"Si se trabaja sólo por la inclusión, dejando para después la calidad, se acaba perdiendo población escolar"

Lo dice Elena Duro, secretaria de Evaluación Educativa, al comentar los resultados de las pruebas Aprender que muestran el retroceso de una escuela pública que supo ser instrumento de promoción social

Guardar

"La autoevaluación institucional es muy diferente a que un ministerio genere un ranking o a que una escuela publique sus resultados en la puerta", dijo Elena Duro a Infobae, aclarando cuál es el uso que esperan que cada establecimiento les dé a los resultados de Aprender 2016, tanto en lo que hace al desempeño de los alumnos como a los cuestionarios complementarios sobre clima educativo. "No estamos hablando de publicar los resultados por escuela, sino de un trabajo en el interior de la escuela con la comunidad, con las familias", dice la secretaria de Evaluación Educativa del Ministerio de Educación, que tuvo a su cargo la coordinación de la evaluación nacional que este año ya tendrá una nueva edición. 

— ¿Qué fue lo más impactante para usted de los resultado de las pruebas Aprender 2016?

— Por un lado, el proceso de implementación, antes que los resultados, porque en un escenario de voces disidentes, aunque nosotros sabíamos del compromiso de todas las jurisdicciones a partir de la decisión del ministro (Esteban) Bullrich de darle prioridad a la evaluación nacional, el impacto fue ver que ese compromiso asumido con un conjunto de autoridades se cumplió. Aunque, claro, uno aspiraría a que el cien por ciento de los chicos responda la prueba, tuvimos altas tasas de respondientes.

— ¿Usted se refiere a las críticas previas e incluso a los llamados a boicotear la prueba?

— Exactamente.

— ¿Eso tuvo algún efecto?

— Fue mínimo. En algunas jurisdicciones quizás un poco más fuerte…

— ¿En Capital Federal por ejemplo?

— En Capital, pero las escuelas tomadas fueron muy pocas, seis o siete. Hubo sí, de parte de algunos directores, la actitud de desalentar la asistencia de los chicos, pero las escuelas se abrieron. En Neuquén coincidió un conflicto gremial con un problema de clima; entonces allí hubo bajas tasas de respuesta. Pero nosotros habíamos hecho una gira por las 24 provincias y hablamos con todos los representantes gremiales; con el diálogo se puede llegar a un equilibrio, que no significa que haya acuerdo respecto a la modalidad de la prueba pero comprender que esto era construir sobre lo construido, que es algo que se hace por ley y que estaba en la prioridad de nuestro gobierno. Así que creo que fue mucho menos traumático de lo que se reflejó en los medios.

Los resultados no difieren mucho de los de 2013, pero al no haber podido difundir esa información se perdieron años de actuación

— ¿Y los resultados en términos de aprendizaje?

— En ese plano hubo algunas cuestiones llamativas, no tanto en los desempeños, porque si bien éstos fueron bajos y muy sorprendentes, para muchos no hubo gran diferencia respecto al operativo anterior del año 2013. El punto es que, al no haber podido difundir esa información y que todos tomáramos conciencia y responsabilidad frente a esos resultados, se perdieron algunos años de actuación o de intervención y apoyo a escuelas que hubieran sido necesarios. Quizás sí son más llamativos otros datos, sobre cómo se sienten los chicos en la escuela secundaria, el clima escolar, el ausentismo de los estudiantes. Los directivos, docentes y estudiantes de la escuela secundaria, que respondían los cuestionarios complementarios de Aprender, dan cuenta de una situación que debe ser revertida.

— ¿Qué reflejan exactamente esos cuestionarios?

— Falta de actualización de la escuela secundaria, una secundaria que no está siendo pertinente para los estudiantes, en la que las materias que hace 20 años les resultaban difíciles, como matemáticas, ciencias e inglés, 20 años después, siguen siendo las mismas en las que tienen dificultades. Es decir, evidentemente no han cambiado las prácticas de enseñanza ni el fortalecimiento de la formación docente en esas áreas, que son temas que ahora se están trabajando. También pone en evidencia las inasistencias crónicas de los estudiantes. Y la inasistencia del alumno, sumada a la del docente, encierra causas más profundas, como ser una manifestación de disconformidad con la institución.

— Ahora, ¿no hay también permisividad? ¿Desde cuándo uno puede faltar indefinidamente sin quedar libre?

