rescatada también de un basural de Rufino, Santa Fe. "Con Cleo, la negra, fue amor a primera vista, se hermanaron enseguida", confesó María Rosa sobre el encuentro entre el galgo que se recuperaba y la nueva integrante de la familia que "llegó flaca, raquítica, tuvo moquillo de chica y tenia los dientes amarillos. Como secuela de eso sólo le quedó tos asmática, pero no el tembleque".

Inseparables. Onur trabó una relación
Inseparables. Onur trabó una relación de hermandad muy fuerte con Cleo. No se separan un solo momento. Los dos fueron tirados en un basural y hoy viven rodeados del amor de su familia.

El caso de Onur conmovió al país y su recuperación fue seguida por miles de personas a través de las redes de Proyecto Galgo que ya pedía por una ley para terminar con tanta crueldad. La carita de Onur y sus ganas de vivir se convirtieron en un emblema de esa lucha floreciente que proponía frenar todo lo que había detrás de ese mundo oscuro y poco conocido, las carreras de perros. Tal fue el impacto que causó este galgo que las campañas para acompañar el proyecto que terminó en ley de prohibición lo tenían de protagonista y su carita lastimada se popularizó. Tanto así que cuando María Rosa lo llevó a una manifestación y la gente que lo reconoció corrían a saludarlo, lo abrazaban y se sacaban fotos con él. Todos los que sabían de su historia no podían contenerse al verlo de pie, con ese gesto de sonrisa constante, feliz y que representa la fortaleza del amor, capaz de sanar.

"Adoptar a Onur me cambió la vida, Él me enseñó muchas cosas. Creo que los galgos soportan todo y por eso les hacen tanto daño. Son una raza aguantadora, noble y muy tímidos y delicados… Y hay tantos como él que no veremos porque no aguantaron más, no los dejaron vivir… Hoy hasta en los lugares donde antes los veían como simples corredores ahora los ven como a perro que merece una familia y quien adopta a un galgo lo hace con orgullo", finalizó.

Cuando querían acariciarla, Thelma cerraba los ojos temiendo un golpe

A Thelma la tiraron herida
A Thelma la tiraron herida y luego de un largo tratamiento recuperó su salud. Hoy vive con otros galgos rescatados.

Un llamado de alerta le avisó a Carla que había una perra tirada, del mismo modo que ya habían encontrado a otros de su raza. Allí estaba con la piel ulcerada de lastimaduras, sarna y una tristeza infinita en los ojos. Ese fue el encuentro con Thelma en 2015.

De inmediato se inició un tratamiento para sanar las heridas visibles, y las otras. Su recuperación fue más larga de lo común porque su piel hipersensible estaba muy lastimada y debido a su fragilidad no mejoraba. "Los análisis de sangre revelaron que tenía hipotiroidismo y que debía tomar una medicación (T4) de por vida", dijo la rescatista de la galgo que estuvo dos años en adopción y visitó distintos programas televisivos, pero nadie preguntaba por ella, quizás porque siempre se supo que necesitaba ser tratada mientras viva y eso la alejaba de las pretensiones humanas (personas imperfectas que buscan animales perfectos…).

Carla contó que, al principio, Thelma se mostró "muy miedosa" y que al igual que todos los galgos que rescató se mostraba sumisa. "Cuando estiraba la mano para hacerle una caricia cerraba los ojitos como si fuera a pegarle —recordó— o si pasaba con una escoba se hacía un bollito o se iba corriendo. Eso indicaba que había sido golpeada". Con el tiempo entendió de qué se trataba el amor y que las manos humanas también se extienden para acariciar.

Actualmente Thelma vive con Carla y sus otros galgos rescatados que al momento de su llegada la recibieron con alegría. "Ellos se reconocen entre sí", aseguró.

Diana era obligada a dormir en la basura 

Antes y después. Diana fue
Antes y después. Diana fue rescatada de la casa de un galguero que no se opuso a entregarla a la mujer que decidió darle una nueva vida.

Hoy se llama Antonia y fue encontrada hace dos años en el patio de la casa de un galguero que la abandonó en el fondo de la vivienda cuando los años la hicieron "inútil" para el propósito del hombre. Luego de parir cachorros mestizos la perra quedó definitivamente abandonada a su suerte. Cuando Carla la conoció su estado era pésimo: estaba desnutrida pero, como podía, cuidaba de los bebés. "Estaba en medio de la basura, en la casa de su galguero en Mercedes, y tenía un dedo de la pata con fractura expuesta", contó la mujer a Infobae sobre el momento en que encontró a la perrita de 8 años. "Cuando la encontré le quedaban tres cachorros porque los niños del barrio le sacaba a sus hijos para jugar y muchos terminaron muriendo. Como ya era adulta el hombre aceptó entregarla sin problemas así que la llevamos y luego de que se recuperó la hicimos castrar", dijo y recordó que por esos días la ONG Greyhound Friends, que la amadrinó y se hizo cargo de su tratamiento, quería llevarla a Boston para que representara el sufrimiento de todos los galgos argentinos, pero el viaje no pudo concretarse. Fue en ese momento que apareció una familia de veterinarios que se ofreció para adoptarla.

Diana estuvo un tiempo pensionada en la veterinaria donde le amputaron el dedito y la castraron. Hoy tiene otro nombre, vive con su familia compuesta por el matrimonio de médicos veterinarios y su hija y otra perrita que dejaron abandonada en el consultorio del matrimonio.

Si querés adoptar un galgo en este link hay más información. También podés entrar a ésta pagina. 

 
 
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