Tiene 43 años de trayectoria como diseñador y siempre supo reinventarse. Es actor, cantante y escritor. Roberto Piazza (58) no le teme al riesgo y logró transformar su pasado doloroso en un presente de lucha por los que sufren. Es así como encabeza una fundación contra el abuso sexual infantil y la violencia doméstica: "Recibo denuncias de abuso infantil, robo de bebés, tráfico de drogas, de personas, de niños, asesinato de chicos, prostitución infantil. Lo más diabólico que se te pueda ocurrir. Cosas aberrantes".
—¿Qué hacés con todo eso en el alma?
—Desde los 6 años fui abusado y violado por mi hermano hasta los 17. A veces me hace mucho mal. A veces lo enfrento con mucha bronca. Yo soy un tipo que no sé odiar, aprendí a no odiar.
Crecí en una familia perversa. El suicidio es un pensamiento que siempre está latente
—¿A tu hermano tampoco?
—No, lo perdoné. Podría tener una charla con él, lo que pasa es que como es un psicópata las charlas son muy en el aire. Crecí en una familia bastante pervertida, perversa: un padre endogámico, un hermano mayor violador, una madre divina, que adoro en mi recuerdo, pero ausente y víctima de todo. Soy lo que soy gracias a mi madre y a mi padre.
—¿Hay un día en el que no pienses en lo que viviste?
—No lo recuerdo todos los días, pero cuando me voy a dormir, cierro los ojos y le digo a mi pareja: "Chau, me voy al averno con el Dante Alighieri". Todas las mañanas me levanto y le digo a Walter: "¡Qué noche de mierda, por favor!".
—¿Te quisiste suicidar?
—Tres veces de manera material. El pensamiento del suicidio siempre está latente dando vueltas en el infraconsciente. Ante cualquier situación de discriminación, de bullying o de fracaso, lo primero que viene del infraconsciente es desaparecer.
—¿Todavía?
—Sí, permanentemente. Es lo primero que le viene a cualquier persona que fue violada. Lo primero es desaparecer del mundo. Y más en estas épocas que el mundo entero está loco y la Argentina está recontra loca. Argentina está en estado de sitio.
—Gracias a Dios, los tres intentos fallaron.
—El primero no sé cómo falló. Yo tenía 15 años, tuve una gran pelea en mi casa por mi hermano, me tomé no sé cuántos frascos de pastillas y nadie hizo nada. Ni mi madre, ni mi abuela, ni mis hermanos, ni la mucama, ni nadie. Me desperté una semana después en el mismo lugar, con la misma ropa, en la misma cama. No fui a ningún médico, nada.
Soy gay porque mi madre me crió para que sea gay y mi padre me crió para que sea gay
—Te dejaron a tu suerte.
—Cerraron la puerta del dormitorio. Cuando me desperté, fui a ver a mi mamá, estaba picando cebolla con el delantal y todos los frascos de las pastillas. Le metí la mano en el delantal, se los saqué y le dije: "¿Por qué tenés esto vos?". Lo único que hizo fue agarrar el frasquito, lo guardó y siguió picando cebollas. Ese silencio fue constante en mi madre, no sabía qué hacer. De hecho, murió a los 72 años por un derrame cerebral por no poder hablar.
—¿La perdonaste?
—Sí, la perdoné porque sufrió más que yo. Dios siempre me ha salvado. Mamá murió cuando yo tenía 26 y no la lloré. A los dos años me cayó la ficha y tuve un segundo intento, mi pareja en ese momento me dejó y a mí se me vino el mundo encima. Estaba solo, exitosa y maravillosamente joven. Con un éxito rotundo, nadie nunca lo supo. Fue en un petit hotel enorme del año 1910. Me tomé un montón de frascos de calmantes, un litro de menta y después prendí el gas y cerré todo. A la mañana la mucama abrió todas las puertas, yo estaba recontra pasado de droga y llamaron a la ambulancia.
—¿Y la siguiente vez que lo intentaste, qué te había pasado para llegar a algo tan terrible y extremo?
—A los 40 empezó la sombra, otra vez, de querer desaparecer. Caí en una depresión absoluta y una amiga mía me dijo: "Tenés que llamar a un psiquiatra". Él me salvó de morirme. Tengo una filosofía: voy a vivir hasta cuando yo quiera, no hasta cuando la muerte nos separe… Detesto la decadencia, ver esos ancianos que están solos o la gente gay que está sola y que sufre la soledad del narcisismo acabado, o la muerte letánica eterna por enfermedades. O me muero todo junto o me muero a temprana edad y desaparezco de un día para otro.
—Te voy a cambiar de tema, dejemos de hablar de muerte. Alguna vez me dijiste que considerás que tus padres son responsables de tu sexualidad, y mucha gente se enoja con eso.
—Se enojan, sí, me han peleado. Sigo opinando lo mismo y lo he estudiado con psicólogos; me aferro a Lacan, a Dolto, a Freud y demás. La teoría clásica es madre castradora, padre ausente, de ahí en más derivan las diferentes cosas. No tiene nada que ver, como dijeron varios famosos en televisión, que uno es gay porque fue violado. Esas opiniones tan básicas, berretas y grasas y sin análisis profundo a mí me deprimen. Yo soy gay porque mi madre me crió para que sea gay y mi padre me crió para que sea gay. Me formaron así. Mis otros hermanos no son gays, tengo un hermano psicópata violador, el otro, que falleció, era un tipo heterosexual común y corriente, casado, con un montón de hijos, y el que le sigue, Raúl, es un amor de persona, divino, bohemio, loco, que tiene su mujer divina, dulce…
—¿Hace cuántos años están en pareja con Walter? (N. de R.: Walter Vázquez, 53)
—Diecisiete años.
