Después de varios años de lucha, Madeleine Chamille Schneer (18) aguarda expectante junto a su madre María Belén que el 22 de agostó llegue y con una voz aniñada pero que delata una gran madurez, pese a su corta edad, sostiene: "Confío en la justicia humana, pero por sobre todas las cosas, en la Justicia de Dios". Ese día, Sergio Schoklender, quien acaba de ser procesado por el desvío de fondos estatales destinados a viviendas sociales, se sentará en el banquillo de los acusados de los tribunales tucumanos y tratará de explicarle al juez Correccional de la I Nominación, Marcelo Mendilaharzu, por qué se negó a reconocerla como hija y a cumplir con la cuota alimentaria a la que está obligado por ley.
Su madre conoció a Schoklender a mediados de 1995, cuando al poco tiempo de recuperar la libertad -había estado en prisión desde 1986 por el crimen de sus padres- visitó Tucumán para presentar su libro Infierno y Resurrección y la relación se extendió hasta diciembre del 97 cuando ella le informó que había quedado embarazada. En los nueve meses de gestación, él solo se limitó a pagar la cuota de la obra social. Después del nacimiento de Madeleine, en septiembre del 98, despareció de sus vidas y fue ahí cuando Belén Schneer comenzó un largo peregrinar por los pasillos de los tribunales para que le pagará la pensión alimentaria, que recién abonó por primera vez en el 2010 cuando finalmente salió la sentencia de filiación. Durante cuatro meses pagó religiosamente los $ 2.000 que le había fijado la jueza de Familia hasta que estalló el escándalo de Sueños Compartidos.
Para Madeleine, Schoklender fue siempre una figura fantasmagórica en su vida, por eso prefiere no hablar sobre su atroz pasado como parricida, ni de la causa de Sueños Compartidos por la cual la Justicia hoy lo investiga y cuenta que cada vez que aparece en televisión cambia automáticamente de canal y deja entrever que nunca le diría papá, porque según explica esos sentimientos nacen del corazón, así qué prefiere referirse a él como progenitor.
"Él solo colaboró en mi concepción con sus genes", dice, aunque acepta que parte del calvario que tuvo que vivir como consecuencia de su abandono le sirvió para que el año pasado cuando terminó el secundario no dudara en elegir abogacía. Hoy cursa el primer año en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán y afirma orgullosa que se decidió por esa carrera impulsada por el afán defender a otras chicos víctimas de padres abandónicos: "Yo tuve que aprender a gatear en los pasillos de tribunales viendo como mi madre litigaba para conseguir la pensión de alimentos. No quiero que otros chicos sufran lo que yo viví".
No fue tarea fácil convencer de que hablara a Madeleine, quien cultiva un perfil bajo y solo accede a que su imagen aparezca parcialmente tapada, pero, después de varios años de insistir, decidió recibir al cronista de Infobae junto a su madre, Belén Schneer, en un bar céntrico de Tucumán para conversar a corazón abierto. A continuación, la charla en exclusiva con las dos mujeres.
—¿Cómo viven el hecho de tener que ir a un juicio oral para que quien es el padre de Belén tenga que cumplir con la pensión alimentaria?
Madeleine: Me parece inaudito que un hombre sea capaz de llegar hasta esas instancias para obligarlo a hacerse cargo de su descendencia.
Belén: Solo un psicópata puede haber llevado la causa hasta aquí. Su fin siempre fue vernos caer, pero nosotros fuimos más fuertes que él y ahora deberá enfrentar el veredicto de la Justicia.
—¿Qué significa para ustedes haber llegado hasta aquí?
Madeleine: La verdad que yo nunca le voy a terminar de agradecer a mi madre lo que ella hizo por mí. Ella defendió mi vida desde el primer instante, sorteó miles de obstáculos que se le presentaron tanto en la vida como en la Justicia, ella nunca bajó los brazos, por eso mamá es todo para mí.
Belén: Significa nunca haber cesado en la lucha por el reconocimiento de los derechos de mi hija. Hay que modificar los Códigos Civil y Procesal para impedir que las injusticias inherentes a los hijos abandonados por sus padres lleven una eternidad y resulten inaccesibles para los más humildes. En la mayoría de los casos, los malos padres resultan ampliamente favorecidos en la justicia.
—Está en tus planes pedirle que te dé el apellido?
Madeleine: La sentencia de filiación favorable del año 2012 me permite llevar su apellido, pero yo no lo quiero. No me interesa tener el apellido de alguien que me rechazó toda la vida. Además mi identidad ya está formada con el apellido Schneer, que es el que tengo de toda la vida.
—¿Cuántas privaciones tuviste que pasar porque él se negó a cumplir con tus alimentos?
Madeleine: Muchas. No tuve fiesta de 15, ni viaje de fin curso como todas las chicas de mi edad. Tengo una vida llena de carencias. Te digo más padezco, problemas hormonales y respiratorios crónicos e inmunológicos y no tengo obra social. Me cuesta entender que el constructor de casas para los más humildes haya sido incapaz de pensar en darle una casa a su hija.
—¿Cómo fue el hecho de vivir todo este tiempo sin padre?
Madeleine: No puedo extrañar lo que nunca conocí, ni tuve. Gracias a Dios, tengo una familia que me ama y protege con toda el alma.
—¿Pero nunca sentiste la necesidad de conocerlo?
Madeleine: No, cómo voy a querer a conocerlo si la única vez que lo vi, que fue el día que concurrió a hacerse el ADN, hasta me miró con desprecio, sin importarle que yo tuviera apenas once años.
—¿En caso de no pagar lo que adeuda en concepto de cuota alimentaria van a pedir que vaya a prisión?
Belén: Sí, ya le di instrucciones a mi abogado para que solicité se le aplique el máximo de pena que fija el Código Procesal Penal, que es de seis años de prisión porque Sckoklender hasta ocultó sus bienes para no cumplir con sus deberes de padre .
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—Hableme un poco sobre eso.
Belén: Al tomar conocimiento que el padre de mi hija tenía cuentas con fondos millonarios en el Banco Credicoop entre otro, por intermedio de la Jueza de Familia la Dra. Silvia Lescano de Francesco pedimos se le trabe embargo en concepto de los alimentos adeudados. Grande fue nuestra sorpresa cuando el banco respondió que no se pudo cumplir con nuestro requerimiento, porque a la fecha de haber llegado el oficio, las mismas habían sido desinhibidas por el Juez Dr. Marcelo Martínez Di Giorgi y carecían de fondos necesarios para efectivizar la medida.
—Pero Schoklender jura y perjura que no tiene un peso. Inclusive ha pedido poder litigar gratis en las causas que tiene abiertas.
Belén: Este señor no tiene vergüenza, hasta nos ha usado en beneficio propio. En los argumentos de su solicitud de litigar sin costo alguno ha argumentado que su insolvencia llega a tal punto que no puede cumplir con la cuota alimentaria de su hija. Por suerte, la Justicia rechazó sus pedidos.
—Madeleine, ¿pensás reclamarle algo cuando lo enfrentes cara a cara en el juicio?
Madeleine: La verdad, no tengo nada para decirle. Además, por tratarse de un psicópata no creo que nada de lo que pudiera decirle lo afecte. Hablarle a un ser de esas características es como hablarle a un pozo vacío porque no hay nada dentro de él.
—¿Qué le deseás a Sergio Schoklender, de aquí en más?
Madeleine: A pesar de todo el daño que nos hizo, deseo que se produzca un verdadero milagro y pueda encontrar la cura para todos sus males.
Fotos: Carlos Villagra