— Bueno, los regímenes académicos son otro de los temas que se van a tocar en la reforma de la escuela secundaria que se está trabajando hace más de un año con todos los ministros de Argentina, con la Secretaria de Innovación y Calidad. El régimen académico, cómo se evalúa a los alumnos, cómo se los acredita, el régimen de asistencia, el régimen de acceso a la escuela, son todas cuestiones a rever. No es sólo el tema de la permisividad sino también un problema más profundo que es la valoración social de los distintos actores respecto de la educación. Hace 30 años, cuando mi generación cursaba la secundaria, sabíamos que completarla nos garantizaba una movilidad ascendente y el acceso directo a estudios universitarios o al trabajo. Hace muchos años que eso en América Latina y en el mundo cambió; hoy muchos jóvenes optan por abandonar la secundaria, no sólo por causas de pobreza, aunque ésta siempre es el primer motivo de abandono, o por las historias de repitencia previa en la escuela que afectan a los sectores más vulnerables, sino también por falta de interés y por la idea de que sin terminar la escuela secundaria pueden forjarse un proyecto de vida. Y eso no es así: los jóvenes tienen que saber que sin esta acreditación básica y elemental sus oportunidades a futuro son mucho más restringidas. Pero para eso evidentemente tenemos que mejorar esta escuela y brindarles los conocimientos y las capacidades que hoy nuestros jóvenes no están demostrando haber adquirido en los resultados de las pruebas, que miden un recorte de aprendizajes muy básicos que hoy deberían ser muchísimo más elevados.

Más dramático es negar la brecha entre público y privado porque si no la visibilizamos estamos haciendo como que trabajamos a favor de la escuela pública

— ¿Esta prueba permite realmente decir que hoy la escuela privada es mejor que la pública? Si es así, es una conclusión dramática para un país.

— Efectivamente hay una diferencia entre el sector público y el sector privado en el desempeño de los estudiantes, aun tomando como variable el ingreso socioeconómico. Y sí creo que es dramático, pero más dramático es negar esta brecha porque si no la visibilizamos estamos haciendo como que trabajamos a favor de la escuela pública. Y esta diferencia existe. Existe y ha existido en los últimos años pasaje de estudiantes de capas medias y medias bajas a escuelas privadas de cuotas bajas en los distintos conurbanos de la Argentina. Tenemos que afrontar los problemas que tiene la escuela pública, apoyar a sus docentes, en todo sentido, en la formación docente inicial y continua, y a los directivos y supervisores. En algunas provincias, hacía 20 años que no se tomaba concurso de directivos, y sabemos que su rol es central para una buena gestión institucional. Ni qué hablar de directivos de escuelas secundarias de mil alumnos de conurbanos donde las situaciones son muy complejas. De todos los niveles del sistema educativo quizás el que exige mayores desafíos, y lo digo porque lo he sido, es ser docente del nivel medio. Entonces, hay que poner mucho el foco en la formación, la gestión directiva, la gestión de aprendizajes, las prácticas de enseñanza, en un currículum más apropiado para estos jóvenes.

— En Argentina, históricamente, jamás la escuela privada fue mejor que la pública. A ninguna familia se le ocurría mandar a los hijos a la privada porque la pública era excelente. ¿Cómo se hace para que estos resultados sirvan para solucionar y no para agravar el problema? ¿No existe un riesgo de retroalimentación, de acelerar la fuga…?

— Hay varias lecturas respecto de esto. A nivel nacional existe, aun tomando el nivel de ingreso de los estudiantes, una diferencia a favor de la escuela privada. Lo que no quiere decir que mayoritariamente en todas las jurisdicciones del país y en todos los niveles la escuela privada sea mejor que la pública, porque la representatividad del sector privado es mucho menor. Además, la representatividad es mucho menor si tomamos el nivel primario o el nivel secundario en las 24 jurisdicciones del país. Entonces, tomando en cuenta la cantidad de establecimientos, tenemos muchas mejores escuelas públicas que privadas. Con lo cual es un llamado a los políticos, a quienes tenemos posiciones de dirigencia en la educación, a los directivos, a los docentes y a las familias, para generar no sólo mayor demanda sino también mayor apoyo a la escuela. Salió mucho en Aprender por parte de directivos y docentes, tanto del público como del privado, la necesidad de generar alianzas más estratégicas con las familias como algo indispensable para velar por las trayectorias educativas de los estudiantes.