—¿Tienen una pareja abierta?
—No tenemos una pareja libertina, pero sí con libertades.
—Hay ciertos permitidos.
—Anoche, por ejemplo, tuvimos relaciones. Pero después de 17 años no tenés la pasión que tenías en los primeros años. Si no buscás pasión, te separás, sos un cornudo consciente o mentís. En vez de mentir, disfrutemos, hagamos algo para divertirnos. Después nos contamos con lujo de detalles.
Hace 17 años que estoy en pareja. Tenemos libertades y no me pone celoso si él está con alguien mientras yo no sea el segundo
—¿No te pone celoso?
—No. Me pondría celoso que yo sea el segundo, pero yo nunca voy a ser el segundo. El día que sea el segundo, le doy una patada en el tuje que desaparece. Y él tampoco nunca va a ser el segundo, porque como él nunca habrá nadie.
—¿Mujeres nunca?
—Soy virgen de mujeres.
—¿Qué otros límites tenés? ¿Qué no te gusta?
—Sexo con travestis tampoco, aunque tengo amigas travestis divinas, soñadas, que me aman. Los bisexuales para tener sexo son fantásticos, pero "bañate y andate". No me los banco. El bisexual es una pervertido que tiene una elevación narcisista enorme y peligrosa tanto para la mujer como para el hombre.
—¿Por qué?
—Está en el medio y tiene una pata en cada orilla del río. Tiene a la mujer y al gay, y siempre va a perder alguno. Normalmente pierden los dos, porque el bisexual enamora a los dos, necesita tener la atención de ambos. Si vos te enterás, te vas a querer matar; y si yo me entero, me voy a querer matar. Porque vos no podés competir conmigo ni yo puedo competir con vos.
—¿Hablamos del país?
—¡Dios mío, pobre país, cómo está sufriendo Argentina! La señora Argentina está tan manoseada, tan violada.
—¿Tenías otra expectativa?
—Total y absolutamente. Todavía resuena en mi cabeza cuando Macri dijo: "Esperemos seis meses y el cambio va a estar". Año y medio y todavía estoy esperando que las pymes y los que estamos en el medio tengamos un cambio rotundo. Todavía estoy esperando poder darle más trabajo a mis empleados. Tenía veinticinco empleados dentro de mi casa y ahora somos tres.
—¿Te duele?
—Muchísimo. Yo amo la Argentina, me encanta, pero no me queda otra que viajar a cada rato para poder hacer cosas afuera y desintoxicarme. Porque llego a casa y me intoxico. Lo que más me preocupa es la brutalidad y la mediocridad que existe, porque nos han embrutecido desde mucho tiempo, fue un plan de embrutecimiento nacional. La gente está con la bachata, con la villa…
El kirchnerismo fue la apoteosis de Terremoto bailable. Nos hemos embrutecido terriblemente
—¿Eso se lo adjudicás a qué?
—El kirchnerismo fue la apoteosis de Terremoto bailable. Con todo respeto, porque mi pareja era cumbianchero, pero no a esos niveles. Una cosa es la cumbia, pero la mediocridad cultural abarca todo. Nos hemos embrutecido terriblemente.
—Entendiendo ese contexto, ¿en algún caso justificás la delincuencia?, ¿la perdonás?
—No, para nada. Jamás. Porque yo nací de una familia heterosexual y sufrí todo, pasé por todos los colores y yo soy una excelente persona. Si yo debo, me muero y si me deben, te mato. No justifico la delincuencia ante nada. Sí justifico la defensa por mano propia. No porque el tipo tuvo una vida terrible es un violador y tiene el juez que aplicarle el garantismo. Tampoco justifico a la mujer que tiene el síndrome de Estocolmo.
—¿Pena de muerte sí o pena de muerte no?
—Pena de muerte sí. Para los que asesinaron y violaron a una niña o un nene o violaron a un bebé o robaron un bebé o te mataron a tu hijo.
—¿Qué harías si fueras presidente por un día y pudieras sacar tres decretos? ¿Cuáles serían?
—Primero, sacaría a todos los indocumentados de Argentina. Después, metería presos a todos los psicópatas violadores, cadena perpetua. Haría que el crimen de lesa humanidad sea de verdad, sobre todo los grandes delincuentes. Trataría de ser lo más duro posible y pondría mano durísima ante tanto ladrón de guante blanco que hay, que ya sabemos quiénes son. Y trataría de erradicar la droga, cosa muy difícil, ¿no?
—¿Qué quiere decir "sacaría a todos los indocumentados de Argentina"?
—A todos los que vienen acá sin documento a hacerse la "argentinada" y que nos están jodiendo las pelotas a nosotros, que cuando queremos ir afuera, nos piden que tenemos que pagar visa, esto, lo otro y lo de más allá. No hay trabajo para los argentinos y nos vienen de afuera. Encima, tenemos millones de problemas.
—La mayoría de los inmigrantes inicia sus trámites para tener documentos y trabajar legalmente.
—Si vienen y hacen las cosas como corresponde, sí. Pero los indocumentados que ocupan casas y roban, no. A esos no los quiero.
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