Hiperactivo e incansable, José María Muscari no para nunca. Escribe, dirige, actúa, entrevista, baila y siempre está pensando nuevos proyectos.
Su departamento en el barrio de San Telmo se convirtió en el escenario para esta charla: "A veces me dan ganas de mudarme, pero tengo una especie de romance con este hogar". Está dispuesto a dejarnos hurgar en cada rincón de su mundo y a exponer desde sus objetos más preciados hasta las prendas más disparatadas que tiene en su vestidor casi obsesivamente ordenadas.
En noviembre, el día de su cumpleaños número 40, en pleno festejo en Nueva York, se comprometió con Guillermo Salvador (42). Están en pareja hace dos años y medio. ¿Hijos? Hoy no es el momento, pero a futuro no descartan adoptar.
El recorrido comenzó a los 16 años, en el Parakultural, y no frenó nunca más. Hoy su agenda pareciera no tener un hueco. Mientras realiza la gira con Casa Valentina, obra que dirige y protagoniza, mantiene las exitosas Extinguidas y Falladas, y participa en Showmatch junto a Noelia Marzol y conduce su ciclo de entrevistas en la canal de la Ciudad. Como si el éxito en el circuito comercial no bastara, fue por más y estrenó Bollywood, la obra con la que vuelve al under y a la modalidad de teatro a la gorra. Al casting se presentaron cinco mil aspirantes, de los que fueron seleccionados cincuenta para armar este musical que habla de la fama y en el que realiza su propia autocrítica.
—¿Por qué trabajás tanto?
—Es buena la pregunta. Muy para terapia, que no estoy yendo últimamente. La primera respuesta que me surge es que me hace feliz lo que hago, no lo vivo tortuosamente. Pero también en muchos momentos me pregunto: "Ay, ¿por qué justo este día que podría descansar estoy haciendo tal y tal cosa?".
—¿Guillermo no reclama?
—No, porque es muy piola en ese aspecto y vivimos muchos momentos muy juntos. Trato, cuando estoy, de compartir la mayor cantidad de tiempo posible y que los momentos en que estamos estén buenos.
—¿Casamiento?
—Estaría bueno que suceda con la misma naturalidad con la que vino sucediendo todo hasta acá en mi vida. Antes de conocerlo a Guille, no había convivido nunca con nadie. Nos comprometimos en Nueva York el 13 de noviembre, el día de mi cumpleaños (muestra el anillo). Yo no conocía, fuimos a festejar mi cumpleaños y un día me propuso compromiso. Así que estamos comprometidos.
—¿Cómo fue?
—En un barco, en una cena muy linda que él había organizado por mi cumpleaños, me propuso que nos comprometamos y sacó las alianzas. Fue un muy lindo momento.
—¿Y vos?
—Me puse nervioso, me emocionó, me gustó, estuvo re lindo.
—¿Lloraste un poquito?
—No, porque yo estaba un poco copeteado. No me agarró muy entero.
—¿La paternidad sigue siendo un deseo?
—Sí, pero no me imagino siendo padre hoy en el medio de esta vorágine y, por otro lado, tampoco me imagino siendo padre solo, como lo pensaba antes. Si soy padre, es obvio que es con Guille. Son tiempos que tienen que ir sucediendo con naturalidad. Se tienen que acelerar un poco, porque ya tengo 40 pirulos.
—¿Aunque todavía estén en el terreno de la fantasía te lo imaginás por el lado de la adopción o del alquiler de vientre?
—Por el lado de la adopción, seguro. Hay tantos niños que no tienen padres que pensar en gestar una nueva vida cuando ya hay muchas vidas gestadas no me cierra. Creo mucho más en la ley del amor que en la ley de la sangre.
—¿Cuál es el principal rasgo de tu carácter?
—La ansiedad, soy muy ansioso, y creo que la potencia también es un rasgo importante en mí. Con mis decisiones, con la forma de pensar, con la forma en que llevo adelante lo que hago, con mi existencia.
—La ansiedad puede ser muy angustiante también. ¿Cómo la manejás?
—Con el gimnasio, ahí pongo un poco en juego todo lo que me pasa físicamente que no lo puedo sacar en otros aspectos.
—¿Sos celoso?
—Soy celoso y Guille también, pero somos personas adultas, si nos encontramos en este momento de la vida, sabemos todo lo que hicimos hasta acá.
—¿Te piropean mucho?
—Bastante, sí. Mucha gente por las redes. Más hombres, obvio, pero hay muchas minas que me dicen: "Ay, si no fueras gay, cómo me gustás, me encantás".
—¿Previo a Guillermo saliste con alguien de las redes sociales?
—No sé si salí, pero debo haber tenido algún encuentro sexual. Sí habré salido a tomar algo alguna vez, me habré besado con alguien.
—¿Cómo duerme José María Muscari?
—Con una remera, sin bóxer, sin medias y con un producto que me regaló una de mis Extinguidas, Sandra Smith, una esencia que viene a bolilla que es antiestrés. Duermo cucharita con Guille. Mis pies con los pies de él.
—Hoy más de cien personas trabajan en proyectos vinculados con vos. ¿Se siente una responsabilidad con eso?