Desde hace muchos años hemos hablado únicamente de la inclusión educativa y no de la calidad

— ¿Cuál sería el plan de acción? ¿Qué pueden hacer ustedes, teniendo en cuenta que el país no es una única jurisdicción en materia educativa?

— El Ministerio nacional está trabajando desde el día uno de la gestión en estrategias clave tendientes a mejorar la calidad educativa, cuidar las trayectorias escolares, mejorar mucho la formación docente, inicial y continua. También hace un año se viene trabajando en la nueva escuela secundaria, la Escuela 2030, con las 24 jurisdicciones del país. El mecanismo es establecer acuerdos en el Consejo Federal para cada uno de los pasos que dan para mejorar la calidad y la inclusión en forma simultánea. Desde hace muchos años hemos hablado únicamente de la inclusión educativa y en esos años muchos decíamos que calidad e inclusión son las dos caras de una misma moneda. Cuando uno trabaja solamente por la inclusión educativa y deja para una segunda etapa la calidad, termina perdiendo la población escolar que ingresó. Tenemos que trabajar estas dos facetas a la vez. Es lo que estamos haciendo a través de distintas líneas de política pública nacional que están siendo aceptadas en el seno del Consejo Federal con mucho apoyo y acuerdo de los 24 ministros con el liderazgo del ministro Bullrich. Fue la meta que nos propusimos y esperamos tener en este año y medio más de gestión demostraciones claras de lo que está sucediendo en la formación docente inicial y continua, en los cambios de la escuela secundaria y en las 3000 escuelas faro que son escuelas con un índice de vulnerabilidad que requiere de un apoyo integral y más sistemático.

¿La reforma del secundario será nacional?

— Exactamente. Es una reforma que se está trabajando en el Consejo Federal desde el inicio de la gestión a través de la Secretaria de Innovación y Calidad Educativa con la Red de Calidad Educativa Federal.

Los dispositivos digitales han cambiado las formas de acceso al conocimiento

— ¿Me puede adelantar algo sobre esa reforma?

— Lo que puedo adelantar es que se va a afrontar por primera vez trabajar sobre los formatos de la escuela secundaria, es decir, los regímenes académicos, algo que tiene que ver con esta cuestión de que la prioridad es únicamente la disciplina y no se ha visibilizado tanto el desarrollo de las capacidades. Creemos que la capacidad y el contenido tienen que ser complementarios, y eso no ha sido contemplado o priorizado en la formación docente. Hablo de desarrollo de la capacidad para resolver problemas, generar hipótesis, tener una actitud emprendedora. Ser innovador requiere de conocimientos disciplinares pero también de desarrollo de distintos tipos de capacidades: de análisis crítico, de comprensión lectora, de deducción, de desarrollo de hipótesis, de contrastación de ideas con justificación, de razonamiento lógico. También hay que desarrollar nuevas estrategias para las prácticas de enseñanza. Hoy sabemos que la forma de aprender ha cambiado. Que las culturas y que los jóvenes son otros. Que los dispositivos digitales han cambiado las formas de acceso al conocimiento. Hoy la información ya no es la estrella dentro de un establecimiento porque cualquier joven que tiene acceso a TICS, accede a esa información. Entonces…

— Pero información no es conocimiento…

— Exactamente, la información no es conocimiento. Entonces es cómo podemos formar un docente que ante esta revolución de la información genere conocimientos y aprendizajes y ayude a que los chicos hagan lecturas críticas y desarrollen capacidades a partir de esa información; un docente más orientador, que desarrolle capacidades en los estudiantes, que cambie sus prácticas de enseñanza, de más rutinarias a más activas, más de trabajo colaborativo, en equipo, que es lo que hoy genera mayor interés y mayores capacidades entre los estudiantes. Muchísimos docentes del país lo hacen, pero queremos que lo haga la totalidad.

La escuela puede hacer la diferencia: lo vimos en Aprender con más de 1.348 escuelas de muy alta vulnerabilidad y 3.900 escuelas rurales que superaron el promedio nacional

— Si tuviera que explicarle a un extranjero por qué los estudiantes en la Argentina tienen resultados tan poco satisfactorios, ¿qué motivos identificaría?

— Hay una simultaneidad de factores. El hecho educativo es un hecho complejo que no depende estrictamente de las políticas educativas y de la acción de la escuela. Sin embargo la acción de la escuela hace la diferencia. Y eso lo vimos en Aprender con más de 1.348 escuelas de rangos de muy alta vulnerabilidad y 3.900 escuelas rurales que superaron el promedio nacional. El determinismo por pobreza en los resultados de aprendizaje no es una característica única de Argentina sino lamentablemente de toda América Latina, que es el continente más desigual del mundo. Entre los factores que inciden, además del territorio desigual, es el no haber hecho hincapié en los focos estratégicos que son la formación docente, inicial y continua. Hoy ya se sabe en todo el mundo que es un factor clave el buen docente para promover cambios en la enseñanza. Que hay que trabajar mucho más en articular las escuelas con las familias. Que hay que cambiar los formatos de una vieja escuela que fue pensada hace ya más de 200 años para grupos de élites y que hoy es una escuela masiva. Que hay que trabajar en la evaluación como un área más dentro de las prácticas de enseñanza, que ha sido bastante devaluada en nuestro sistema educativo y en otros países de la región. Que las políticas deben ser evaluadas porque aquellas políticas que se aplican por más de 15 años y no rinden deben ser discontinuadas o reformuladas. También debemos siempre proteger la inversión en el ámbito educativo…

— ¿Qué significa proteger la inversión?

— Me refiero a ordenar el sistema educativo para ser más eficientes en la distribución de los recursos humanos docentes. Cuando uno hace el rango de docentes por alumno, por provincia, por nivel educativo, se ve que los docentes podrían redistribuirse para que tengan más apoyo aquellas escuelas, distritos o niveles que más lo necesitan. Lo mismo con la formación docente: si faltan docentes de matemática, por ejemplo, tenemos que hacer que los institutos formadores promuevan esas carreras.

— Usted dijo hace unos días que las escuelas deberían dar a conocer sus resultados. ¿Se refería a cada establecimiento o en términos generales?

— El Operativo Nacional de Evaluación, que nosotros denominamos Aprender, siempre tuvo una devolución, un reporte por escuela. No es nuevo. Lo nuevo es el tipo de reporte. Este año no sólo le estamos mostrando a cada escuela el desempeño general de sus estudiantes sino también datos sobre clima educativo, ausentismo, trayectorias escolares…

— ¿Esas cifras quedan en el ámbito de la escuela?

— Sí, con el compromiso de ser trabajadas en una modalidad de autoevaluación institucional…

— ¿Pero usted cree que cada escuela debería publicar sus resultados?

— Más que publicar sus resultados trabajarlos con las familias. Es decir, cuanto más veces se llama a los padres, para conversar con el director o con el maestro, es por temas disciplinarios o de un chico en particular. Para generar una alianza estratégica con las familias, no nos conformamos con una evaluación estandarizada sino que promovemos autoevaluaciones institucionales participativas. Quiero destacar que este año participaron 12 mil escuelas, 10 mil de la provincia de Buenos Aires, en esta autoevaluación institucional. Y el primer ejercicio tiene que ver con compartir los resultados de la escuela con toda la comunidad educativa.

— Preguntaba lo de la publicidad porque uno de los cuestionamientos a Aprender era que la publicidad de los resultados podía acentuar la brecha entre escuelas. Ser estigmatizante.

— No, no, nosotros cumplimos con la Ley de Educación Nacional y con la Ley de Secreto Estadístico. En ningún caso hemos dado ni siquiera a las escuelas resultados individualizando a los estudiantes. Tampoco por establecimiento, sino que el establecimiento tiene su resultado y, en una modalidad de autoevaluación institucional con la comunidad educativa, invitamos a que los directores compartan con sus docentes sus fortalezas y sus debilidades, porque es la manera en que uno genera alianzas estratégicas. Necesitamos generar más participación de las familias y eso se logra compartiendo aquello en lo que la escuela es fuerte y aquello en lo que es débil y necesita el apoyo de los padres. No basta con docentes bien formados, con directivos que hagan una excelente gestión institucional; requerimos también de familias comprometidas con la asistencia de los chicos a clase, con el monitoreo de sus trabajos escolares, con el diálogo sobre lo que hacen en la escuela. Hay algún momento del día en que todas las familias deberían estar dialogando sobre esta situación. La autoevaluación institucional es muy diferente a que un Ministerio genere un ranking o que una escuela publique sus resultados en la puerta. No estamos hablando de esto, sino de un trabajo en el interior de la escuela con la comunidad.

 
Guardar