—Sólo me hago cargo de la expectativa de los que me lo expresan, que son un montón y que por suerte fui buscando de alguna manera pretextos para poder poner esos deseos en circulación. Extinguidas es el caso más claro.
—¿Hay alguien con quien no volverías a trabajar?
—Sí, hay algunos actores con los que no volvería a trabajar o actrices que no te los nombraría para no ser impiadoso. Pero que en todos coincide el mismo factor que los une; siento que no les gusta actuar. Les gusta todo lo que rodea la profesión.
—La fama.
—Claro, la fama, la nota, el trabajo, la economía, estar en circulación, ser noticia.
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—¿Hay mucho de eso?
—Bastantes. Lo que pasa es que algunos lo esconden bien. Otros son muy profesionales, entonces con esos puedo volver a trabajar, porque conviven las dos cosas. Muchos están muy a la vista y por eso no trabajé nunca con ellos. Otros son engañadores, vos creés que les gusta esta profesión, que les gusta actuar, pero después te das cuenta de que no, que lo que les gusta es ser la noticia del momento.
—¿Cuál fue el mayor divismo que te pidió alguna figura a la hora de negociar?
—No, la gente que ha querido negociar algo disparatado no ha sido parte de mis obras, les huyo. Yo soy un trabajador, un obrero del mundo del espectáculo, no soy un snob del mundo del teatro. Sí me ha pasado que hay gente que no lo ha pedido previamente y después han tenido delirios.
—¿Por ejemplo?
—Gente que quiere que le decoren el camarín. Gente que en pleno verano no quiere que le enciendan el aire acondicionado de la sala porque le hace mal a la voz y pretende que el público se cague de calor. Un montón de gente con esos delirios de la cabeza a los que los saqué cagando.
—Ahí no hay indulgencias.
—No, no, para la estupidez no hay indulgencia.
—¿Con qué te reís de vos mismo?
—Tengo bastante humor para reírme de mis propios logros. No me los creo. Los tengo presentes, los puedo enunciar en una nota, pero no vivo montado en esos logros. No me gustan mucho los actores o las actrices que están todo el tiempo surfeando sobre sus logros. Me deprime un poco esa zona del ego de los actores, entonces trato de reírme de eso.
—Y no tenés un séquito a tu alrededor.
—No tengo séquito. No tengo secretario. Sólo trabajo un poco con mi tío, como yo no tengo auto ni manejo, mi tío me lleva y me trae a algunos lugares, me paga las cosas del banco y se encarga del contador, todo eso que a mí no me gusta hacer. No tengo una mucama en mi casa, no, tengo una señora que me ayuda una vez por semana.
—¿Y todos los días quién se ocupa?
—Guille y yo, sí.
—¿Tu principal defecto cuál creés que es?
—Soy muy yoico. Soy muy dictatorial. Otro es que me cuesta mucho escuchar a veces, sobre todo en el cotidiano, a mi familia, a mi pareja, a mis amigos, interrumpo mucho.
—¿Y con las críticas cómo te llevás?
—Bien. Las leo todas, incluso en las redes leo a la gente que habla de mí sin arrobarme.
—¿No te enoja?
—No. No me creo el medio millón de seguidores de Twitter como si fueran personas que me aman, ni soy una porquería cuando digo algo que no le gusta y alguien me inquiere. No soy ni una cosa ni la otra.
—¿Qué hábito ajeno no soportás?
—No me gusta la soberbia, y es un hábito últimamente. No me gusta la mala educación tampoco. Hay mucha gente muy mal educada.
—¿En la tele no hay mucho de eso?
—Sí, está lleno. La tele es un lugar que a mí me gusta mucho, trato de transitarla siempre que tengo la oportunidad, pero lo hago sin ningún tipo de fascinación y no tengo amigos de la tele, ni de redes. Viste que está muy de moda, los famosos se hacen amigos en las redes y se arroban y se quieren, todo un cholulaje que me deprime. A veces veo a los periodistas tan choluleados, o los famosos que tienen muchos seguidores, y me dan vergüenza. No siento que el mundo del espectáculo es una gran familia o es mi gran familia, no. Mi familia es mi mamá, mi tío, mi sobrina, mi ahijada.
—¿Podrías vivir sin todo eso?
—Sí. Sin el espectáculo sí. Creo que no podría vivir sin la creación.
—La última vez que nosotros charlamos me dijiste: "En el teatro pagás entrada para que te mientan bien, en la vida real votás políticos que te mienten mal". ¿Cómo estás viendo el país hoy?
—Hay un montón de cosas que me parecen mal y es inverosímil que en una Argentina tan rica haya tanta pobreza. Y en otro montón de cosas siento que hay una pequeña luz. Yo no me considero kirchnerista, ni macrista, ni peronista, ni radical, no hay un partido político que me represente, no hay un político en el que crea particularmente. Por épocas algunos me logran engañar y creo que van a hacer las cosas bien, entonces los termino votando. Después, por supuesto, me cagan, porque llegan al poder, hacen lo que quieren y no hacen nada de lo que prometieron. Hay que tener mucha capacidad para sacar adelante algo que viene con un legado de tanta problemática, no es de los últimos 10 años, es de los últimos 100 años.
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